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Autor Tema: ¿Crees que sabes respirar?  (Leído 573 veces)

Scientia

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¿Crees que sabes respirar?
« en: Mayo 27, 2016, 08:37:54 pm »
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¿Crees que sabes respirar?


¿Crees que sabes respirar?

Observa a un bebíé de pocos meses de nacido: verás que respira levantando el abdomen, no el pecho. Es lo que se llama “respiración diafragmática”. Y ahora fí­jate en cómo respiras tú: posiblemente utilizas sólo los músculos del pecho para hacerlo. De alguna manera, al crecer olvidamos cómo respirar bien, y eso influye decisivamente en nuestra salud, pues no se logra desarrollar completamente nuestra capacidad pulmonar, por un lado, y el proceso vital de oxigenación no se realiza de la forma correcta, lo que contribuye a que nuestros órganos se vayan deteriorando poco a poco.

¿Crees que sabes respirar?

¿Quíé sucede en la respiración? Es un proceso que consta de 4 etapas, que serí­an la inhalación y exhalación, la hematosis, el transporte de oxí­geno y la respiración celular. Porque cuando respiramos lo hacemos no sólo con los pulmones, lo hacemos con todo el cuerpo.

Fí­jate: cuando inhalas aire, llevas el oxí­geno a tu sangre, y al exhalar expulsas aire con dióxido de carbono –que es el desecho–. Claro que al inhalar no sólo es aire lo que metemos al cuerpo, tambiíén muchas sustancias contaminantes y polvo; pero para eso tenemos la nariz, que se encarga de limpiar y filtrar el aire que llevamos a los pulmones (de allí­ que el primer paso para respirar bien sea respirar por la nariz) gracias a los cilios –pelitos– que se encuentran en su interior y que retienen los elementos de mayor tamaño. Además, calienta el aire que llega a los pulmones evitando posibles resfrí­os. Cuando respiras por la boca no obtienes ninguno de estos beneficios, pues la boca no tiene filtros para retener partí­culas y, más bien, reseca la garganta.


 
La hematosis es el intercambio gaseoso que se realiza entre la sangre y los distintos tejidos del cuerpo. La sangre se oxigena en los pulmones y a travíés de ella el oxí­geno pasa a las cíélulas; al mismo tiempo, el dióxido de carbono y el vapor de agua pasan a la sangre y son transportados hacia las venas cavas y luego al corazón, que la enviará otra vez a los pulmones y a las cíélulas del cuerpo. Es un proceso interminable y vital.

¿Crees que sabes respirar?

Pero si no respiras bien, ¿quíé sucede? En primer lugar, la capacidad torácica y pulmonar va disminuyendo. Si no pones en funcionamiento óptimo el diafragma el oxí­geno no llegará a todo el pulmón, sólo a su parte superior. Por otro lado, cuando respiras con el pecho pueden tensarse los músculos de la espalda y el cuello, lo cual te provocará dolor. Y otra consecuencia importante es que si no tienes el diafragma fortalecido no tendrás resistencia si practicas algún deporte.

Cuando respiramos con el pecho, tendemos a inhalar muy poco oxí­geno, y eso obliga a inspirar más veces y a un ritmo alto para lograr el oxí­geno necesario, lo que puede suponer un esfuerzo mucho mayor y una respiración arrí­tmica. Respirar así­ todo el tiempo provoca fatiga, dolor de cabeza y ansiedad, e impide que nos relajemos.

Pero siempre es posible aprender. Lo importante es tomar conciencia de nuestra respiración y corregir los errores. Un buen ejercicio para aprender a respirar y fortalecer el diafragma es íéste: túmbate en el piso y coloca una mano en tu abdomen y otra en el pecho (para que sepas diferenciar ambos movimientos). Cuando inhales aire, hazlo llevando el aire hacia el abdomen y sentirás cómo se levanta, y de allí­ subirá hacia el pecho llenando los pulmones. Así­, tu capacidad pulmonar irá creciendo y más sangre se oxigenará. Retíén tres o cuatro segundos y poco a poco exhala, primero el pecho bajará y luego el abdomen.

Puedes “dividir” este proceso en 3 partes: bajo abdomen, medio abdomen y pecho, de modo que cuando inhales empujes el abdomen hacia afuera y cuando exhales lo dejas volver hacia dentro. Puede sonar difí­cil pero es muy sencillo.

¿Crees que sabes respirar?

Es importante que la inhalación sea lenta y profunda, y que la exhalación dure algo más. Practí­calo por pocos minutos cada dí­a, y en la respiración normal toma conciencia de cómo lo haces. Una manera es sincronizar los pasos con el ritmo de la respiración. Inconscientemente, tu cuerpo volverá a respirar bien, y los beneficios no tardarán en aparecer: te cansarás menos, tu cerebro funcionará mejor y podrás controlar efectivamente tus emociones. Todo esto gracias a una buena respiración. Y como dicen los que practican yoga: “respirar bien es vivir bien”.

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