Por Alvaro Alba
La prensa soviíética nunca fue de fiar. El Pravda (Verdad) era el órgano del partido comunista y el Izvestia (Noticias) representaba al parlamento o Soviet Supremo de la URSS. Los soviíéticos afirmaban que en la Verdad no había Noticias y en la Noticias no había verdad.
Cuando la perestroika comenzaron a aparecer nuevos periódicos y revistas que simbolizaba la transparencia (glasnost). Hoy día se vive un retorno al pasado. Los principales diarios rusos se subordinan al Kremlin, los independientes fueron cerrados poco a poco, al igual que estaciones de radio y de televisión.
Los expertos no confían en lo que aparece en la prensa rusa. La guerra de Georgia enseñó que un mismo acontecimiento era reflejado de manera diferente. Había una versión rusa de los hechos y otra que se leía en los diarios de España, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, Japón o Estados Unidos.
En el Kremlin parecen que se cansaron de esa situación y ahora prefieren tener diarios por todo el mundo para explicar como ellos (los rusos de la Plaza Roja) ven el mundo. Dinero (dólares, libras esterlinas o euros) tienen de sobra en el Kremlin y hay suficientes rusos, ciudadanos naturalizados en otros países del Viejo Continente, prestos a cumplir los requerimientos.
Recientemente se conoció que el oligarca y ex agente del KGB, Alexander E. Lebedev, será el nuevo propietario mayoritario del vespertino londinense Evening Standard. Al igual que Putin salió del KGB en 1991, y lo hizo tambiíén con el grado de coronel. Estuvo en el espionaje soviíético en Londres a finales de la díécada ochenta bajo cobertura diplomática.
Domina a la perfección el inglíés, español, francíés e italiano. En 1993, junto a otros ex empleados de la embajada soviíética crean en la capital británica una empresa dedicada a la búsqueda de capitales e inversionistas y para ese fin fundan un banco – Imperial. Apoya las campañas electorales de Boris N. Yeltsin, y participa en diferentes comicios electorales. Desde la batalla por la alcaldía de Moscú hasta una silla en la Duma tuvo durante el período legislativo del 2004 al 2007.
En la actualidad ocupa el lugar 359 en la lista de los multimillonarios que hace la revista Forbes, pues su fortuna se valora en 3 mil millones de dólares. La compra del diario londinense fue a travíés de su hijo, Evgueni, que vive allí y es súbdito de la corona inglesa. Aunque en ocasiones se menciona a Lebedev como ejemplo de empresario que no siempre obedece las ordenes del Kremlin; su cambio frecuente de partido político (siempre cercano a la Plaza Roja) y la alianza reciente con Mijaíl S. Gorbachev, no son símbolos precisamente de su oposición.
Es dueño de un parte de Novoya Gazeta, uno de los pocos diarios que se permite de vez en cuando criticar un poco al gobierno, pero el tono disminuye con los meses, e inclusive llegó a cerrar el periódico moscovita Moskovskie Korrespondent (Corresponsal Moscovita) por órdenes del Kremlin, tras publicarse un artículo donde vinculaba amorosamente al entonces presidente Putin con una joven gimnasta.
El otro caso que acapara la atención en el mundo de los rotativos se origina en Francia. El diario France- Soir fue todo un símbolo de la prensa francesa de post-guerra y recientemente alcanzó mayor notoriedad por publicar las caricaturas de Mahoma que tanto ofendieron a los extremistas islámicos. El cotidiano pertenece ahora al grupo Sablon Internacional, que dirige el ruso-francíés Alexander V. Pugatchev, hijo del oligarca ruso Serguei V. Pugatchev.
La revista Forbes lo ubica en el lugar 605 de los multimillonarios del mundo, con una fortuna que sobrepasa los dos mil millones de dólares. Oriundo de Leningrado, al igual que el presidente (Medvedev) y primer ministro (Putin), terminó la Universidad en esa ciudad y en la íépoca de la perestroika funda un banco, que enseguida estuvo cerca del Kremlin en las operaciones comerciales y en la entrega de las primeras tarjetas de críéditos para los funcionarios del Kremlin, en especial a la familia de Yeltsin.
Fue un miembro renombrado de la llamada “Familiaâ€, como se le conocía a los más cercanos miembros del clan de Yeltsin, que se beneficiaron con las privatizaciones iniciales en Rusia. Hoy en día es miembro de la Duma rusa por la región de Tuva, al sur de la Siberia central, en la frontera con Mongolia. Jamás se le ha oído explicar sus proyectos en tuvano, lengua natal de la región, que fue anexada a la URSS en 1944. Su condición de diputado le permite gozar de impunidad parlamentaria, al tiempo que mantiene lazos sólidos con los llamados silavikis (fuertes miembros de los organismos de inteligencia y fuerzas armadas rusas) en el gabinete actual y pasado. Son estos los dos primeros casos de compra de diarios extranjeros por los nuevos oligarcas rusos, pero no son los últimos.