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Autor Tema: Les importa un pepino  (Leído 341 veces)

vuala

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Les importa un pepino
« en: Julio 13, 2011, 12:11:17 am »
Por…Xavier Sala i Martí­n

Hoy empezaremos con una conjetura: ¿cómo creen que funcionarí­an los supermercados si tuvieran que seguir las reglas de las escuelas públicas y concertadas de España? Para empezar, la gente pagarí­a sus impuestos para financiar el suministro de alimentos. A partir de ahí­, cada familia serí­a asignada a un determinado supermercado dependiendo de su residencia. A cambio, al llegar al supermercado cada dí­a, todas las familias recibirí­an una cesta “gratis” con una serie de productos (“gratis”, lógicamente, entre comillas porque en realidad “gratis” quiere decir que no paga el usuario sino el contribuyente. Pero de pagar, pagar, les aseguro que alguien paga).

Volviendo al tema de la cesta: ¿quíé productos habrí­a en ella? Pues eso dependerí­a de lo que los burócratas de turno decidieran desde algún ministerio de Madrid, alguna conselleria de Barcelona o algún comisariado de Bruselas. Esos burócratas pensarí­an que ellos saben mucho mejor que los padres lo que les conviene a los hijos.

Al no tener la libertad de elegir ni las verduras, ni las carnes, ni las cervezas, ni los champús, ni siquiera el centro donde querrí­amos comprar todo eso, la competencia entre supermercados desaparecerí­a. Eso harí­a que los directores de esos establecimientos no tuvieran incentivos para averiguar los gustos de sus clientes ni para asegurarse de que en las estanterí­as hay lo que la gente desea. Y es que los ingresos del director del centro no dependerí­an de la satisfacción de los clientes sino de la decisión del ministerio. En consecuencia, no tendrí­a ningún incentivo para hacer las cosas bien y, por lo tanto, la calidad del servicio en su supermercado serí­a deplorable.

Pero la cosa no acabarí­a aquí­ porque luego estarí­an los empleados que, siguiendo las reglas del modelo educativo actual, tendrí­an que ser funcionarios. Es decir, no podrí­an ser penalizados o expulsados de su puesto de trabajo si hicieran las cosas mal y tampoco podrí­an ser recompensados con aumentos salariales si hicieran las cosas bien. Su salario serí­a determinado, exclusivamente, por su antigí¼edad. Lógicamente, al estar su remuneración totalmente desligada de su productividad, los trabajadores del supermercado no tendrí­an ningún incentivo para atender respetuosamente a los clientes, ni procurar que todas las estanterí­as estuvieran siempre abastecidas, ni limpiar o arreglar los desperfectos del local. ¡Ni siquiera querrí­an obedecer al director de su centro! De hecho, tendrí­an incentivos perversos para hacer las cosas mal porque a los empleados que, por vocación, sentido de responsabilidad o espí­ritu de sacrificio, hicieran su trabajo correctamente, el director les tendrí­a confianza y les pedirí­a que hiciesen trabajos extras como ir a reuniones de padres de clientes o atender a los clientes más difí­ciles.

No hace falta tener un doctorado en economí­a para ver que esos supermercados públicos o concertados sin competencia y con trabajadores funcionarios no darí­an la satisfacción mí­nima a sus clientes. Es por eso, porque sabemos que serí­a desastroso, que los supermercados son privados y, más importante todaví­a, es por eso que compiten libremente para capturar al mayor número de clientes posible. Y es esa competencia la que hace que haya un constante abastecimiento de los bienes que desean los consumidores al mejor precio posible: el supermercado que ofrezca los productos que la gente no quiere o que venda a precios extravagantes será castigado con la ruina. Es decir, perderá todos sus ingresos ya que todos sus clientes se irán al supermercado que ofrezca los productos adecuados a los más competitivos.

¿Por quíé les explico todo esto? Pues porquíé el otro dí­a me quedíé de piedra al oí­r al candidato socialista a la presidencia del Gobierno español, don Alfredo Píérez Rubalcaba, decir que la solución a los problemas educativos de España era la implementación de un MIR para los estudiantes que se gradúan de las escuelas de magisterio. Con ello Rubalcaba no se referí­a a enviar a los malos estudiantes a la estación espacial soviíética sino a que hicieran un examen parecido al que hacen los míédicos en España. Aunque, por analogí­a, esa propuesta pudiera parecer interesante, la verdad es que responde a un mal diagnóstico de la situación. El problema de la educación española no es (sólo) que los licenciados de magisterio no están suficientemente cualificados (cosa que se verí­a con un examen como el MIR), sino que no existen los incentivos necesarios para que los profesores hagan bien su trabajo: ni se puede premiar a los buenos, ni castigar a los malos, ni los directores de centro tienen incentivos a mejorar la educación de sus centros, ni existe la competencia necesaria para inducir a todos a mejorar su rendimiento del mismo modo que la competencia hace que los supermercados funcionen.

Es curioso. En España no se incentiva que la educación sea de calidad pero sí­ que se asegura que, a travíés de la competencia, la producción y distribución de pepinos en los supermercados sea lo más eficaz y eficiente posible. ¿Por quíé?, se preguntarí­a Mourinho. Una posible explicación serí­a que a los lobbies sindicales de profesores ya les va bien tener trabajo asegurado con una remuneración que no estíé condicionada a que desempeñen su labor exitosamente… aunque eso conlleve un sistema educativo mediocre. Otra explicación es que, para los polí­ticos que han diseñado el sistema, los pepinos son más importantes que la educación. Una tercera posibilidad es que, en realidad, a ellos la educación les importa un pepino.



Suerte en sus inversiones… nos leemos en el foro de bolsa!



GENEROSO

  • Visitante
Re: Les importa un pepino
« Respuesta #1 en: Julio 13, 2011, 12:16:00 am »
Excelente artí­culo :021:

Sharif

  • Visitante
Re: Les importa un pepino
« Respuesta #2 en: Julio 13, 2011, 08:24:01 am »
No estoy de acuerdo, especialmente en esto:

Citar
Una posible explicación serí­a que a los lobbies sindicales de profesores ya les va bien tener trabajo asegurado con una remuneración que no estíé condicionada a que desempeñen su labor exitosamente… aunque eso conlleve un sistema educativo mediocre.

El sistema funcionarial del profesorado existe desde hace muuuuchos años, y sin embargo no es más que desde que salió la LOE cuando empeoraron los resultados. Así­ que no es culpa de los profesores, sino del sistema.