Por... Andríés Oppenheimer
Durante una visita a Argentina, encontríé a la gente mucho más frustrada y escíéptica con respecto al futuro del país que en cualquier otro momento en los últimos años.
Contrariamente a lo que se podría pensar, el sentimiento general de desesperanza que se respira en este país no está causado por la economía. Argentina ha navegado por la crisis económica mundial relativamente indemne gracias al alto precio de las materias primas, y los economistas prevíén un crecimiento de por lo menos un 4 por ciento para este año.
La desesperanza reinante se debe más bien a que los argentinos no ven una salida a la enorme corrupción política que parece condenar al país a quedar cada vez más atrás de sus vecinos -especialmente Chile y Brasil- e impedirle una significativa reducción de sus índices de pobreza y criminalidad.
A pesar del escaso porcentaje de popularidad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de una muy festejada victoria de la oposición en las elecciones legislativas de mediados del 2009, el gobierno -que prácticamente todos aquí consideran está siendo manejado por su esposo, el ex presidente Níéstor Kirchner- conserva las riendas del país, gracias a una combinación de autoritarismo, clientelismo político y una oposición dividida.
Y contrariamente a lo ocurrido en anteriores ciclos de desesperanza que se dieron en Argentina, la emigración no es esta vez una opción, debido a la crisis económica y los controles inmigratorios cada vez más severos en Estados Unidos y Europa.
Lo que parece haber iniciado esta última oleada de frustración colectiva fue la noticia -anunciada durante las fiestas de fin de año- de que un juez había desestimado los cargos de enriquecimiento ilícito presentados contra los Kirchner a causa del significativo incremento de su fortuna personal. Los Kirchner han declarado un aumento del 158 por ciento de sus ingresos personales en 2008.
El patrimonio personal declarado por la pareja ha aumentado de $1.9 millones a $12.1 millones desde el 2003, cuando Níéstor Kirchner asumió la presidencia. Una parte de este incremento se debió a las tasas de interíés más altas de lo habitual que pagaron los bancos a las cuentas de los Kirchner y a exageradas ganancias producidas por poco transparentes transacciones inmobiliarias, según políticos de oposición y periodistas que examinaron el caso.
Mi Opinión: Argentina ha pasado por más períodos de desesperanza colectiva que la mayoría de los países que conozco en las últimas díécadas, y probablemente vuelva a emerger de íéste. A medida que la economía se recupere un poco este año, y -especialmente- si sus excelentes jugadores de fútbol hacen un buen papel en el mundial de fútbol, otros temas concitarán la atención pública, y la cercanía de las elecciones presidenciales del 2011 abrirá nuevos caminos de esperanza.
Sin embargo, muchos argentinos señalan -correctamente- que este país potencialmente tan rico nunca despegará a menos de que aprenda a respetar el estado de derecho, empezando desde la cúpula del poder.