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Autor Tema: Es tiempo de amapola y en Afganistán nadie la erradicará...  (Leído 121 veces)

OCIN

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New York Times


En la provincia de Helmand, al suroeste de Afganistán, llamada la "capital de la producción de opio y heroí­na", acaba de empezar la temporada de cosecha de amapola, pero a diferencia de años previos, no habrá esfuerzos por erradicar esta práctica.

Los afganos tienen una expresión: "Bien, sin consideración a lo que ha ocurrido, seguimos flacos". En otras palabras, no se han vuelto ricos aún, sin consideración a cuánto lo hayan intentado.

Es una expresión oí­da a menudo aquí­ en la provincia de Helmand, la región suroeste que es la capital mundial de la producción de opio y heroí­na. Afganistán representa 90 por ciento de la heroí­na mundial; más de dos tercios de eso vienen de las amapolas de Helmand, con base en cifras de Naciones Unidas.

A veces la expresión es articulada con envidia: ¿cómo nos lo perdimos? Otras veces se pronuncia con codicioso sarcasmo: ¿cuánto más podemos obtener antes de que acabe el frenesí­ alimenticio?

Acaba de empezar la temporada de cosecha de amapola de este año, y las brillantes flores rojas son estridentes manchones a lo largo del paisaje profusamente irrigado. Pero, a diferencia de años previos, no habrá ningún esfuerzo serio por erradicar la cosecha de opio en Helmand, debido a una combinación de progresos del talibán y corrupción descontrolada, con ambas partes combatiendo por el narcotráfico.

Helmand es tambiíén la provincia más letal en Afganistán, con más de la mitad de todas las bajas del paí­s en combate en el último año, han confirmado oficiales afganos.

Al enviado del Presidente Ashraf Ghani a Helmand, General Divisional Abdul Jabar Qahraman, se le ha dado la tarea reparar la situación. í‰l dice que buena parte de la razón por la cual Helmand se ha vuelto tan difí­cil es que muchí­simos de sus combatientes tienen algo en juego financieramente para ver la continuación del narcotráfico y de la guerra en sí­; algo que espera deshacer convenciendo a todas las partes de que hablen entre sí­.

Dice que el problema es el sí­ndrome de la cuarta esposa. La cuarta esposa (cuatro es lo máximo permitido bajo el islam) a menudo es varias díécadas menor que el marido, así­ que su padre puede exigir un alto precio por la novia. La implicación es que grandes actores a ambos lados están hambrientos de dinero. Sin embargo, en algunos casos de prominencia en Helmand, hay realmente cuatro esposas en la imagen.

El gobernador alterno del talibán para la provincia, Mulá Manan, es de una familia pobre, pero incluso así­ tomó hace poco a una joven mujer como su cuarta esposa. "¿De dónde sacó este dinero?" dijo Qahraman. "Tuvo que pagar mucho por un matrimonio de ese tipo, y su padre ni siquiera tení­a un burro". Como contrapunto, mencionó que el comandante de la Policí­a Nacional Afgana en el distrito Nad Ali, Hajji Marjan Haqmal, tambiíén habí­a pagado solo 3 millones de afganis por una joven cuarta esposa; alrededor de 42 mil dólares, o más de tres años de salario para un comandante de distrito.

"Hay un gran juego en marcha, y Helmand está al centro de íél", dijo Qahraman. "La guerra y lucha en Helmand es una herramienta para todos: están ganando millones de ellas".

Quienquiera que controle el territorio del opio controla un rico arroyo de ingresos. El talibán impone impuestos directamente a la cosecha; algunos oficiales gubernamentales tambiíén lo hacen, o solicitan sobornos con mayor frecuencia para hacerse de la vista gorda.

El esfuerzo bíélico es otro rico objetivo para la corrupción, destacó Qahraman. "Hay una lucha armada y el lado del gobierno dispara tres rondas, pero dicen que son 50, y el otro bando, tambiíén devuelve algunas, y dice que son 100, y despuíés cada una de las partes va a vender las rondas extras", dijo. "Los tipos que pelean son solo herramientas; sus comandantes ganan el dinero".

En los últimos 11 meses, han sido muertos tres mil soldados y agentes de policí­a del gobierno afgano en Helmand, con base en las cifras de Qahraman. Eso es la mitad o más de las estimados seis mil efectivos de seguridad afgana, oficiales de policí­a y soldados muertos en las 34 provincias del paí­s en los últimos 12 meses… marcado aumento respecto del año pasado, con base en un oficial afgano de alto rango, quien habló anónimamente porque no tení­a autorizado discutir las cifras en público.

"Si digo que no es tan mala, estarí­a mintiendo", dijo Qahraman. "Pero si digo que es abrumadoramente mala, estarí­a mintiendo igualmente. La situación es frágil. Cuando seamos fuertes, vamos a ganar. Cuando ellos estíén fuertes, ellos van a ganar".

Las bajas civiles tambiíén están aumentando. En el Hospital de Emergencia de Lashkar Gah, administrado por un grupo de ayuda con base en Italia, las bajas aumentaron 10 por ciento en enero y febrero, a 405, comparado con el mismo periodo un año antes.

"Ahora ya no puedes ir con seguridad a ninguna parte en Helmand", dijo El General Divisional Esmatulá Dawlatzai, quien fue puesto a cargo en fecha reciente de todas las fuerzas policiales de Helmand. "No puedes dar un paso fuera de Lashkar Gah de manera segura, y eso es un hecho", agregó, refiriíéndose a la ciudad capital de la provincia.

"Eso no va a cambiar hasta que hagamos algo con respecto a la corrupción polí­tica, que está siendo llevada a cabo desde Kabul e involucra a todos, ancianos, parlamentarios, polí­ticos, todos ellos", prosiguió Dawlatzai. "En particular, la policí­a no es una policí­a nacional. No está peleando en beneficio de su paí­s, sino por sus patrocinadores".

El Mulá Mayid Ajonzada, el vicepresidente de la provincia, dijo que todo lo que Helmand habí­a recibido de Kabul era promesas vací­as, conforme el talibán iba ganando cada vez más territorio. "El hecho es que nada se ha hecho con la excepción de llenar sus propios bolsillos", dijo. "Eso es todo lo que ellos hacen".

Los hombres nombrados para reformar a la policí­a y el ejíército en Helmand, Dawlatzai y Qahraman, están enfrentando dificultades y muchos de los obstáculos son internos.

De 2014 a 2015, la erradicación del opio en Helmand casi se duplicó, lo cual generó gran aclamación en cí­rculos encargados de hacer valer la ley. Sin embargo, este año el nuevo jefe de seguridad del ministerio de Combate a Narcóticos, Mayor Rahmatulá Alokozai, cuyo deber principal es la erradicación de opio, ha declarado que no habrá ninguna en 2016. Con el talibán en pleno control de cinco de los 14 distritos de la provincia de Helmand, y más de la mitad de su territorio, no serí­a posible, insistió Alokozai.

"Este año está totalmente fuera de control. El año pasado no fue como este", dijo el mayor en una entrevista. "Ahora que no tenemos seguridad, no podemos hacer nada. Es obvio".

Sin embargo, detractores de Alokozai dicen que íél claramente no está interesado en intentarlo, quejándose de que no solo no está calificado para una posición tan crucial, sino que la gran cantidad de dinero que íél pagó por su empleo sugiere que se puede ganar dinero cancelando la erradicación.

Cuando una carta oficial del ministerio del Interior de Afganistán, proponiendo a Alokozai como el zar de erradicación en Helmand, llegó al escritorio de Dawlatzai, el general dijo que íél habí­a garrapateado una nota a travíés diciendo: "í‰l ni siquiera deberí­a estar en la fuerza de policí­a, ya no digamos en combate a narcóticos".


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