JON AGIRIANO.-
Antes de viajar a Villarreal, Joaquín Caparrós aseguró que el Athletic estaba en perfecto estado de revista. El equipo se había olvidado de la Copa y de las patadas en la espinilla de Muñiz Fernández, y tenía la moral por las nubes. El tíécnico de Utrera debía estar muy convencido de lo que decía porque, de hecho,ayer envió a sus muchachos a una batalla a pecho descubierto, algo que no suele ser muy habitual en un hombre precavido y receloso como íél. Y mucho menos ante un enemigo que te supera claramente en potencia de fuego, como es el caso del equipo de Pellegrini. El resultado de esta insólita apuesta decidida por el intercambio de golpes fue que el Athletic salió noqueado de El Madrigal. El 2-0 fue corto para las ocasiones que creó el submarino amarillo, sobre todo en la segunda parte, que fue justo en la que el Athletic estuvo más montaraz. Sólo la gran actuación de Iraizoz y el individualismo insoportable de Rossi impidieron al Villarreal ampliar su renta y dictar sentencia antes del descuento.
La derrota deja a los rojiblancos metidos en problemas. Se quería a toda costa evitar las urgencias, pero da la impresión de que íéstas ya han llegado. La Liga está pasando la factura de pasados desprecios. De este modo, el del próximo domingo ante el Mallorca volverá a ser uno de esos partidos que el Athletic jugará con una zarpa en el cuello. Ya los conocemos, aunque queríamos olvidarlos. O se gana o habrá que resignarse a no poder celebrar con los cinco sentidos, libres de miedos y preocupaciones, el gran sueño de la Copa. Pero así se está escribiendo esta historia de suspense. Como sucedió en la primera vuelta, el paso de los Alpes ha tenido un efecto demoledor sobre el equipo de Caparrós, incapaz de nuevo de sumar un solo punto, algo que no le ha ocurrido a ningún otro conjunto de Primera. La estadística da quíé pensar sobre la consistencia de este Athletic y sobre su capacidad de superación.
El partido tuvo dos partes bien diferenciadas. En la primera, el pulso estuvo bastante igualado, aunque fue el Villarreal el que dispuso de las mejores ocasiones. Pero ayer no era el día de Rossi y Nihat, por mucho que Ibagaza, que se pasó el partido frotando la lámpara maravillosa, les ofreciera un buen surtido de asistencias. Más allá del peligro que le creaban los pequeños diablos de Pellegrini, el Athletic mantuvo el tipo, bien ordenado en torno a Orbaiz. A su juego le faltó profundidad. Para ello necesitaba el aporte de sus bandas y ni Susaeta ni Gabilondo, titulares por la sanción de Yeste y la lesión de David López, encontraron la forma de dar con la tecla. De este modo, el fútbol ofensivo del Athletic se limitó a buscar de mala manera a Llorente, desapercibido durante toda la primera mitad, y a Toquero, cuya brega tiene ya un punto compulsivo que no es normal. El chaval se pega tal paliza en la presión que luego, cuando trata de jugar el balón, siempre parece faltarle aire. No estaría mal que Caparrós, su gran valedor, le enseñe un poco sobre economía de esfuerzos.
Manos del Villarreal
Con este panorama, no es de extrañar que las oportunidades del Athletic durante la primera parte se limitaran a un disparo de Gabilondo en el minuto 13, que se envenenó tras tocar en un defensa, y en un penalti no señalado de Godín en el minuto 38. Velasco Carballo no quiso darse por enterado de las manos del central del submarino amarillo. No es cuestión de compararle al hombre con Muñiz Fernández, faltaría más, pero su error pudo cambiar el rumbo del partido.
Sería muy bonito saber cómo se desarrolló el descanso dentro del vestuario del Athletic, cuál fue el contenido de la charla de Caparrós a sus jugadores y el ambiente que se cuajó entre ellos. Como esa información es secreta, sólo queda fabular un poco. La impresión de este cronista es que los rojiblancos unieron sus manos y pronunciaron el 'Yes we can' de Obama. O que el tíécnico les convenció de que la victoria era suya si tenían arrestos para lanzarse al abordaje. Algo de esto tuvo que haber, porque lo cierto es que el Athletic se remangó y, ante la salida en tromba del Villarreal, decidió responderle de la misma manera.
Marea a amarilla
La actitud de los rojiblancos fue meritoria. Se hace difícil ponerle peros a un equipo cuando se comporta con valentía y se parte la cara con un grandullón en busca de la victoria. Ahora bien, consumada la paliza, se hace inevitable pensar en el flagrante error del cálculo cometido. Parece claro que al Athletic no le convenía ese intercambio de mamporros. Con espacios para jugar a la contra, la calidad del Villarreal se acabó imponiendo por pura lógica. Antes de que Cazorla abriera el marcador en el minuto 67, Nihat, Rossi y Eguren estuvieron en disposición de hacerlo. De la misma manera, antes de que 'Matigol' hiciera el 2-0 en el descuento, Joseba Llorente y de nuevo Rossi estuvieron a punto de batir a Iraizoz. La marea marilla, en fin, se llevó por delante al Athletic, que por si la calidad del rival fuera poca volvió a quedarse con un hombre menos tras la expulsión, bastante rigurosa, de Susaeta. A remar tocan.