Por... Rocio Víélez De Piedrahíta
Salvo las Torres Gemelas, los edificios famosos de Nueva York (Empire State, Rockefeller Center, San Patricio, etc.) están como hace sesenta años. En China, por el contrario, deslumbra la cantidad de estupendas construcciones nuevas, como el 'nido' que hicieron para los Juegos Olímpicos, enormes autopistas y fábricas, bellísimos jardines por doquier.
Pero es enorme la diferencia entre millonarios fabulosos, pobres sin posibilidades, y la presencia del 'Partido' en absolutamente todos los negocios y actividades.
China tiene 1.300 millones de habitantes, más de la mitad rural, sin agua potable, luz, ni porvenir. Supuestamente ya no es comunista, pero son muchas las secuelas que quedaron del período abiertamente comunista.
Hay sólo un partido, no hay elecciones y la corrupción, dicen, es de las más altas del mundo. Al 'Partido' le interesa el pueblo como masa de gente utilizable para trabajar, la nación como poderío, el gobierno como posibilidad de mandar y enriquecerse; pero las personas no cuentan para nada. En las explicaciones de guías chinos jamás oí las palabras cesantía, descanso semanal, prima de Navidad, bonificación, jubilación, vacaciones. Si usted se enferma, váyase y cuando se alivie vuelva al trabajo.
Se puede tener un hijo y el gobierno lo atiende varios años con educación, salud y alimentación y, si los padres fueron hijos únicos, pueden tener un segundo hijo con los mismos privilegios; pero si aspiran a un tercero tienen que pagarle al gobierno un precio muy alto, precio que deben cancelar antes de seis años. Si pasados los seis años no han pagado, les quitan el hijo que pasa a ser una cosa que llaman 'chino negro', un ser que no puede tener cíédula ni ningún tipo de identificación, ni comprar, ni hacer más que trabajar apenas para comer, sin jamás tener nada propio.
En un recorrido que nos hicieron para conocer pueblos pobres entramos a una casa oscura, húmeda, con dos especies de bancas en el lugar de recibo; eran dos ataúdes para los abuelos que estaban viejos y si no tenían listos los ataúdes, enterrarlos sería un problema. El guía, con la mayor naturalidad, nos relató que cuando tenía 5 años, desayunaba todos los días sentado sobre el ataúd donde estaba metido el cadáver de su abuelo; aclaró que en la casa había un mal olor pero que 'uno se acostumbra a eso'.
Toda la tierra es del Estado y uno puede comprar un trozo por 70 años, o sea, más que una compra es un alquiler. Pasado el plazo, con el dueño ya viejo y sin poder ganarse la vida, la tierra vuelve al Estado y usted verá quíé camino coge.
El Estado, el Partido, ese ente, es dueño de la gente en proporciones que aquí no podemos imaginar.
Cuando China quiso recobrar a Hong Kong, Margaret Tatcher dijo que ese territorio era de Inglaterra. Deng Xiao Ping respondió que era de la China, que Inglaterra se los había robado; la señora Tatcher dijo que tenía algo así como 7 mil soldados para defender el derecho británico, a lo que Deng Xiao Ping respondió que tenía 200.000 mil hombres para enfrentar los soldados ingleses, y que si se los mataban, podía traer en una semana, otros 300.000 para matar hasta el último soldado inglíés.
La señora Tatcher decidió conversar. Pero el hecho muestra a las claras que el jefe del partido puede disponer a su antojo de la vida de 500.000 personas.