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Autor Tema: ¿Cuán Arriesgado es Adoptar una “Actitud Anticí­clica o Contrací­clica”?...  (Leído 95 veces)

OCIN

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Por...  GREGORIO BELAUNDE



En el post de principios de Julio de este año, daba unos ejemplos de actitudes “anticí­clicas” o “contrací­clicas” desde la perspectiva de sus efectos a nivel macro. El beneficio a nivel macro de un número suficiente de jugadores con esa perspectiva es innegable, tanto para evitar la profundización de desaceleraciones como para facilitar las salidas de crisis, es innegable. Pero cuando se pasa al nivel micro de las empresas, desde el punto de vista de la gestión del riesgo, las cosas son menos fáciles, sobre todo en lo que respecta a decisiones de inversión. Se leen y escuchan estos tiempos comentarios al respecto que van de un extremo a otro, que van desde el “en este contexto, todos van a esperar a que…”, hasta el “serí­a una locura no invertir ahora”.

 Una reciente conversación casual con un destacado empresario que está en un rubro a la vez de consumo interno y exportador, me permitió escuchar un discurso entusiasta sobre los últimos logros de la empresa, sus últimos productos, y sobre uno de sus proyectos para añadir una nueva fuente de ingresos. Bueno, serí­a un ejemplo más para el post anterior, se podrí­a decir.

 Pero al mismo tiempo, el contraste con lo contado por otros empresarios en diferentes medios, es la oportunidad para tratar de reflexionar de manera objetiva sobre por quíé unos invierten y otros no. Ello dejando de lado comentarios muy frecuentes vertidos por personas que no son empresarios y que parecen más bien estar haciendo  campaña para desanimarlos al máximo de invertir (a lo que hice referencia en la conclusión del post mencionado, por el enfoque de tipo “en este paí­s ahora  todo anda mal y hay mil razones para no invertir” que más parece basado en consideraciones no empresariales y de coyuntura polí­tica).

 Es que en situaciones de desaceleración económica, de mayor complejidad, las decisiones son necesariamente más difí­ciles, especialmente desde el punto de vista de la gestión del riesgo. Lo que a nivel micro lleva a posiciones de una gran diversidad, con contrastes, y ello es inevitable. Aunque de todas maneras, uno puede quedarse admirativo frente a a la actitud antí¬cí­clica que adoptan no pocos empresarios (si uno quita la inversión extranjera fuertemente ligada a commodities, que es lógico que tienda a bajar mucho, más bien se dirí­a que la inversión privada ha resistido bastante bien, como anotaba un conocido economista de nuestro medio), las decisiones empresariales no deberí­an ser objeto de descalificaciones, para muchos no es nada fácil.

Primero, como lo recordaba uno de los representantes de uno de los gremios empresariales, si la rentabilidad baja y el flujo de caja es menor, es obvio que uno lo va a pensar dos veces antes de invertir, porque se pregunta si esta situación va  a durar mucho o no, y preferirá preservar su disminuida liquidez. Un flujo de caja holgado permite más fácilmente tomar decisiones de inversión, si va disminuyendo sencillamente ya no se tiene mucho los medios, y recurrir al endeudamiento se vuelve más riesgoso; y en general, los bancos tenderán menos a prestar a mediano y largo plazo para nuevas inversiones a una empresa en dichas circunstancias, lo que es comprensible.

Segundo, porque en situaciones de desaceleración, puede haber ciertos rubros que son mucho más afectados que otros, por ejemplo si exportan a paí­ses cuyos pedidos disminuyen significativamente y/o donde los clientes se vuelven más riesgosos, por los atrasos en sus pagos. O si la competencia extranjera, por la naturaleza de sus productos, los golpea mucho más duramente Aquí­ tendremos a empresas que están más bien en situación de ver cómo sobrevivir, y difí­cilmente van a seguir invirtiendo en ese caso. Hay rubros que resisten mejor que otros a las variaciones cí­clicas, y ello es ampliamente conocido en el mundo de los inversionistas financieros. Aunque tambiíén se pueden ver situaciones en que una inversión nueva es en realidad una acción decidida por la voluntad de sobrevivir, a partir de un análisis de que seguir con lo mismo se ha vuelto imposible y un camino al fracaso, y que es necesario innovar, adaptarse, aunque la apuesta parezca audaz y de alto riesgo: se escoge entre una caí­da casi cierta, y una fuerte toma de riesgos para evitarla.

Tercero, en el caso de grupos extranjeros, ellos mismos pueden estar conociendo una situación más difí­cil en sus diferentes mercados y en su propia liquidez, y se ven obligados a priorizar ciertas inversiones y a postergar otras, en función de criterios fijados de manera muy racional, tomando en cuenta el análisis de los riesgos y las expectativas de rentabilidad. Por naturaleza, muchos de ellos, por la extensión de sus operaciones, gestionan una gran “cartera de proyectos”, y tratan de optimizarla. Aunque tambiíén se pueden ver empresas extranjeras, menos diversificadas, y de paí­ses en profunda crisis, que pueden venir a invertir acá porque es justamente la diversificación que les puede permitir aumentar sus chances de salir adelante.

 Como pueden ver, contrariamente a las situaciones en que los vientos son favorables, en las que para la gran mayorí­a de empresarios es muy fácil tomar decisiones de inversión para expandirse, las situaciones de desaceleración vuelven naturalmente las decisiones más difí­ciles, la variedad de reacciones es mucho mayor. Y es perfectamente normal, las empresas están gestionando sus riesgos, y en especial el estratíégico, en un entorno de mayores riesgos, más incierto. Para muchos que nunca han estado en la actividad empresarial o de la banca “de terreno”, es una realidad difí­cil de entender, lo que explica muchos prejuicios y malentendidos.

 Una vez reconocido que las cosas son “naturalmente así­â€ en entornos de mayor riesgo, lo mejor que pueden hacer las autoridades de diferentes niveles es crear las condiciones para “no complicarles la vida” a las empresas para que tengan más posibilidades de enfrentar con íéxito un contexto más difí­cil, y para que puedan ver más fácilmente las oportunidades que se presentan. O mejor aún, “facilitarles la vida”, para que además de tener más tiempo para identificar esas oportunidades, puedan tambiíén animarse en explotarlas, tomando algo más de riesgos en el momento oportuno. O sea, contribuir a que los riesgos para las empresas sean menores.

 En cualquier paí­s, el “entorno para hacer negocios” es absolutamente clave y cuando no se cuida suficientemente, ello se nota en perí­odos menos favorables. Así­ como en cualquier paí­s es tambiíén clave que no haya personas que no son empresarios dando repetidamente mensajes negativos y desalentadores. Ya es suficientemente difí­cil tener que lidiar con grupos manifiestamente hostiles a la inversión privada o con atávicos prejuicios anti-empresariales, un fenómeno que se ve casi en todas partes.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...