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Autor Tema: Recesión y debacle en los mercados si EE UU no paga  (Leído 254 veces)

Eguzki

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Recesión y debacle en los mercados si EE UU no paga
« en: Julio 27, 2011, 07:47:07 am »
Nadie quiere creer que Estados Unidos, la principal potencia del mundo, llegue a suspender pagos si finalmente republicanos y demócratas no acuerdan incrementar el techo de deuda. Las advertencias de los polí­ticos dan una idea de la debacle que se desatarí­a. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, lo ha calificado de un default de autolesión con desenlaces desastrosos. El FMI advierte de serias consecuencias para la economí­a mundial, el propio presidente Obama avisa de los severos daños que causarí­a a la nación y Geithner, el secretario del Tesoro de EE UU, lleva meses pintando un escenario catastrofista para los mercados. ¿Hablamos de la antesala a otra Gran Depresión?

"¿Cómo se puede explicar un proceso explosivo. Lo mejor es tirar la bomba y ver", ironiza Lorenzo Dávila, jefe de investigación del IEB. "Predecir el impacto es muy complicado. Teóricamente causarí­a un desplome de los precios de los bonos en EE UU -y como consecuencia fuertes subidas de los tipos de interíés-, una depreciación salvaje del dólar, la huida del dinero a las monedas refugio, un encarecimiento brutal del precio del petróleo y el hundimiento de los emergentes ligados al dólar".

Los efectos en la renta variable tambiíén serí­an sonoros. El hundimiento de los mercados de EE UU contagiarí­a de manera automática al resto de Bolsas. "La interdependencia es tal que todos se verí­an impactados", comenta Fernando Hernández, responsable de gestión de Inversis Banco. Al tiempo que la retirada de dinero de los fondos por la píérdida de valor de los activos probablemente agravarí­a aún más el desplome de los mercados, generando así­ una espiral difí­cil de parar. La píérdida de valor de los activos y su efecto en las instituciones financieras tambiíén serí­a de calado, lo que hace a muchos economistas temer otra crisis financiera.

Eso sin contar con otros efectos indeseados. "Afectarí­a a los tenedores de deuda de EE UU, principalmente China y Japón, a quienes repercutirí­a en tíérminos de riqueza y valor, impactarí­a a las exportaciones chinas, encarecerí­a los productos europeos si el euro responde como moneda refugio y provocarí­a tambiíén una reducción del comercio internacional, algo que causarí­a una recesión mundial parecida a la Gran Depresión porque una situación así­ llevarí­a al proteccionismo", advierte Dávila.

En definitiva, todo un cúmulo de consecuencias especialmente nocivas para EE UU pero que no tardarí­an en extenderse como la pólvora al resto de la economí­a mundial. Y es que si EE UU, paí­s que sirve de referencia del activo libre de riesgo, tiene problemas para satisfacer determinados pagos, las primas de riesgo de todo el mundo aumentarán de forma significativa, algo que se notará con virulencia en los tipos de interíés, limitando la capacidad de generar crecimiento.

El secretario del Tesoro de EE UU, Tim Geithner, ya ha advertido que una suspensión de pagos, reducirá notablemente el crecimiento del paí­s y aumentará aún más el desempleo. Obama ha querido ser incluso más claro al avisar que un default equivaldrí­a a una subida de impuestos para todos los americanos por el incremento de los costes de financiación en tarjetas de críédito, príéstamos o hipotecas.

Al mismo tiempo la subida de los tipos de interíés complicarí­a la vuelta a la sostenibilidad presupuestaria del paí­s y reducirí­a los ingresos fiscales, lo que tambiíén implicarí­a una reducción de las inversiones en infraestructuras, educación o sanidad, más frenos para el crecimiento.

"Pensamos que el acuerdo se va a alcanzar porque el mercado no está preparado para algo así­. Todo se arregla con un acuerdo parlamentario", comenta Pablo Guijarro, de AFI. Por ello, la hipótesis de la suspensión de pagos se descarta, pese a la cercaní­a del 2 de agosto, fecha lí­mite para acordar los cambios. En el peor de los casos se espera algún parche. No se descarta extensiones de los críéditos, una lí­nea de críédito de la Reserva Federal o el retraso en otros pagos como los de la Seguridad Social.

El dólar pierde su valor refugio
1. Dólar. Uno de los efectos más temidos por los mercados es el impacto que pueda tener una suspensión de pagos de EE UU en el dólar. Una fuerte caí­da de la demanda de deuda estadounidense provocarí­a una importante píérdida de valor del billete verde frente a otras divisas. Una depreciación desordenada que abrirí­a un importante interrogante sobre su hegemoní­a como reserva mundial. La volatilidad de la divisa probablemente la llevarí­a a perder esta cualidad. La depreciación impedirí­a tambiíén a la Reserva Federal absorber todos los dólares con el consiguiente efecto en la inflación.


2. Oro. La huida masiva de los activos de riesgo que desatarí­a una suspensión de pagos de EE UU dejarí­a pocos lugares en los mercados donde refugiarse. Los expertos prevíén caí­das tanto en Bolsa, bonos como materias primas y ven tan solo al oro como posible beneficiado en una situación de tensión extrema.


3. Deuda. De momento, la reacción de los inversores implica que pese al nerviosismo que suscita la falta de acuerdo polí­tico en EE UU, los mercados dan una probabilidad muy baja a una suspensión de pagos del paí­s. La rentabilidad del bono a 10 años cotiza todaví­a en el entorno del 3%, un nivel similar al que mantiene desde el pasado mes de mayo y que dista mucho, por ejemplo, del 18% al que cotizaron los bonos a 10 años de Grecia la semana pasada cuando se temí­a que el paí­s acabara suspendiendo pagos. Un tasa del 6% para la deuda de EE UU ya serí­a un termómetro de miedo ante un default.

Republicanos y demócratas aún están lejos de conseguir el consenso
La negociación sobre el díéficit de EE UU sigue encallada. Republicanos y demócratas no consiguen ponerse de acuerdo para aprobar el aumento del techo del endeudamiento más allá del lí­mite legal de 14,3 billones de dólares. Conforme se acerca el 2 de agosto, fecha lí­mite para conseguirlo, destacan dos propuestas, una de cada partido.

El tiempo apremia y tanto republicanos como demócratas trabajan a destajo para recabar los apoyos suficientes sin que aún se perfile con claridad la cercaní­a del consenso. Los republicanos insisten en la necesidad de recortar gastos antes que subir impuestos, mientras que los demócratas, pese a estar dispuestos a ceder a la hora de reducir ciertos gastos sociales exigen tambiíén importantes aumentos de impuestos para las clases altas y empresas, algo que genera rechazo en el partido más conservador.

Los republicanos plantean un plan de dos pasos elaborado por el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, que aumentarí­a el lí­mite de deuda en hasta un billón de dólares antes del 2 de agosto y luego en aproximadamente 1,6 billones de dólares el próximo ejercicio, al tiempo que exigirí­a mayores recortes de gastos.

La propuesta demócrata, elaborada por el lí­der de la mayorí­a en el Senado, Harry Reid, reducirí­a los gastos en 2,7 billones de dólares. Esto permitirí­a al gobierno de Barack Obama un incremento del techo de endeudamiento en la misma cuantí­a, que asegurarí­a así­ la financiación de Estados Unidos hasta las elecciones de 2012, sin necesidad de un nuevo acuerdo con los republicanos.

Las agencias de rating han advertido ya que si EE UU no aprueba tambiíén un plan creí­ble de reducción del gasto, el riesgo de afrontar una rebaja crediticia resultará muy elevado. En el mercado se calcula que la píérdida de la triple A podrí­a costar otros 100.000 millones de dólares en pagos de intereses a EE UU.

Christine Lagarde, responsable del FMI, instó ayer a EE UU a alcanzar un acuerdo y advirtió que una suspensión de pagos del paí­s o una rebaja de rating supondrí­a un acontecimiento muy grave con efectos a nivel mundial.