Entre los trabajadores que fabrican aquí el Jeep Grand Cherokee, hay pocas diferencias obvias. Con sus mochilas de alimentos y bebidas, pasan juntos cada día los torniquetes en la entrada principal de la planta, para ocuparse de los mismos vehículos, en la misma línea de ensamblaje y realizar las mismas tareas.
Sin embargo, entre ellos hay dos clases distintas: cerca de la mitad gana 28 dólares la hora, o más, en tanto que el resto, los reciíén contratados, ganan 14 dólares la hora.
Aunque extraña, esta situación se puede volver norma en gran parte de la industria automovilística de Estados Unidos. Se originó el año pasado, cuando la industria domíéstica estuvo al borde de la muerte, y un jurado redactó un acuerdo que firmaron el sindicato del ramo, los patronos y el gobierno federal. La recuperación de la industria automotriz depende ahora de un acuerdo que todas las partes, calladamente, reconocen como divisivo, entre otras cosas, y que probablemente no durará.
“¿Cómo te sentirías si estuvieras todo el día en la línea luchando y el tipo a tu lado gana el doble que tu? ¿Cómo te sentirías con esa persona?â€, preguntó Dale Hunt, veterano obrero de la planta y ex presidente del sindicato local. “Por supuesto, va a haber animosidadâ€.
El salario de los obreros fue una parte central del prolongado debate en Washington sobre el rescate de General Motors y Chrysler, en el que se enfrentaron los partidarios del libre mercado contra los defensores de un “salario justoâ€. Muchos reconocieron que la reducción de costos laborales era esencial para la recuperación de las compañías, pero el asunto nunca se resolvió por completo.
Presionados por el gobierno federal y las compañías para reducir compensaciones, el Sindicato de Trabajadores del Auto se rehusó a reducir la tasa salarial de sus afiliados. Empero, aceptó que en todos los nuevos contratos se aplique una tasa salarial más baja, así como menos beneficios de salud y de jubilación.
En esta planta de Chrysler la compañía dispuso un segundo turno de trabajadores para afrontar la demanda de su Jeep Grand Cherokee, lo que se volvió la mayor apertura de nuevas plazas en mucho tiempo en el sector. Otras compañías señalan que tambiíén ampliarán su fuerza laboral, y se espera que con eso se vuelvan a implantar los segundos turnos.
Despuíés de un turno de ocho horas atronillando sensores de oxígeno, Jay Johnson, un reciíén empleado, de 33 años y padre de tres niños, hizo una mueca cuando se le preguntó por la brecha salarial. “Todo está en la menteâ€, dijo. “Si tu piensas cuánto más están ganando los otros, de nada te va a servir. No creo que vuelvan los tiempos de 28 dólares la hora. Pero yo que crecí acá, síé que es una bendición tener trabajoâ€.
Con esto, Johnson hizo eco de los sentimientos de muchos de sus compañeros.
Varios señalaron que están contentos, por ahora, de recibir regularmente un buen cheque, sin importarles si los sueldos son equitativos o no.