La bolsa ha cerrado un mal ejercicio e inicia 2008 con las heridas sin restañar
El varapalo que ha sufrido la renta variable es de mayor calibre del que se detecta en la evolución de los índices. Hay que aparcar las lamentaciones y comenzar a mirar hacia adelante con prudente optimismo.
Desde una perspectiva de medio plazo, y tras cinco años de mercado alcista, el hecho de que el Ibex 35 haya subido un 7,15% sería la confirmación de un mercado alcista que goza de buena salud. Pero es totalmente falso, primero, porque Telefónica, ella solita, le ha aportado más de ochocientos puntos, de los mil y pico que ha subido el índice; segundo, porque el varapalo que ha sufrido el conjunto del mercado ha sido de tal calibre que, en muchos casos, se ha llevado por delante las plusvalías acumuladas en los últimos tres años.
De los 35 valores que ponderan el índice estrella de nuestra bolsa, sólo 17 han logrado cerrar el ejercicio con plusvalías; de ellos, once han batido al índice al lograr rentabilidades superiores al 7,15%, liderados por la única constructora que se ha se ha salvado de la quema; el Grupo Acciona, que ha acumulado una revalorización bursátil del 53,59%.
En el lado de las píérdidas, el resto de las compañías del sector, los bancos, con excepción de Santander y Bankinter, las concesionarias de autopistas, valores considerados tradicionalmente como refugio, Acerinox, considerada la empresa más competitiva del mundo en la fabricación de acero inoxidable, y Repsol. En total, 18+1 empresas de solera, de esas que siempre se recomiendan como valores sólidos para invertir, por su bajo riesgo y rentabilidad. Bajo riesgo, sí; rentabilidad, quíé quiere que le diga, cuando Popular, el banco más eficiente de Europa, se ha dejado un 14,79%.
Colonial, que cierra filas liderando las píérdidas, era un empresa de solera. Cuando se la comió Inmocaral, se puso al timón Portillo y le añadieron a Riofisa y deudas para parar un tren de mercancías, ‘la solera’ hubo que ponerla entre comillas.
Casi un crack
La situación es mucho más grave si analizamos la evolución del resto del mercado; es decir, los que no forman parte del Ibex. En el cuadro de la derecha falta Amper, que ha terminado el año con una revalorización del 0,83%. Esta empresa cierra la relación de los 23 valores del mercado continuo que han logrado salvar el ejercicio con ganancias. El resto, píérdidas, en algunos casos, terribles, que llegan hasta el 60% que se deja Ercros, más del 63% que pierden Dogi y Colonial, el 72,63% que se deja Vueling, el 78,62% que ha perdido Urbas y el 87,43% que baja la inmobiliaria Astroc.
Es cierto que algunos valores vienen bajando desde los primeros meses del año, por lo que los malos resultados bursátiles no constituyen ninguna sorpresa, pero, a raíz de la crisis inmobiliaria, se han desplomado en bolsa una serie de empresas cuya solvencia, bajo riesgo y baja exposición a la misma, estaba fuera de toda duda.
De nada ha servido que el Banco de España haya apoyado a nuestras entidades financieras, indicando el bajo riesgo de las mismas. Tampoco ha ayudado mucho que desde todos lo medios se haya explicado la diversificación de las constructoras y su baja dependencia de sector residencial.
Los retrocesos bursátiles se han acelerado de tal manera en el último mes del ejercicio, que en muchos casos, el desplome de las cotizaciones equivale a un verdadero crack.
Mirar hacia adelante
Es hora de cortar las hemorragias, restañar las heridas, como decimos en el titular, y comenzar a mirar el futuro con un prudente optimismo. No es momento de salir en estampida de la bolsa, aun sabiendo que en el primer trimestre podemos tener volatilidades de infarto. La sensación de que algo puede ir mal termina dando lugar a que vaya mal.
El primer grano de arena lo tienen que poner las propias empresas, anticipando, en cuanto sea posible, las estimaciones de beneficios para el primer trimestre del ejercicio. Y si hay que poner dinero y hacer autocartera, se hace. Porque estar en bolsa supone creer en la propia empresa, en la marca y en su prestigio. Y dice muy poco en favor de un empresario, que lo sea de verdad, pensar que la cotización y los inversores que han apoyado el proyecto no cuentan y son el convidado de piedra.
Los bancos deberían retomar la antigua costumbre de sus reuniones mensuales, o cambiarlas por desayunos semanales, hasta que la crisis financiera se resuelva. Dinero hay, lo que hace falta es que comience a circular.
De esta situación saldrán oportunidades de inversión. Los bancos medianos, injustamente castigados, tienen un buen potencial alcista, y otro tanto puede decirse de las constructoras. Las inmobiliarias lo tiene más crudo, y serán los principales accionistas los que peguen un puñetazo en la mesa y expliquen a Bañuelos, Portillo y Fernando Martín lo que es una empresa cotizada en bolsa. Porque un nuevo fallido haría mucho daño al sector y al conjunto de la economía.