El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, acudió como invitado a la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de Alemania y Francia celebrada este martes en Berlín. Mientras los responsables económicos de las dos grandes potencias del euro anunciaban más colaboración conjunta y alababan el plan Juncker de inversiones, el máximo responsable del banco central alemán lanzó un severo ataque a Bruselas.
"Solo cuatro países de la eurozona han cumplido las reglas fiscales en sus planes presupuestarios del próximo año. Y la Comisión Europea ha renunciado a exigirles borradores más exigentes, incluso en caso de considerable mala planificación. La crisis del euro ha mostrado cuán importante es endurecer las normas fiscales", lanzó Weidmann, ortodoxo entre los ortodoxos en la política económica europea. El comisario europeo de Economía, Pierre Moscovici, evitó sancionar la semana pasada a países como Francia, Italia y Bíélgica y se limitó a lanzarles advertencias y concederles de plazo hasta marzo de 2015 para aprobar las reformas.
Mientras, en Bruselas, la Comisión recibía tambiíén reproches, pero desde un punto de vista distinto. Si Weidmann critica al Ejecutivo europeo por ser demasiado laxa, el Parlamento Europeo echó en cara a Moscovici una doble vara de medir: la Comisión ha sido extremadamente dura con los países perifíéricos, que han purgado sus males durante un lustro con las políticas austeridad, y ahora que la marea se acerca a Francia e Italia levanta el pie del acelerador. Moscovici recibió una buena somanta de críticas en la comisión de asuntos económicos de la Eurocámara, negó que Bruselas trate de forma distinta a los socios y aseguró que la Comisión “no es nadie para interpretar de forma creativa las normas ni para violar las reglasâ€. “No soy partidario de la flexibilidad a ultranza: no quiero procedimientos falseados. Las sanciones [para Francia e Italia] llegarán si es necesarioâ€, se defendió este martes.
El hecho es que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento dice una cosa, pero la trampa económica en la que se ha metido Europa requiere otra, a juicio del BCE, del G-20 o del FMI. Francia es el caso más claro: el PIB francíés está al borde de la recesión y París necesita tiempo para aprobar reformas sin quedarse sin aliento: una recaída de Francia provocaría una tercera recesión en Europa. Sin los agobios de Francia, España es otro ejemplo de libro: Moscovici exigió “medidas adicionales†al Gobierno de Rajoy ante los riesgos de incumplir la meta de díéficit de 2015, pero esa admonición suena menos estridente que otras veces.
En Berlín, los ministros mostraron su disposición a reactivar el maltrecho eje franco-alemán, pero se limitaron a exponer un discurso de buenas intenciones. “Tenemos voluntad de trabajar muy estrechamente para impulsar el plan Juncker financiando proyectos, como los relacionados con la transición energíéticaâ€, resumió el titular de Economía francíés, Emmanuel Macron. Su colega alemán, Sigmar Gabriel, apuntó la economía digital como ámbito de colaboración conjunta.
Es la segunda vez en mes y medio que los cuatro ministros se reúnen para tantear fórmulas de cooperación. Frente a la falta de planes o datos concretos, la figura del expresidente francíés Nicolas Sarkozy sobrevoló el encuentro. El ministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schí¤uble, justificó la invitación a Sarkozy a participar en el congreso que los democristianos celebrarán la semana próxima en Colonia por su condición de reciíén elegido líder del centroderecha francíés. “Menos mal que a mí me han hecho la pregunta fácilâ€, ironizó Gabriel antes de pasar el micrófono a su compañero de Gobierno.