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Autor Tema: El Alma es nuestra esencia, nuestra energí­a. Es "nosotros".  (Leído 560 veces)

Scientia

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El Alma es nuestra esencia, nuestra energí­a. Es "nosotros".
« en: Diciembre 13, 2011, 07:09:31 pm »
El Alma es nuestra esencia, nuestra energí­a. Es "nosotros".

Albergada en nuestro cuerpo durante el tiempo que pasamos en la Tierra, es capaz de entrar y salir de íél a su antojo. A diferencia de nuestro cerebro, el alma posee un sinfin de conocimientos y tesoros. El Alma, nuestro ser espiritual, tiene caracterí­sticas, emociones, la capacidad de aprender y crecer, el potencial para eclosionar, madurar y florecer si la nutrimos. Encarna todo lo que somos, todo que hemos sido y todo lo que potencialmente seremos.

Gracias a su cuerpo etíérico o espí­ritu el alma puede viajar y contactar con los seres queridos que han fallecido, y el recuerdo de dichos contactos nos llega a travíés de nuestros sueños, sueños que parecen muy reales, pero que para muchos son una realidad demasiado dificil de comprender.

El Alma tambiíén puede contactar con otros seres en la Tierra ... Los animales tambiíén tienen alma y forman parte de nuestro cúmulo de almas ... juegan un papel importante en nuestra experiencia en la Tierra.

Al comienzo de su creación y durante su desarrollo, el Alma, toda alma que ha existido o existirá en el futuro, está compuesta, rodeada e influida por su propio tipo de energí­a elemental particular. En el universo existen cientos, si no cientos de miles, de grupos de energí­a en los que puede nacer un alma. En el plano terrenal, no obstante, solo existen cinco grupos de energí­a, a partir de los cuales se crea toda la vida. Toda la vida.

Cada uno de nosotros goza de la capacidad de expandir dicha energí­a, de desarrollarla y utilizarla de múltiples formas.

Lo que no podemos cambiar es el tipo de energí­a que somos. Cambiarlo es imposible; serí­a como intentar transformar un pastel de chocolate en una tarta de fresa. Los ingredientes que componen el alma, la fuente de su poder siempre serán los mismos: una vez guerrera, será siempre guerrera. Sin embargo, la forma o configuración del alma varí­a dependiendo de sus necesidades. Casi igual que un aliení­gena, puede cambiar de forma o tamaño en cualquier momento. Puede ser tan grande como el cuerpo humano que la alberga o tan pequeña como su más diminuto nervio.

En algunos momentos, nuestras almas se comunican entre sí­. En ocasiones somos conscientes de que eso ocurre, como cuando sentimos una conexión instantánea con alguien. Ese sentimiento, negativo o positivo, es algo que podemos percibir de un modo instintivo. Otras veces puede que no seamos conscientes de dicha conexión pese a que exista.

De algún modo, nuestra alma posee ojos y oí­dos; ve, escucha, presta atención a sus experiencias. Somos nosotros, los mortales, distraí­dos por los aspectos materiales y mundanos, los que necesitamos estar más atentos a la energí­a de nuestra alma. El Alma determina todo lo que podemos ser, pero nosotros, los mortales, elegimos en gran medida en quíé nos convertimos ...

¿Dónde se encuentra nuestra Alma?

Nuestra alma puede hallarse dondequiera que lo necesite. Contenida en lo más profundo de nuestro ser, el Alma puede convertirse en corazón, pulmones, riñon o vejiga, en especial cuando uno de estos órganos tienen dificultades y necesita un incremento de energí­a espiritual. Cuando padecemos un daño fí­sico - una afección cardí­aca, cáncer de pulmón o una discapacidad fí­sica de cualquier tipo -, nuestra alma se traslada al área afectada para proporcionarle fuerza, luz y curación. Se hace uno con la fuente del daño, produciendo a menudo resutados sorprendientes ... a los que llamamos milagros o curaciones inexplicables. Algunos de nosotros, en momentos de angustia extrema, sentimos algo, una especie de presencia en nuestro interior, que calma nuestras emociones. Dicha presencia podrí­a provenir del mundo de los espí­ritus, ser una presencia separada de nosotros, o podrí­a tratarse de nuestra propia alma agitandose en nuestro interior, expandiendo su energí­a a aquellas zonas que necesitan ser sanadas.

Pero nuestra Alma tambiíén es capaz de viajar fuera del cuerpo humano. Puede expandirse hasta colmar el abismo más grande o empequeñecer lo suficiente para atravesar el ojo de una aguja. Es libre de explorar cuándo, dónde y lo que elija.

Para la mayorí­a de la gente, el Alma permanece en nuestro interior cuando estamos despiertos, conscientes, pero mientras dormimos, cuando el cuerpo fí­sico duerme, el Alma aprovecha para expandirse, para pasar un tiempo "fuera". Los viajes astrales, las visiones en sueños y las experiencias extracorporales son ejemplos de ese deseo del alma de explorar. Viajando a travíés del tiempo y del espacio, comunicándose con el mundo de los espí­ritus, utilizando el cuerpo etíérico (el cuerpo espiritual, que tiene el mismo tamaño y forma que su anfitrión fí­sico), el alma, que vive y respira por sí­ misma, dispone tambiíén de mente y voluntad propias. Aunque puede viajar por todas partes, el alma permanece unida a nuestro cuerpo fí­sico por una delgada hebra plateada hasta el momento de la separación total, cuando el hilo se rompe y abandonamos esta Tierra.

Nosotros, como almas, elegimos estar aquí­, disfrutar de esta experiencia terrenal. Sí­, elegimos, lo cual puede resultar dificil de creer para aquellos que han tenido una vida difiicil. ¿Por quíé í­bamos a elegir algo así­? La razón es simple: APRENDIZAJE, CRECIMIENTO, EXPANSIí“N, CONOCIMIENTO. Pero ¿por quíé? De nuevo, es simple: nuestras almas deben florecer o se marchitarán y morirán, de modo que nuestra experiencia terrenal es nuestra ESCUELA, nuestra OPORTUNIDAD DE APRENDER Y CRECER, Y CON UN POTENCIAL ILIMITADO ...


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Fragmento del Libro "Los Signos del Alma" de Rosemary Altea


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