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Autor Tema: Se acabó el promedio…  (Leído 220 veces)

OCIN

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Se acabó el promedio…
« en: Noviembre 10, 2013, 09:05:34 pm »
Por… Macario Schettino




Así­ se titula el más reciente libro de Tyler Cowen que ya el martes pasado comentábamos con usted, aunque de manera tangencial al tema de la desaparición del empleo.
Ahora permí­tame hacer una reseña un poco más completa del libro, porque creo que vale mucho la pena. Como le decí­a, el tí­tulo es Average is over: Powering America beyond the age of the Great Stagnation, que traduce más o menos así­: Se acabó el promedio: impulsando a EE.UU. más allá de la íépoca del gran estancamiento.

Este último tíérmino es una autoreferencia de Cowen a su libro anterior, El gran estancamiento, que comentamos acá hace poco más de dos años, y en el que afirmaba que viví­amos un momento de estancamiento despuíés del crecimiento de la posguerra, en buena medida porque no habí­amos podido mantener el ritmo de innovación. La metáfora recurrente en ese libro eran los “frutos bajos” (low-hanging fruits) que ya nos hemos acabado, y que sólo nos dejan frutos que para obtenerlos requieren mucho más esfuerzo. De ahí­ su idea de que el mundo está en una etapa de estancamiento.

Sin embargo, en este nuevo libro, a pesar de que el tíérmino aparece en el subtí­tulo, Cowen tiene una perspectiva diferente. No es que estemos en un perí­odo de estancamiento, propiamente hablando, sino que estamos en un proceso de cambio que está eliminando algo que en la posguerra fue determinante: el promedio. O si lo quiere más duro: la clase media. El origen de esta transformación está en “la creciente productividad de las máquinas, la globalización económica y la división de las economí­as modernas en un sector estancado y otro muy dinámico”. No está de más reiterar que esta posición de Cowen me parece mucho mejor que la del libro anterior, porque coincido con esta dicotomí­a que, en mi opinión, es lo que nos está angustiando de más en estos dí­as.

Cowen está convencido de que buena parte de la clase media lo es porque trabaja en el gobierno o en sectores protegidos, o lo que es lo mismo, son personas que reciben más de lo que producen precisamente por eso. Pero al ver las economí­as en conjunto, queda claro que ese segmento se está reduciendo. La participación del trabajo en el PIB, que en 1990 alcanzaba 63% en EE.UU., se ha reducido ya a 58%, y esa tendencia se repite en otros paí­ses desarrollados, como Japón, Francia o Alemania. Más aún, de 1993 a 2006 los empleos asalariados se redujeron en 16 grandes economí­as europeas, y en 13 de esas 16, las ocupaciones de altos ingresos se incrementaron. En las diecisíéis, las ocupaciones de salarios bajos crecieron en relación a las de salarios medios.

En suma, las economí­as más desarrolladas están polarizándose, y eso que llamamos clase media (que, por cierto, es tambiíén un fenómeno del siglo XX) se empieza a reducir. Todo esto que le he platicado corresponde a la primera parte del libro. En la segunda, Cowen hace una revisión muy interesante del avance que han representado los juegos en la construcción de máquinas inteligentes. Su referencia es el ajedrez, porque íél es un jugador bastante calificado, pero tambiíén porque ha sido ese juego el que más ha influido en el desarrollo de este tipo de inteligencia.

La tercera parte del libro se llama “el nuevo mundo del trabajo”. En ella, Cowen introduce el tema de la geografí­a, y de cómo la globalización ha permitido la generación de millones de empleos en paí­ses que hace 30 años estaban absolutamente sumidos en la pobreza. Pero no se queda en el tema geográfico, sino que lo complementa con el fin del promedio en educación y en la ciencia. Son temas que requieren mucho más trabajo, pero que Cowen semblantea bien. No sólo se acaba el promedio en los empleos, tambiíén en la educación superior. Así­, la inversión en educación se convierte en un problema serio, porque los costos crecen, y ya no existen los empleos al final del camino. Al menos no como ocurrió durante el siglo XX.

El libro termina con una discusión muy interesante acerca del costo de la salud y las finanzas públicas que puede ser muy ilustrativa para nuestro gran drama fiscal. Los costos de salud son crecientes, como usted ya lo sabe, y no hay forma de cubrir a toda la población en el tema de salud. En EE.UU., Obama ha impulsado un programa para que los empleadores paguen un seguro de gastos míédicos a sus trabajadores de forma obligatoria, y eso es lo que ha llevado a las grandes discusiones fiscales desde 2010 en ese paí­s.
Y el problema no es menor, porque es el gran conflicto del siglo XXI. Si queremos que los derechos se cubran como en el siglo XX se imaginó, entonces la cantidad de dinero que se requiere es inmensa, y esto significa que tenemos que pagar tasas de impuestos muy superiores a las que hoy se pagan en el mundo civilizado, ya no diga en Míéxico. Pero no todo mundo quiere eso, de forma que hay una migración interna en EE.UU. que Cowen describe muy bien. Texas es un estado que no tiene impuesto estatal al ingreso, y que tiene algunas otras ventajas en tíérminos de costo, como la inexistencia de usos de suelo en muchas ciudades. Gracias a eso, los impuestos en Texas son los más bajos de EE.UU., y el costo de la vivienda tambiíén. A cambio, tiene la tasa de criminalidad más elevada del paí­s, y una de las más altas en delitos patrimoniales, así­ como el peor sistema educativo de EE.UU. en tíérminos de aprobación.

Cowen lo dice claramente: “Si usted vive en Texas tiene usted servicios locales grado C, pero le queda algo de dinero en el bolsillo”. “Y hay una lección obvia, aunque muy menospreciada: a la gente le gusta tener un poco más de dinero en el bolsillo”. El libro de Cowen es altamente recomendable, para entender mejor lo que pasa en el mundo civilizado, para tener una buena idea de cómo se avanza en la inteligencia de las máquinas, pero tambiíén para tener una perspectiva de lo que viene, que es muy diferente de lo que conocimos en el siglo XX, y que en Míéxico realmente nunca existió. A cambiar de sueño, pues.

Suerte en sus vidas…


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...