Por... Ollantay Itzamná
La crisis financiera mundial que comenzó en 2008, a causa de la especulación de unos cuantos banqueros, ha generado y está generando consecuencias desastrosas para la humanidad que aún no terminamos de imaginar. Bancos en crisis, quiebra de empresas, desempleo masivo, crisis alimentaria, crisis energíética, y hasta los efectos nefastos del cambio climático coinciden infelizmente con este momento oscuro de la humanidad.
Ante la crisis financiera internacional, los gobiernos del mundo inyectaron cientos de miles de millones de dólares para revivir a los bancos. Esto revivieron, pero la economía mundial sigue muriíéndose.
Países como Alemania, Inglaterra, Italia, España, Portugal, Grecia, etc. intentan salvar la nave de sus economías arrojando a sus empleados al mar del desempleo. En eso consisten las políticas de ajuste fiscal del FMI. Pero la economía sigue naufragando.
Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), titulado: Tendencias mundiales del empleo 2011: el desafío de la recuperación del empleo, publicado en enero del 2011, difunde las siguientes cifras alarmantes:
203,3 millones de personas sin empleo en el mundo. Esta cifra representa casi a la totalidad de la población económicamente activa de Latinoamíérica y el Caribe juntos (229,6 millones de personas). Jamás en la historia de la humanidad se alcanzó estos niveles de desempleo.
Sólo en el 2010 se ha dejando de crear 1.7 millones de nuevos puestos de trabajo para jóvenes. Cada año ingresan al mercado laboral cerca de 50 millones de nuevos jóvenes, pero no encuentran trabajo. Así, año que pasa, el galopante ejíército de desempleados en el mundo son cada vez más jóvenes y profesionales. ¿Cómo sobrevivirá esta nueva generación?
En Honduras la situación laboral es más escalofriante.
Según el Ministro de Trabajo, Felicito ívila, cada año se incorporan 200 mil nuevos hondureños jóvenes a buscar el trabajo que jamás encuentran. La población desempleada en el país sobrepasa 1.5 millones de personas. Es decir, cerca del 45% del total de la población en edad laboral está desempleada. Esto, sin considerar a los más de 1.2 millones de compatriotas explotados o en busca de trabajo en el exterior. Las cerca de 200 mil hondureñas sobreexplotadas en las maquilas tampoco cuentan. El 75% de los 8 millones de hondureños/as sobrevive bajo la línea de la pobreza.
En estas condiciones, ¿quíé futuro heredamos a la juventud hondureña? ¿Por quíé seguimos dejándonos engañar con la promesa del pleno empleo que prometieron y prometen quienes privatizan el país? A más de dos díécadas de la vigencia brutal del neoliberalismo en Honduras, la promesa del paraíso terrenal, con fuentes de empleo incluido, que prometieron los apóstoles del capitalismo, aún no ha llegado. Sólo conocemos la esclavitud en las maquilas. A 20 años del saqueo neoliberal, bajo la promesa de prosperidad, Honduras sobrevive en la miseria, sin trabajo, sin empresas, sin bosques, sin ríos, sin tierras y sin playas, infestada en una violenta desintegración social. En pleno siglo XXI estamos en las mismas o peores condiciones que los esclavos traídos a Honduras en el siglo XVI.
Esta desgracia no vino del cielo. Nosotros hemos dejando que el FMI, el BM y otros grupos de multinacionales nos arruinase engañados con que nos hacían el bien con sus recetas económicas.
Todavía estamos a tiempo de revertir este infierno de la desocupación, desintegración y caos social, fruto del saqueo. No es que sea mala la inversión privada. Lo que ocurre es que Honduras no puede seguir siendo gobernado por y para satisfacer sólo intereses lucrativas de empresarios. El pueblo digno y soberano tiene que controlar a las empresas para que no ganen más de lo debido y que lo que ganen inviertan en el país.
En esto consiste la refundación política y social del país. Pero para ello, Ud. y yo debemos despertar, y hacer que las y los demás tambiíén despierten y defiendan el presente y el futuro de sus hijos. ¡Tenemos que recuperar lo que Dios Padre y Madre nos heredó en la fecunda Madre Naturaleza! No es íético procrear hijos/as y no defender el futuro promisorio que por derecho les corresponde. Actuemos ahora, que mañana será tarde incluso para lamentar.