Microsoft se ha llevado a lo largo de los últimos años diferentes varapalos económicos de gran envergadura por prácticas que han sido calificadas de monopolísticas. Una de ellas, por ejemplo, por incluir en su sistema operativo por defecto el navegador Internet Explorer, cuya desinstalación resultaba complicada, lo que lo convertía en el único que utilizaban millones de internautas en todo el mundo.
La intención del gigante de Redmond para evitar más problemas con las autoridades de la competencia era incluir distintos navegadores preinstalados en su próximo sistema operativo, Windows 7. Sin embargo, uno de los promotores de Firefox, el segundo navegador más utilizado en la Red, ha declarado su oposición a que el zorro de fuego forme parte del pack del próximo Windows.
Para Mike Connor no es necesario para conseguir cuota de mercado estar incluido en un sistema operativo, sino diferenciarse y ofrecer un buen programa. Connor presume de que Firefox ha conseguido un 20% de usuarios en todo el mundo, mientras que otros navegadores, como Opera, no llegan al 1%. Por otro lado, la prometida actualización de Windows XP a Windows 7 no será tan sencilla como parecía (o nos habían vendido) en un primer momento.
Según ha declarado un representante de Microsoft, los usuarios deberán realizar una copia de seguridad de toda la información que contenga su equipo antes de poder disfrutar del nuevo sistema operativo, el cual deberá instalarse completamente en el sistema. "Esto requerirá que el usuario realice una copia de seguridad de sus datos, instale Windows 7, y reinstale los programas para luego restaurar la información de esas aplicaciones", aseguran desde Redmond.
Todo un reto para los millones de usuarios de Windows que no saben (ni quieren) cómo se hace una copia de seguridad.