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Autor Tema: ¿Se acabó el 'boom' de las renovables?  (Leído 582 veces)

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¿Se acabó el 'boom' de las renovables?
« en: Octubre 24, 2009, 12:14:42 pm »
¿Se acabó el 'boom' de las renovables?

por Lorena López en El Economista 

La energí­a 'verde' se ha convertido en el patito feo en las negociaciones con Industria. Las compañí­as piden controlar las primas a la solar para no perder producción elíéctrica.

La batalla está servida. De un lado, las elíéctricas tradicionales, del otro, los promotores de la energí­a termosolar. Los primeros ven como su negocio está mermando por "la intrusión de quienes sólo quieren especular con la energí­a solar". Los segundos piden que se mantenga una regulación estable para el sector de cara a mantener sus inversiones.

Pero al final, será el Ministerio de Industria quien pondrá las reglas del juego y, de momento, las energí­as verdes tienen todas las de perder.

Iberdrola y Gas Natural, las dos primeras elíéctricas del paí­s, han alzado su voz al uní­sono para pedir un cambio en el sistema de incentivos a las renovables. Una concordancia peculiar: uno habla y el siguiente se suma y habla más, aunque nada es gratuito. Al final, se trata de grandes empresas lidiando con un Ministerio, el de Industria.

Pero la solución es propia de un juego de niños como el de cambiar cromos. "Lo que te quito de aquí­, te lo compenso por allá" parece ser la máxima de la cartera que dirige Miguel Sebastián. Y es que hay muchos frentes que arreglar: las negociaciones para acordar la tarifa elíéctrica están a la vuelta de la esquina, así­ como la futura normativa que obligará a las elíéctricas a consumir carbón nacional.

Pero en esta coyuntura las ayudas a las energí­as renovables se han erigido como el patito feo. El blanco perfecto para disparar, al calor de los costes que suponen para el sistema y que pagarán los consumidores a travíés del recibo de la luz. El consejero de Gas Natural, Rafael Villaseca, cifró este gasto en 4.800 millones. Y lo que pesa en el bolsillo siempre es un filón en cualquier negociación.

Para entender la batalla entre promotores y elíéctricas, hay que repasar el sector en el último año. La coyuntura económica se ha saldado, entre otros aspectos, con una caí­da de la demanda energíética a niveles de 2006. El pasado mes de septiembre ascendió a 188.275 millones de kilovatios hora (kWh), un 4,8 por ciento menos que en el mismo periodo del año anterior.

La consecuencia es que sobra potencia instalada. El sector elíéctrico, que tradicionalmente siempre ha tenido miedo a no poder cubrir la demanda de luz, se encuentra ahora justo con el problema contrario: exceso de generación.

Algunas previsiones apuntan a que hasta el 2012 no se recuperará la demanda y para entones, y teniendo en cuenta el crecimiento de las renovables, pueden sobrar unos 4.000 MW verdes. Las elíéctricas se quejan de que "ahora hay que mantener unas primas muy costosas para el sistema cuando está claro que hay más megavatios de la cuenta". En concreto, en 2008 la potencia instalada ascendió a 90.878 megavatios (MW) para una demanda de 263.530 gigavatios por hora al año (GWh/año).

Gas Natural o Iberdrola aprovechan esta situación para criticar "la especulación que se ha producido en el sector de las tecnologí­as limpias, donde algunos promotores sólo han querido enriquecerse a costa de estas licencias, en lugar de reinvertir los beneficios en I+D+i". La energí­a termosolar ha experimentado un brutal crecimiento, como consecuencia de una normativa que fija un cupo para obtener las primas. Esto ha provocado que los proyectos se presenten de forma masiva con solicitudes para instalar más de 4.000 MW, cuando el objetivo planteado por el Gobierno era de 500 MW. Las elíéctricas cifran en 2.000 millones de euros anuales el sobrecoste de superar el objetivo en 3.500 MW.

En opinión, de Gas Natural "ya se ha más que cumplido el objetivo de que en 2020 el 20 por ciento de la energí­a sea de origen renovable". En su opinión, "España ya está en el 28 por ciento y es hora de revisar el sistema". El ejecutivo de la gasista añadió que las subvenciones a las renovables equivalen a 39,5 veces el presupuesto incluido en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2009 para la investigación energíética, medioambiental y tecnológica, así­ como a 5,5 veces el del Consejo Superior de Investigaciones Cientí­ficas (CSIC).

Los nuevos se abren paso
Además, el espectacular crecimiento de las energí­as verdes, unido a la caí­da de la demanda, ha provocado una reducción del mercado de las energí­as convencionales, que según los cálculos del Ministerio reducirán su peso en el mercado desde el 48 por ciento actual al 26 por ciento en 2020 si continúa esta tendencia de expansión de las tecnologí­as limpias. Y es aquí­ donde se produce el problema de la confrontación, cuando los nuevos pisan el terreno a los veteranos.

De esta manera, las energí­as renovables están dejando fuera al gas y al carbón. Así­ comienzan los lamentos empresariales. El primer golpe se lo está llevado el carbón, sobre todo el autóctono, que se consume menos que el importado por ser más caro y contaminante. Los grupos de carbón han pasado de una contribución en el 2007 del 25 por ciento a un 15 por ciento en este año. Por su parte, la producción ha registrado un descenso del 35,6 por ciento respecto al 2007, lo que sitúa su aportación a la generación total del ríégimen ordinario frente al 32,1 por ciento del año anterior.

La situación es tan crí­tica que los sindicatos CCOO y UGT advierten del fin de la minerí­a. El Ministerio ya se ha puesto a arreglar este desaguisado y se está hablando de la posibilidad de aplicar un mecanismo de incentivos para consumir el carbón nacional. Pero el problema no se termina. Si se consume carbón por obligación se dejará de consumir una parte de gas natural, aunque se seguirá comprando esta energí­a dado que sus contratos están basados en cláusulas take or pay (te lo llevas o lo pagas igual). En definitiva, más píérdidas para las compañí­as energíéticas, que no podrán dar salida a toda su mercancí­a.

Inseguridad regulatoria
Con estos argumentos, se está poniendo en bandeja la cabeza del sector de las renovables y, en definitiva, sus primas. Las elíéctricas empiezan a hacer presión para poner de su lado la balanza. Pero en el otro lado, se encuentran las empresas termosolares que han realizado un gran esfuerzo inversor para la consecución de proyectos que ahora se ven presos de una gran incertidumbre regulatoria.

En declaraciones a elEconomista, Jaime Rojas, director general de Sur de Renovables, explicó que "las compañí­as de termosolar quieren una normativa clara y saber a ciencia cierta si sus proyectos van a contar con las primas". "No es normal que haya que pedir financiación antes de saber si vamos a tener primas", aseveró.

El presidente de Enertis, Josíé Luis Galindo, señaló que "ahora que el sector ha demostrado que puede ser verdaderamente competitivo no es el momento de retirar las primas. Lo que sí­ cabrí­a es que las primas sean exigentes y que se aporten a aquellas fuentes de energí­a que demuestran que funcionan."

El responsable de energí­a de IDOM, Alvaro Blasco, consideró que "las primas no deberí­an desaparecer, aunque tal vez convenga ir reduciíéndolas en la futura norma para el desarrollo de la termosolar. El problema del mecanismo de pre-registro es que no se sabe quíé expectativas puede tener el que no entre en el cupo, ni a quíé prima puede aspirar". Por su parte, Carlos Segura, socio de Eclareon, critica que el Gobierno haya fijado un pre-registro sin contar con un Plan B. Además, señaló que "los inversores empiezan a cuestionarse si les merece la pena seguir apostando por este paí­s". En su opinión, el sistema de cupos "no es el mejor modelo para evitar la especulación del sector" y apostó por un sistema como el de Alemania, que baja las tarifas en función de los megavatios instalados.

Jorge Chocarro, de Tramitación de Heliosolar, aboga por una regulación más estricta y con un marco normativo mucho más estable. Tambiíén lamenta que "el sistema de cupos está parando el mercado".

Parece que las espadas se mantendrán un tiempo en alto porque ninguno de los dos bandos quiere rendirse. ¿No hubo ya una guerra que duró cien años?