Diez años después de que Borja Prado fuese nombrado presidente de Endesa y de que Enel llegase a un acuerdo con Acciona y se convirtiese en el principal accionista de la firma -por aquel entonces pasaba a controlar el 92,06 por ciento del capital-, la compañía afronta una nueva era. Juan Sánchez-Calero ha sido nombrado presidente no ejecutivo, en un movimiento que ha hecho que José Bogas, consejero delegado, concentre los poderes ejecutivos.
Así, será el encargado de liderar el proceso de transformación de la empresa y tendrá como reto sustituir la capacidad que irá perdiendo por la decadencia de la producción de carbón y el cierre de las centrales nucleares, un proceso del que estarán muy pendientes más de 200.000 accionistas minoritarios. "Con una parte importante de los activos de generación de carbón cerrando en 2 años y con las nucleares en camino, vemos razones para el optimismo gracias al sólido negocio de suministro y la solidez de su balance para mantener una remuneración decente mientras la compañía pivota hacia una generación más renovable", explican los expertos de RBC Capital Markets.