Con el alza en los precios de productos de la canasta básica durante los tres últimos años las familias que viven en el campo registraron una píérdida adquisitiva del 44% en su nivel de vida.
De acuerdo con un boletín de la Universidad Nacional Autónoma de Míéxico (UNAM), el estudio “Pobreza, Migración y Remesas en Míéxicoâ€, elaborado por sus investigadores, advierte que el número de agricultores que no pueden comprar la canasta básica llega a más de 28 millones 280 mil personas. Sólo tres millones 954 mil familias del campo pueden consumirla con los actuales ingresos.
Los acadíémicos David y Javier Lozano Tovar, Jaime Vázquez, Guadalupe Zavala y Luis Lozano Arredondo, del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía, destacan en su análisis que el fenómeno de la migración en comunidades rurales se incrementó 40% en los últimos seis años. Algunos elementos que influyeron son la actual política hacia el campo, el empeoramiento de la crisis agrícola, la baja en los precios de productos agrícolas y el encarecimiento de insumos.
Para mayo de 2009, de los 33 mil 185 millones de personas que estaban en el medio rural, precisaron los investigadores, sólo 8.5 millones estaban ocupadas en la agricultura y ganadería.
Del total de población rural, el 35% no recibe ingreso (11 millones 615 mil 000 personas); 24% adquiere apenas un salario mínimo (7 millones 964 mil 400); 27.9% de uno hasta dos salarios mínimos (8 millones 421 mil 615); 7%, de dos hasta cinco salarios mínimos (2 millones 112 mil 950) y sólo 6.1% alcanza un ingreso superior a cinco salarios mínimos (1 millón 841 mil 285). Una de las formas que las familias del campo buscan para detener el continuo deterioro de sus condiciones de vida es migrar de sus comunidades. Más migrantes Del año 1995 a 2000 se duplicó el número de hogares que reciben remesas, es decir, de 600 mil hogares a 1.2 millones. Para el año 2005, la cifra casi se cuadruplicó y los hogares que recibieron esos recursos de manera directa e indirecta sumaron 4.1 millones de hogares.
Hoy, las condiciones de vida de las familias que reciben las remesas no ha mejorado.