Las sombras de las preferentes
Publicado en Expansión por C. Rosique
La banca se ha animado a emitir preferentes porque así mejora su ratio de solvencia, pero se trata de un instrumento complejo y con riesgo para el inversor que le puede generar píérdidas.
Las atractivas rentabilidades que ofrecen han engatusado a muchos inversores últimamente, pero la realidad es que las participaciones preferentes que se están poniendo de moda en el sector financiero tienen más sombras que luces para el inversor.
En los últimos cuatro meses los bancos de la bolsa española han realizado emisiones dirigidas a minoristas por valor de más de 3.500 millones de euros. Llaman la atención con intereses iniciales muy altos, superiores al 7% en el caso de Pastor.
Pero el inversor no debe llevarse a engaño porque, tal y como recuerda la CNMV en su última guía sobre las participaciones preferentes, “su rentabilidad, generalmente de carácter variable, no está garantizadaâ€. La retribución está condicionada a la obtención de un beneficio suficiente y a las limitaciones de la normativa bancaria sobre recursos propios. No obstante, la solvencia de los bancos españoles no está en tela de juicio.
En un momento difícil para el sector, con una crisis de calado que deteriora día a día la economía, las dudas sobre la capacidad de las entidades de generar beneficios son grandes. Por esta razón, no parece el mejor momento para arriesgarse, ya que las probabilidades de que la banca pueda suspender estos pagos es alta, según recordaba esta semana la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s, tras bajar el ráting a las emisiones de 60 entidades financieras europeas. Bien es cierto que, por eso mismo, las rentabilidades que ofrecen las entidades tienen tanto gancho.
Las entidades emisoras suelen fijar un pago más elevado en los primeros años y luego una especie de cupón variable referenciado al euribor más un diferencial.
La CNMV advierte de que, según la situación del mercado, del emisor y las condiciones financieras del producto, el valor de las preferentes puede ser inferior al que se pagó en el momento de adquirirlas, “por lo que el inversor podría sufrir píérdidasâ€, tal y como alerta el supervisor. Es decir, podría obtener mucho menos de lo que invirtió inicialmente. Se negocian en un mercado organizado, no en bolsa, pero incluso el supervisor indica que su liquidez es limitada y que no siempre es fácil deshacer la inversión.
Da buena prueba de ello cantidad de inversores que pueden tardar meses, o incluso años, en vender sus preferentes en el mercado. En muchos casos, hacerlo en un mes se considera un logro, pero hay emisiones por las que nadie apuesta si no es con un descuento agresivo sobre el nominal que desembolsó el inversor. Sólo como referencia, en alguna entidad el importe nominal de órdenes de compra de preferentes es de 450.000 euros y las órdenes a la venta superan los 28 millones de euros.
Las entidades se reservan el derecho a amortizar las participaciones (recomprarlas) a partir del quinto año, generalmente, pero no están obligadas. Sería un logro para el inversor que la recompra fuera al mismo precio al que se emitieron, pero no siempre sucede. Hay preferentes emitidas hace diez años que todavía no han sido amortizadas. El horizonte temporal de la inversión queda en manos del emisor.
Tampoco hay que olvidar los gastos que conlleva la inversión. El precio de compra o venta puede llevar implícitas comisiones a favor de su entidad financiera, a las que se puede sumar las de intermediación y los gastos de administración y custodia.
Otro elemento importante es que, en caso de insolvencia del emisor, las preferentes se sitúan por detrás de los acreedores comunes, aunque por delante de las acciones ordinarias.