Por... BEATRIZ DE MAJO
Unas cuantas alarmas se dispararon en Estados Unidos cuando China anunció que su gasto militar de este año superará en 11 por ciento el del 2011.
La supremacía militar del gigante asiático nunca ha dejado de ser una prioridad para sus gobernantes, que en la misma medida en que se acercan a Occidente en lo económico, no cejan en su empeño de posicionarse como el primero en capacidad de agresión dentro de su entorno geográfico.
Los antagonismos que han surgido entre Rusia y China, por un lado, y Estados Unidos, por el otro, en asuntos de carácter estratíégico, donde el factor militar tiene una gravitación significativa, hacen que la constatación anterior cobre especial relevancia.
China ha coincidido reciente con la posición americana en asuntos de mucha envergadura en el terreno de lo económico internacional, pero se dan la espalda totalmente en más de un conflicto político-militar.
China y Rusia coinciden en no pocos terrenos: ambos proclaman y tienen en marcha regímenes de capitalismo de Estado, con una rendición ilimitada de los poderes al Ejecutivo y con un fuerte y protagónico poder central que se ejerce, de manera autoritaria y totalitaria.
Ambos, por otro lado, pueden darse la mano en materia militar y pueden ser considerados potencias mundiales en este campo, tanto que en Moscú como en Beijing, se planifican importantes inversiones en las industrias para la defensa en los próximos años.
Nada de esto tiene signo positivo cuando se examinan de cerca las visiones que ambos lados de esta ecuación han explicitado y las posiciones que han asumido en torno, por ejemplo, a la Primavera írabe.
Las grandes potencias occidentales, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, se desmarcaron de los gobiernos autocráticos de Yemen, Túnez, Egipto y Libia, mientras que Rusia y China, hicieron otro tanto, pero de las iniciativas reformistas que adversaban a los gobiernos de turno.
En el caso sirio, los antagonismos con Estados Unidos son aún más profundos.
Mientras la mortandad alcanza allí niveles íépicos, una solidaridad aberrante con el gobierno en Damasco por parte de China y Rusia ha bloqueado toda acción.
Donde es más peligroso este surgimiento de dos polos claramente diferenciados, el binomio ruso-chino de un lado y Estados Unidos del otro, es en el conflicto de Irán con Israel, una crisis en ebullición actual, porque allí el interíés de aquellos es el de neutralizar la influencia militar regional de estos, sin quienes Israel difícilmente vaya a actuar por la fuerza.
Así pues, y por lo pronto, este delicado escenario militar generador de tensiones va a mantenerse por la simple ocurrencia de las elecciones presidenciales de fin de año en Estados Unidos, lo que mantendrá a Barack Obama atado de manos.
La distancia entre las potencias se exponencia, no obstante la amenaza de un estallido militar está allí presente. O quizá se trate de un nuevo equilibrio militar que está tomando espacio en la escena internacional: una guerra fría con características de Tercer Milenio.