Cuenta la experiencia de Bruno, un niño de nueve años hijo de un oficial nazi, que es destinado a un campo de concentración.
El libro juega con la contraposición entre la realidad sórdida y la mirada ingenua de un niño. En esta fricción, se da un proceso de aprendizaje de la tragedia no expreso, sino sugerido, y cuyo principal destinatario será el propio lector.
En definitiva, una buena narración, construida con delicadeza y recomendable para lectores desde la pubertad.