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Autor Tema: La economia de los Oscar (III): El espejismo de las nuevas tecnologí­as  (Leído 394 veces)

Orpheo

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“Avatar será un heraldo de los cambios en el sector de la nueva y excitante era de las tres dimensiones (3-D). Las industrias de Asia ya están bien avanzadas en el desarrollo de la tecnologí­a que revolucionará la experiencia visual. Por supuesto, veremos más filmes en 3-D, pero fundamentalmente habrá un aumento exponencial de los programas de 3-D en los próximos dos años”.

La frase es de Rupert Murdoch, el principal accionista y máximo responsable de News Corporation, la matriz de 20th Century Fox, la productora de ‘Avatar’ (aunque el 60% de los 375 millones de dólares, o 275 millones de euros que ha costado la producción y promoción de la pelí­cula ha sido aportado por los fondos de capital-riesgo (‘private equity’) Ingenious Partners y Dune Entertainment. Entretanto, la cadena de televisión ESPN planea retransmitir 85 eventos deportivos en 3-D este año, empezando con el Mundial de Sudáfrica.

Pero ¿es, verdaderamente, el 3-D el futuro del cine y de la tele? Curiosamente, la industria del entretenimientoparece verlo así­. Y los expertos en el sector lo rechazan. Los escíépticos recuerdan que en los años cincuenta dos tercios de los estadounidenses iban al cine todas las semanas, mientras que ahora esa proporción ha caí­do al 10%. Y afirman que Avatar apenas ha logrado incrementar esa proporción en un 0,06%.

No sólo eso. Avatar puede suponer una revolución para las salas de cine. Pero cada vez los estudios ganan más por la combinación de alquiler de ví­deos, televisión en ‘pay per view’ y DVDs (pese al desplome de ese formato). Esos tres conceptos supusieron en 2009 13.700 millones de dólares (10.000 millones de euros), es decir, un 37% más que las entradas de los cines. Y eso en un año ríécord de recaudación en las taquillas.

Ahora bien, cabe esperar que, a medida que el 3-D se consolide, esa tecnologí­a cambie más las cosas. En todo caso, parece que la adaptación será lenta. Por estas razones:

1)   En la actualidad, apenas el 10% de las salas de cine de EEUU tienen pantallas en 3-D.

2)   Y, además, una cosa son las salas de cine y otra muy diferente las televisiones:

a)    Cada aparato con 3-D cuesta de 2.000 a 3.300 dólares (de 1.470 a 2.200 euros) sin contar el IVA (o el impuesto de las ventas, como se le llama aquí­).

b)   La experiencia, además, revela que con las nuevas tecnologí­as es mejor esperar lo más posible a comprarlas: los precios bajan, hay más productos, mejor asistencia tíécnica y cualquier problema de formatos se acaba solucionando.

c)    Y, finalmente, está el factor psicológico: solemos ver las pelí­culas en la tele o en el ordenador comentándolas, o mientras tomamos algo, pero el 3-D nos aí­sla totalmente. El aspecto social de ver una pelí­cula en familia o con amigos se desvanece en 3-D.

Internet tampoco parece estar funcionando muy bien. El año pasado, la descarga legal de pelí­culas apenas aportó 400 millones de dólares, o sea el 1,2% de lo que ingresó Hollywood. Y apenas el 5% de las televisiones en alta definición que se vendieron en EEUU tení­an acceso a Internet, según la consultora http://www.macquarie.com.au/au/mmg/index.html Macquarie. Ademíés, en este terreno sí­ que existen formatos incompatibles, y ningún es dominante.

Un factor que puede cambiar esto no tiene nada que ver con Hollywood ni con internet, sino con un sector muy tradicional: los supermercados. Wal-Mart, la mayor cadena de distribución del mundo, acaba de comprar la web Vudu, que permite descargar ví­deos. Y Wal-Mart no sólo vende el 14,6% de las televisiones de alta definición de EEUU, sino que tambiíén acumula, por sí­ sola, el 11% de los ingresos de Hollywood, gracias a su formidable capacidad para vender DVDs.

Así­ que Wal-Mart, gracias a su poder en el mercado, puede acabar obligando a los fabricantes de televisiones que pongan a la venta más aparatos de alta definición. En ese caso, paradójicamente, habrá sido una empresa republicana y tradicional la que habrá acabado cambiando el estilo de hacer negocios de Hollywood, una industria que es la quintaesencia de la izquierda de Estados Unidos


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.