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Autor Tema: Las Siete Reglas de Paracelso  (Leído 568 veces)

Scientia

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Las Siete Reglas de Paracelso
« en: Diciembre 19, 2011, 09:17:52 pm »
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Las Siete Reglas de Paracelso
Publicado por Teresa el diciembre 6, 2011 a las 4:30pm
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1º Lo primero es mejorar la salud. Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rí­tmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.
 

2º Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.
 
 
3º Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energí­as y huir de todo sentimentalismo.
 
 
4º Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuíérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así­ de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espí­ritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehí­culo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.
 
 
5º Debes recogerte todos los dí­as en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica eníérgicamente el cerebro y el Espí­ritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrí­rsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon de que habla Sócrates.
 
 
6º Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más í­ntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardí­n sellado. Es regla de suma importancia.
 
 
7º Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni díébil, porque hay detrás de ti ejíércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espí­ritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden.
 
 
 
Muchas de las que alegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; Puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí­ donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoí­smo. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La humildad te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijíéramos: pecado mortal contra el Espí­ritu Santo.



lauramsagra

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Re: Las Siete Reglas de Paracelso
« Respuesta #1 en: Diciembre 20, 2011, 03:50:12 pm »
 :014:

Voy a intentar alguna que otra cosilla que me cuesta, veremos, 
Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉