Por… Gerardo Honty
Las fuentes renovables de energía progresan lentamente en el mundo y la región latinoamericana no escapa a la regla. El crecimiento de las energías renovables se concentra en el estrecho espacio de la generación de electricidad y en el más estrecho aún de la energía eólica. Mientras tanto las inversiones en hidrocarburos avanzan como un elefante en un bazar.
La última evaluación de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) presentada el pasado 10 de noviembre, estima que el mundo aumentará su consumo de energía en más de un 30% de aquí al 2040 y tres cuartas partes de esa demanda serán suministradas por combustibles fósiles. Las fuentes renovables para esa fecha cubrirán apenas una cuarta parte de las necesidades energíéticas globales y los acuerdos para combatir el cambio climático no lograrán contener las emisiones de gases de efecto invernadero.
A pesar de todo, el mundo continuará invirtiendo mucho más en fósiles que en renovables. Solo para mantener el abastecimiento actual hacen falta inversiones por un monto superior a los 600 mil millones de dólares anuales además de los subsidios, que en este año 2015 alcanzarán los 500 mil millones de la moneda estadounidense. Entre tanto las inversiones en renovables apenas alcanzarán al 15% de toda la inversión energíética global.
La impronta mediática proyecta una sensación de gran avance de las renovables. Todos los días tenemos noticias de nuevos proyectos, nuevas tecnologías, nuevas instalaciones; pero representan muy poco en la oferta energíética global. La mayor penetración de las fuentes renovables se da en el sector elíéctrico, pero es insignificante en los sectores de uso final como la industria y el transporte, los grandes necesitados de la energía fósil. En estos rubros la sustitución de los motores de combustión y de generación de calor resultan tíécnica y económicamente mucho más dificultosos.
Amíérica Latina
Amíérica Latina no escapa a esta dinámica donde la participación de las energías renovables progresa lentamente en la matriz energíética. Existe una consolidada participación de la hidroelectricidad desde hace varias díécadas en la región, de los biocombustibles en Brasil y de la geotermia en algunos países centroamericanos. Pero las llamadas modernas energías renovables –particularmente la solar y la eólica- si bien aumentan, lo hacen en una medida tan escasa comparada con el aumento de la demanda, que hacen irrelevante su participación en la matriz.
La energía eólica es la que más claramente se destaca. Y si se miran los números en tíérminos absolutos el crecimiento es espectacular. En lo que va de la díécada de 2010 la generación de electricidad en Amíérica Latina creció un 12% (de 1132 TWh en 2010 a 1265 TWh en 2014), pero la capacidad eólica instalada en ese período creció un 600%, pasando de 1600 MW a 9660 MW instalados entre 2010 y 2014. Esto es mucho. Pero es irrelevante cuando se compara con los 350.000 MW de capacidad instalada en la región.
Los biocombustibles por su parte han aumentado su producción en 12% en ese período, pero debe recordarse que el despegue de estos combustibles en la región ocurrió en la díécada pasada, notoriamente en Brasil. Hoy por hoy Amíérica Latina produce casi el 30% del total mundial de biocombustibles, la mayor parte en Brasil, que además es el mayor consumidor.
Mientras el crecimiento de la energía eólica ha sido el resultado de un conjunto de diversas políticas que han aplicado los países de la región (legislación específica, subastas, incentivos fiscales, tarifas reguladas, acceso a la financiación, etc.), el desarrollo de los biocombustibles fue posible principalmente gracias a las normativas que obligan al “corte†o mezcla de los combustibles tradicionales. Estos mandatos están presentes en varios países de la región y oscilan entre el 5% y el 10% salvo el caso del etanol brasileño que es de 27%.
En Amíérica Latina, al igual que en el mundo, la energía fósil camina con pies más grandes que las renovables. La suma total de las renovables en la matriz energíética sigue siendo escasa: se mantiene la participación de un 22% de hidráulica (porcentaje similar al que se sostiene desde díécadas atrás) y un 3% entre eólica, solar y geotermia (5,7% es la participación de estas fuentes en la matriz mundial).
Tendencias
Hacia el futuro la mayoría de los países de la región se han trazado metas de energías renovables ya sea en la matriz general o en la matriz elíéctrica en particular, pero en la mayoría de los casos los objetivos son bajos o en el muy largo plazo. Los casos más ambiciosos son, en el caso de la electricidad, Uruguay y Ecuador se plantean alcanzar el 90% de la electricidad renovable (para 2015 y 2017 respectivamente), Costa Rica el 97% en 2018, Brasil el 86% en 2023 (en todos los casos el componente hidráulico es el mayor). En lo que respecta a las metas referidas a la matriz energíética total se destacan Uruguay, que fijó un objetivo de energía primaria 50% renovable para 2015 y Brasil 42% para 2023.
Pero en general, las mayores inversiones se concentrarán en la explotación y exploración de hidrocarburos. En muchos casos contando con subsidios explícitos y ocultos de los estados, cuyas empresas son además, los principales inversores del sector en Amíérica Latina. El crecimiento económico de la región consolida la tendencia creciente del consumo en usos de alta demanda energíética como el automotor, aumentando la demanda de combustibles. Pero el sector hidrocarburos es además uno de los principales recursos de exportación para varias economías latinoamericanas y uno de los más importantes rubros de ingresos fiscales. Ambas razones presionan a los gobiernos para alentar y promover inversiones en combustibles fósiles más que en renovables.
De manera que solo cabe esperar hacia el futuro un tenue incremento de la energía eólica en la generación de electricidad de la región pero que estará lejos de contrarrestar el aumento de las centrales tíérmicas o las grandes hidroelíéctricas. Por otra parte la demanda de combustibles para alimentar la demanda de transporte y la generación de calor continuará aumentando, en línea con la tendencia mundial de mantener una matriz energíética prevalentemente fósil.
La única variable que podría cambiar esta tendencia es el precio del petróleo. El petróleo no convencional, que es el que está alimentando todo el aumento de la producción desde 2010, no puede sostenerse con los precios actuales. Sin embargo la AIE no espera grandes aumentos de los precios del crudo lo que genera una gran interrogante para los analistas ¿Cómo se sostendrá el precio del petróleo con costos crecientes de producción? Si las previsiones son ciertas, Amíérica Latina continuará su tendencia creciente de consumo de combustibles fósiles, manteniendo las energías renovables en un pequeño reducto de generación de electricidad insuficiente para modificar el signo fósil de su matriz energíética.
Suerte en sus inversiones…