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Autor Tema: Argentina: "Stress" inflacionario...  (Leído 250 veces)

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Argentina: "Stress" inflacionario...
« en: Febrero 11, 2012, 09:50:19 am »
Por...   Martí­n Simonetta
 


Roberto es empleado en una empresa mediana en el Gran Buenos Aires. Si bien su trabajo se encuadra en la formalidad legal, mes a mes observa cómo su salario va perdiendo poder de compra. Su esposa, Marí­a trabaja informalmente en un comercio. La pareja aprendió a convivir con el aumento generalizado de los precios y la forma en que este proceso corroe su poder de compra.
 
Ambos han ido modificando sus hábitos: dejaron de ir a comer una vez por mes al restaurant del barrio para hacerlo siempre en su casa, fueron cambiando o resignando las marcas de los productos que consumí­an, modificaron los hábitos alimenticios de la familia pasando a consumir productos más accesibles. Enfocaron sus energí­as en garantizar una adecuada nutrición para sus tres hijos. Fueron observando cómo —a pesar de que sus salarios aumentaban leventemente— lo hací­an a un ritmo más lento que los precios de su canasta familiar.
 
Este proceso de resignación lenta les genera una frustración que afecta su estado de ánimo y sofoca su sentido del humor, poniendo bajo presión la calidad de la relación de pareja que, dí­a a dí­a, mes a mes, debe poner a prueba su creatividad para poder vivir con los salarios de ambos.
 
La situación los agobia. Cada dí­a deben caminar más rápidamente para permanecer en el mismo lugar. La carrera contra la inflación les produce una gran frustración.
 
¿"Stress” o “distress”?

El “stress” —traducible como tensión— es un útil mecanismo bioquí­mico que activa procesos de defensa del organismo, alertándolo en situaciones de peligro. En diferentes especies, incluso en la humana, resulta fundamental para generar reactivamente en momentos clave que ponen en juego la supervivencia, tales como el ataque de otros predadores. Una de las caracterí­sticas es la producción de cortisol, la hormona que nos ayuda a estar alerta en situaciones de peligro.
 
La sabidurí­a evolutiva ha hecho que estos mecanismos se activen y nos protejan, pero —una vez superada la situación de riesgo— se desactiven, permitiendo el retorno al funcionamiento habitual del organismo.
 
¿Quíé sucede si la activación transitoria de este sabio mecanismo de defensa se hace permanente? Allí­ estaremos frente a un fenómeno diferente: el “distress”. Mientras que el “stress” es un mecanismo adaptativo que nos permite reaccionar excepcionalmente en momentos crí­ticos, el “distress” se diferencia —entre otras caracterí­sticas— porque se produce de forma permanente y con gran intensidad como reacción a duraderos contextos hostiles. Modificaciones del humor, ansiedad, irritabilidad, conflictividad en las relaciones interpersonales, cansancio permanente, son algunos de los sí­ntomas de esta situación, con los consecuentes potenciales efectos sobre la salud fí­sica.
 
Inflación, frustración

¿Cuál es el ví­nculo entre inflación y “distress”? Es muy posible que usted ya sepa la respuesta. A medida que los precios aumentan a un ritmo superior que los ingresos, va siendo necesario adaptarse al menor poder de compra de nuestro dinero, lo cual genera en nuestros organismos las caracterí­sticas descriptas.
 
El “stress” inflacionario se desata debido a que el aumento generalizado de los precios obliga a las personas y a las organizaciones a enfocar sus esfuerzos en re adaptarse de forma permanente para continuar en el mismo lugar, a concentrar sus energí­as en sobrevivir y no en crecer.
 
La ausencia de estabilidad monetaria y la píérdida de valor de la moneda tienen un claro efecto en el re acomodamiento de los ingresos-egresos de las personas, las familias y las empresas. Agregan, a las naturales dificultades de la supervivencia y crecimiento, un factor externo que obliga a asignar una porción de energí­a a correr esta maratón donde compiten los salarios y la rentabilidad empresaria contra píérdida de valor de la moneda.
 
En las causas de la inflación, los argentinos somos expertos. Diversos estudios señalan el  mayor de sus orí­genes: el fenomenal incremento del peso del gasto consolidado del sector público, que pasó de 28% en el 2003 al 45% en el 2011. Este mayor gasto por parte del sector público es el que asfixia a los ciudadanos, y la inflación —consecuencia de la emisión monetaria— es uno de sus aspectos que parece dañar de forma silenciosa y continua a la sociedad.
 
Por más que se quiera eludir esta verdad, el proceso inflacionario ubica a la Argentina como una de las lí­deres (si cabe la expresión) a nivel mundial en esta materia. La brecha de casi 13% existente entre la inflación verdadera (22,8%) —medida por consultores privados y publicada por diputados opositores— y la del Instituto Nacional de Estadí­stica y Censo (inferior al 10%) nos da una idea del tamaño de la negación.
 
Un profundo cambio en la polí­tica fiscal y monetaria a efectos de preservar los silenciosos efectos de la inflación —uno de los impuestos más distorsivos— sobre la salud mental y fí­sica de los argentinos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...