España, entre los países más afectados por la crisis de críédito, según Críédito y Caución
El incremento de los impagos y el coste de capital en España se debe a que la economía se basa en la industria de la construcción.
El 44% de las empresas españolas han sufrido el impacto de la crisis de críédito, lo que sitúa a España entre los mercados más afectados por esta circunstancia, según el estudio The Global Crisis realizado con el apoyo del grupo Atradius, que opera en el mercado ibíérico a travíés de la compañía de seguros Críédito y Caución.
Según el estudio, el mayor impacto se ha registrado en Estados Unidos (68%) y en Míéxico (60%), mientras que a nivel europeo, España (44%) ocupa el tercer lugar, por detrás de Italia (58%) y Reino Unido (46%). Las economías más protegidas frente a la crisis de críédito pertenecen al Noroeste de Europa, como Suecia (7%) o los Países Bajos (21%).
Las compañías mexicanas, españolas e italianas fueron las que experimentaron las mayores reducciones en su capacidad de acceso a la financiación de las entidades financieras, tanto a corto como a largo plazo.
Además, modificaron sus políticas de aplazamiento de pago y extensión del críédito a clientes. El 42% de las empresas españolas afirma haber introducido restricciones en ese sentido, un porcentaje sólo superado por Míéxico (52%), Estados Unidos (50%) e Italia (45%).
Por otro lado, el informe destaca que diversos factores vinculados a la crisis crediticia, como el endurecimiento del críédito y el incremento de los impagos, causarán una ralentización del crecimiento y limitaciones en los negocios en expansión a lo largo de lo que resta de 2008 y el inicio de 2009.
En el caso español, el estudio explica que esta mayor "preocupación acerca del incremento de los impagos y el coste de capital" se debe en parte a que "la economía se basa en gran medida en la edificación y la industria de la construcción, que se prevíé que se ralentice en 2008".
Finalmente, el vicepresidente del consejo de dirección del grupo Atradius, Peter Ingenlath, estimó para 2008 una ralentización del crecimiento económico a nivel mundial y una caída del crecimiento en algunos mercados como resultado de la disminución del consumo, la caída de la producción, las presiones inflaccionistas, el rápido aumento de los costes energíéticos y la debilidad del dólar y la libra esterlina.