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Autor Tema: Las grandes del Ibex temen un "impuestazo empresarial" del Gobierno  (Leído 252 veces)

Eguzki

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El Ejecutivo de Rodrí­guez Zapatero maneja la posibilidad de implantar una estrategia impositiva más exigente para algunos de los sectores empresariales más potentes, en un esfuerzo combinado que podrí­a recaudar varios miles de millones de euros con los que reducir el díéficit.

- “Que pague más quien más tiene”. Este proyecto fiscal tiene la clara ventaja para el Gobierno de que su implantación encaja perfectamente con la tesis abanderada por el vicesecretario general del PSOE, Josíé Blanco, de “que pague más quien más tiene”. Esa bandera ideológica es la que está detrás de la subida del IRPF planteada a las rentas más altas en el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado y que tiene una gran acogida en gran parte de la opinión pública de izquierdas.

Muchas de las crí­ticas progresistas a los recortes sociales del Ejecutivo subrayaban que se ha hecho pagar el coste de la crisis a los sectores más vulnerables (como pensionistas o funcionarios) mientras que el Gran Capital, el “autíéntico culpable de la crisis”, se iba de rositas. En esa lógica, tras subir los impuestos a los ricos, se impondrí­a ahora la subida fiscal a las empresas ricas, con la ventaja de que, al contrario de lo que ocurre con la modificación del IRPF –que apenas recaudará 200 millones adicionales–, la nueva carga fiscal a las empresas con mayores beneficios sí­ tendrí­a una fuerte capacidad de recaudación de varios miles de millones de euros anuales.

- Banca, energí­a y ‘telecos’. Los sectores más afectados por las nuevas medidas en preparación son las entidades financieras, las empresas energíéticas y las operadoras de telecomunicaciones. Banca, energí­a y telecos, los tres objetivos gubernamentales, comparten caracterí­sticas: son sectores muy concentrados, casi oligopolí­sticos, con unas pocas empresas competidoras que se reparten la mayor parte de unos mercados gigantescos que facturan decenas de miles de millones; están fuertemente regulados –con lo que su capacidad de resistencia al poder polí­tico es menor que la de otros sectores– y, por tanto, la capacidad de maniobra gubernamental es muy amplia; y, sobre todo, son empresas percibidas como opulentas por la opinión pública, por lo que la aplicación de algún tipo de gravamen extraordinario no sólo satisface a la parroquia de izquierdas sino que previsiblemente no tendrí­a el más mí­nimo coste en tíérminos electorales.

- Impuestos caí­dos del cielo. Además, en todos los casos se trata de gravámenes sectoriales, sin relación con el Impuesto de Sociedades, por lo que su implantación no tendrí­a los efectos de píérdida de competitividad frente al exterior, de forma general, que sí­ acarrearí­a la elevación del impuesto para todas las empresas. Una de las ventajas de esta ola recaudatoria es que tiene una inspiración internacional, lo que le aportarí­a el aval de una mayor credibilidad y reducirí­a las crí­ticas posibles crí­ticas por su arbitrariedad. Se podrí­a decir que, para el Gobierno español, serí­an impuestos “caí­dos del cielo”.

Así­ ocurre con la tasa a las entidades financieras, un proyecto impulsado por el presidente francíés, Nicolás Sarkozy, que ha calado hondo en la Unión Europea, que ya prepara su aprobación. La misma paternidad internacional puede atribuirse en el caso del impuesto a las nucleares, implantado por el Gobierno alemán de Angela Merkel, a cambio de prolongar la vida útil de las instalaciones atómicas.

- Cobrar a los bancos gordos. La más avanzada de todas las medidas es la Tasa sobre las Actividades Financieras, significativamente bautizada como FAT (gordo, en inglíés). El impuesto a los bancos, un sector que, en opinión del comisario de Fiscalidad de la Unión Europea, Algirdas Semeta, “es evidente que está poco gravado”, se impondrí­a sobre los beneficios y remuneraciones del sector y servirí­a, además, para compensar la exención del IVA de que disfruta la industria financiera.

El impuesto a las actividades financieras recaudarí­a unos 25.000 millones de euros en toda Europa, de los que 2.000 corresponderí­an a España. Y aunque inicialmente tení­a un componente anticí­clico, para dotar un fondo que paliase nuevos problemas del sector bancario en el futuro, el Gobierno español se ha apresurado a manifestar que, en el caso, cada vez más probable, de que finalmente se introduzca, su recaudación irí­a directamente a financiar los presupuestos del Estado. Menos claro está el gravamen para las transacciones financieras internacionales, una variante de la Tasa Tobin, que Europa sólo considerarí­a si se alcanzase un acuerdo para imponerlo a escala mundial.

Banca, elíéctricas y 'telecos' tienen mercados enormes y son oligopolios muy regulados

- Agua y uranio, más caros. La energí­a es otro de los objetivos recaudatorios fundamentales de la nueva ofensiva. Por un lado, desde posiciones cercanas al Gobierno hace tiempo que se viene insistiendo en los windfall profit tax, es decir, impuestos que gravan los beneficios que obtiene el sector elíéctrico por activos que se consideran ya amortizados o de propiedad difusa, como el agua que se almacena de las instalaciones hidráulicas. Además, el hecho de que Alemania haya fijado un impuesto a las nucleares que le proporcionará unos 2.300 millones anuales ha dado nuevas alas al Ejecutivo en su búsqueda de recaudación fiscal. Un reciente informe de Nomura fijaba en unos 900 millones la capacidad recaudatoria conjunta, en España, de una tasa nuclear y otra hidráulica.

- El fantasma del espectro.Las operadoras de telecomunicaciones ya han sido, tradicionalmente, objeto de impuestos especí­ficos al sector. Pero además, ahora, el Gobierno les ha cargado con una tasa, para TVE, por el 0,9% de sus ingresos, que recaudará unos 300 millones anuales. Sin embargo, la oposición de Bruselas al nuevo impuesto podrí­a obligar al Ejecutivo a buscar otras ví­as de financiación. El argumento de la Comisión para oponerse es que las normas europeas prohí­ben la fijación arbitraria de tasas que no estíén relacionadas con el coste de algún servicio que presten los Estados. El foco puesto por la Comisión hacia España por este caso dificulta que el Gobierno pueda inventar un nuevo gravamen especí­fico para las telecos.

- El referente alemán. Las operadoras esperan ansiosas la inminente licitación del espectro de frecuencias radioelíéctricas previsto para el primer semestre de 2011. Y es ahí­ donde el Estado puede hacer su agosto. Alemania ha recaudado por sus frecuencias 4.400 millones, en gran parte aportados por Telefónica y Vodafone, que tambiíén son los principales operadores en España. La intención de Industria, el responsable de la adjudicación, era una recaudación moderada, inferior a 500 millones de euros. Pero las operadoras temen que los agobios presupuestarios, unidos al referente alemán y al malestar generado en sectores del Ejecutivo por la berroqueña oposición del sector a financiar a RTVE, den alas a las posiciones más beligerantes del Gobierno, que exigen obtener una contraprestación comparable a la lograda en Alemania y que sitúan en unos 2.000 millones.

Iniciativas coincidentes
- La medida más avanzada es la Tasa sobre Actividades Financieras (FAT), un impuesto sobre los beneficios y las retribuciones del sector bancario, que podrí­a recaudar más de 2.000 millones anuales.

- Las elíéctricas temen una nueva fiscalidad en los negocios nuclear e hidráulico, con una recaudación estimada de 900 millones. Y el concurso de frecuencias para móviles podrí­a aportar hasta 2.000 millones al Tesoro Público.