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Autor Tema: Las 7 razas humanas  (Leído 632 veces)

Scientia

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Las 7 razas humanas
« en: Enero 12, 2014, 07:34:01 pm »
http://www.periodismoalternativoblog.com/2013/10/las-7-razas-humanas.html


Esa era la edad de oro, esa era la edad de los titanes. Esos fueron los tiempos deliciosos de la Arcadia. Los tiempos en que no existí­a lo mí­o ni lo tuyo, porque todo era de todos. Esos fueron los tiempos en que los rí­os manaban leche y miel.

La imaginación de los hombres era un espejo inefable donde se reflejaba solemnemente el panorama de los cielos estrellados de Urania. El hombre sabí­a que su vida era la vida de los dioses, y el que sabí­a tañer la lira estremecí­a los ámbitos divinos con sus deliciosas melodí­as. El artista que manejaba el cincel se inspiraba en la sabidurí­a eternal y daba a sus delicadas esculturas la terrible majestad de Dios.

¡Oh! La Epoca de los Titanes, la íépoca en que los rí­os manaban leche y miel.

Los lemures fueron de alta estatura y tení­a amplia frente, usaban simbólicas túnicas: blancas por delante, negras por detrás, tuvieron naves voladores y buques propulsados por la energí­a atómica, se alumbraban con energí­a nuclear, y llegaron a un altí­simo grado de cultura. (En nuestro libro “El Matrimonio Perfecto”, hablamos ampliamente sobre el particular).

Esos eran los tiempos de la Arcadia: el hombre sabí­a escuchar entre las siete vocales de la Naturaleza la voz de los Dioses, y esas siete vocales: I.E.O.U.A.M.S., resonaban en el cuerpo de los lemures con toda la música inefable de los acompasados ritmos del Fuego”.

“El cuerpo de los lemures era un arpa milagrosa donde sonaban las 7 vocales de la Naturaleza con esa tremenda euforia del Cosmos. Cuando llegaba la noche, todos los seres humanos se adormecí­an como inocentes criaturas entre la cuna de la Madre Naturaleza, arrullados por el canto dulcí­simo y conmovedor de los Dioses, y cuando rayaba el alba, el Sol traí­a diáfanos contentos y no tenebrosas penas”.

“Los matrimonios de la Arcadia eran matrimonios gnósticos. El hombre sólo efectuaba el connubio sexual bajo órdenes de los Elohim, y como un sacrificio en el altar del matrimonio para brindar cuerpos a las almas que necesitaban reencarnarse. Se desconocí­a por completo la fornicación, y no existí­a el dolor en el parto.

A travíés de muchos miles de años de constantes terremotos y erupciones volcánicas, la Lemuria se fue hundiendo entre las embravecidas olas del Pací­fico, a tiempo que surgí­a del fondo del ocíéano el continente Atlante”.

Despuíés vino la Raza Lemur. Ellos ya eran más fí­sicos y pisaban definitivamente la tierra. Hasta esta íépoca ya habí­an pasado gran cantidad de años. Esta raza tambiíén era muy espiritual aunque con menos poderes que los hiperbóreos. Aun así­ ellos tení­an contacto con el edíén. Esta raza como las dos anteriores eran andrógenos – hermafroditas. Ellos eran gigantes de 2 a 6 metros. Su paí­s estaba cerca de Australia y se dice que eran aproximadamente 64 millones. Viví­an en una región muy poblada de volcanes, en el Ocíéano Pací­fico.

Ellos se reproducí­an por gemación. Los antiguos Nahuatls, decí­an de una manera infantil “que se convirtieron en pájaros” El hermafrodita se fecundaba y producí­a un especie de huevo que llevaba en la parte de la pantorrilla. Su fisonomí­a era con una cabeza abombada producto de glándulas muy desarrolladas. Ellos no tení­an miedo a la muerte, simplemente esperaban el cambio.

Esta raza fue de transición, pues de ahí­ parten los ahora humanos. Esta raza sufrió muchos cambios. Los verdaderos hombres de esta raza pudieron separarse de su parte máquina, y no lo hicieron. Ellos sabí­an perfectamente que eran parte del planeta tierra como capturadores y procesadores de energí­a cósmica y retransmisores. Una raza que casi fracasa, pues comprendiíéndolo y sabiíéndolo todo perdieron interíés por vivir.

En esta raza se llevo a cabo lo de la expulsión del edíén que nos menciona la Biblia. De hecho esta humanidad cayó en bloque, y con ello cayeron muchos ángeles. En esta raza se llevo a cabo lo que la Biblia nos dice de que “de una costilla de Adán salió Eva” Gíénesis 2:21 – 22. Esto es prácticamente la división de sexos; hombre, mujer. Recordemos que ellos tení­an los dos sexos, eran hermafroditas. El sexo, por ser sagrado, era conducido a lugares especiales por los Kumaras – Maestros. De ahí­ nos ha quedado la costumbre de que los casados se van a su “Luna de Miel”.

Ellos tení­an muchos poderes y podí­an ver y distinguir una Holtapamna – 5’500,000 tonalidades de colores. Tambiíén escuchaban el Nirionossiano, que es el sonido de las esferas. El sonido del mismo universo, el resto es Anahat. Igualmente su lenguaje contení­a muchí­simas más vocales y consonantes que el actual.

Sin embargo, esta raza Lemur, este continente Mu, finalmente cayó en la degeneración y por 10,000 años vivió tremendos terremotos y se hundió la Lemuria.

(Lemuria es el nombre de la última parte del Gran continente que existió en el Pací­fico Mu. La verdadera destrucción de Mu y su subsiguiente hundimiento empiezan en los 30,000 AC. Esta acción continuó por muchos miles de años hasta que la última porción del antiguo Mu, conocido como Lemuria fue tambiíén sumergida en una serie de nuevos desastres, los cuales terminaron entre 10,000 y 12,000 AC. Esto ocurrió precisamente antes de la destrucción de Poseidonis, la última parte del Continente del Atlántico: Atlantis.

El Señor Aramu-Muru (Dios Meru) fue uno de los grandes Lemurianos sabios y el Guardián de los Pergaminos durante los últimos dí­as del juicio de Mu o de la condenada Mu. Fue bien conocido para el Maestro de Lemuria que una catástrofe final causarí­a gigantescas mareas para hundir lo último de sus tierras en el mar embravecido y en el olvido.

Cada Maestro fue escogido por el Consejo de la Gran Jerarquí­a Blanca, para que fuera a diferentes secciones del mundo, donde, con seguridad el podrí­a fundar una Escuela de la Antigua y Arcana Sabidurí­a. Esto fue para conservar el conocimiento cientí­fico y espiritual del pasado. Al principio por muchos miles de años, aquellas escuelas permanecieron en un misterio para los habitantes del mundo, sus enseñanzas y reuniones debí­an ser secretas. Por ello, ellas fueron llamadas hasta hoy dí­a las Escuelas de Misterio o de los Shan -Gri -Las de la Tierra.

El Señor Muru, es uno de los Maestros de Lemuria, fue delegado por la Jerarquí­a para llevar los rollos sagrados consigo a lo largo con el enorme Disco Solar de Oro del Sol hacia el área montañosa de un lugar recientemente formado, en lo que ahora es Sudamíérica. Aquí­ íél guardarí­a y mantendrí­a el foco de la llama de la iluminación. El Disco del Sol fue guardado en el Gran Templo de la Divina Luz en Lemuria y no fue simplemente un objeto de ritual y adoración, ni servirí­a para el único propósito que despuíés fue usado por los Altos sacerdotes del Sol entre los Incas del Perú. Aramu-Muru partió a la nueva tierra en uno de los usados naví­os aíéreos de aquella íépoca, mientras las últimas partes del antiguo continente se despedazaban en el Ocíéano Pací­fico, terribles catástrofes tení­an lugar sobre toda la tierra. La Cordillera Andina de montañas surgió en aquella íépoca y desfiguró la costa Oeste de Sudamíérica. La antigua ciudad de Tiahuanaco (Bolivia), fue en aquel tiempo un gran puerto de mar y una gran ciudad colonial del Imperio Lemuriano de magnificencia e importancia para la Madre Tierra. Durante los subsiguientes cataclismos se levantó sobre el nivel del mar y un benigno y tropical clima fue reemplazado por el helado clima polar de las altas mesetas, eternamente barridas por el viento, semejantes al frí­gido ártico.

Así­ fue que al reciente formado lago el Señor Muru llegó desde la sumergida Lemuria, es el lugar conocido como el Lago Titicaca, el Monasterio de la Hermandad de los Siete Rayos cobró existencia, siendo organizado y perpetuado por Aramu-Muru. Este Monasterio, el cual fue la sede hogar de la Hermandad a travíés de todas las edades sobre la Tierra, estaba situado en un inmenso valle el cual habí­a sido creado durante los dí­as del nacimiento de los Andes y fue un extraño hijo de la naturaleza, en las que su exacta situación y altitud le dieron un calor, un clima semi-tropical donde las frutas y nueces podí­an crecer de un tamaño fenomenal. Aquí­, sobre la cúspide de las ruinas que habí­an estado al nivel del mar, como a la ciudad de Tiahuanaco, el Señor Muru ordenó construir el Monasterio construido de gigantescos bloques de piedra cortadas sólo por la energí­a y fuerza lumí­nica . Esta construcción ciclópea es igual hoy a la que fue otrora y sigue siendo un repositorio de la ciencia y cultura lemuriana. El Valle del Monasterio de la Hermandad de Los Siete Rayos es conocido como el Valle de la Luna Azul y está situado en lo alto de las montañas andinas hacia el norte y al costado peruano del Lago Titicaca.

El Señor Muru no construyó inmediatamente el Monasterio a su arribo al Lago Titicaca, pero el siguió viajando por muchos años, estudiando y ayunando en los desiertos, donde el estaba en unión de otros hombres, quienes habí­an escapado de la catástrofe. í‰l fue originalmente acompañado por su aspecto femenino Arama Mara (Diosa Meru) cuando íél salió de Lemuria en la aeronave.)

CUARTA RAZA-RAIZ O ATLANTE

Despuíés que la humanidad hermafrodita se dividió en sexos opuestos, transformados por la Naturaleza en máquinas portadoras de criaturas, surgió la cuarta Raza-raí­z sobre el geológico escenario atlante ubicado en el ocíéano que lleva su nombre.

Fue engendrada por la tercera raza hace unos 8 millones de años atrás, a cuyo fin el Manú de la cuarta Raza eligió de entre la anterior los tipos más adecuados, a quienes condujo a la imperecedera Tierra Sagrada para librarlos del cataclismo lemuriano.

La Atlántida ocupaba casi toda el área actualmente cubierta por la parte septentrional del ocíéano Atlántico, llegando por el N.E. hasta Escocia, por el N.O. hasta el Labrador y cubriendo por el Sur la mayor parte del Brasil.

Los atlantes -de estatura superior a la actual- poseyeron una alta tecnologí­a, la que combinaron con la magia, pero al final degeneraron y fueron destruidos.

H.P. Blavatsky, refiriíéndose a la Atlántida, dice textualmente en sus estancias antropológicas:

“Construyeron templos para el cuerpo humano, rindieron culto a varones y hembras. Entonces cesó de funcionar su tercer ojo (el ojo de la intuición y de la doble vista). Construyeron enormes ciudades, labrando sus propias imágenes según su tamaño y semejanza y las adoraron…”

“Fuegos internos habí­an ya destruido la tierra de sus padres (la Lemuria) y el agua amenazaba a la cuarta Raza (la Atlántida)”.

Sucesivos cataclismos acabaron con la Atlántida, cuyo final ha sido recogido en todas las tradiciones antiguas como el Diluvio Universal. La íépoca de sumersión de la Atlántida fue realmente una era de cambios geológicos. Emergieron del seno profundo de los mares otras tierras firmes que formaron nuevas islas y nuevos continentes.

Conforme se hundí­a la Lemuria, emergí­a la Atlántida. Una raza y civilización muy añorada por ser muy esplendorosa. Hay cientí­ficos que hablan de eslabones perdidos, de Darwin, de hombres fósiles, etc. etc. Sin embargo, todo esto fue degeneración de laboratorio de los sabios Atlantes. Los mismos pieles rojas de Amíérica hablan de esplendorosos pasados, pues ellos vivieron en la Atlántida. Los Atlantes eran seres de 2 y 3 metros, y habí­a razas, roja, blanca, amarilla, negra, incluyendo la plateada que se extinguió por completo.

Los rusos, al norte de las Azores, filmaron vestigios de una ciudad. Eso fue un video de 25 minutos haciendo referencia a los Atlantes.

La mitologí­a griega es atlante en un 100%. Incluso el toreo de los españoles tambiíén es atlante. Platón nos habla de los atlantes. Los famosos guanches de las Islas Canarias, los Beríéberes de Marruecos, son de origen atlante. El lenguaje sacerdotal del Tibet es de origen maya. La frase de Jesús “Eli Eli Lama Sabactani” Marcos 15:34, es de origen maya. Y los mayas fueron de origen atlante.

Los atlantes dominaron la 4ª dimensión. La Ley les puso freno pues empezaron a involucionar. Sin embargo, fueron grandes en transportación, en trasplantes de cerebro, etc. Ellos fueron aun mejor de cómo ahora es esta humanidad. En robótica ellos implantaron elementales a los robots haciíéndolos sumamente inteligentes. El mismo desarrollo que tuvieron los hundió sobre todo lo concerniente al átomo. Ellos tuvieron el sí­ndrome chino, reacción en cadena de lo nuclear fuera de control. En una noche se hundió y murió el grueso de la población. Algunos, conocedores de la catástrofe se apartaron. Ellos fueron la sociedad Akaldan. Su emblema fue la Esfinge que actualmente conocemos con sus cuatro elementales, y sus cuatro virtudes. La cara – inteligencia del hombre. Alas – espiritualidad. Patas – tenacidad y voluntad. Garras – destreza y agudeza.

Algunos emigraron a lo que ellos llamaron Cairona – Egipto y formaron nuevas ciudades. Sus sabios, que se fueron al Tibet, predijeron una serie de cataclismos. El primero fue a los 300,000 años. La segunda fue a los 80,000 años. El tercer fue a los 11,000 años. Lo que nos dice la Biblia a cerca del Diluvio Universal fue esta serie de cataclismos. Despuíés, estos sabios, se fueron a la región del Asia Central donde se iba a dar lugar el nacimiento de la nueva raza. Se dice que los turanios – seres tenebrosos se colaron en dichos asentamientos.

Las 7 Razas Humanas

De acuerdo con el esoterismo todo planeta da siete razas; nuestra Tierra ya dio cinco, faltan dos. Despuíés de las siete razas nuestra Tierra, transformada por grandes cataclismos, se convertirá, a travíés de millones de años, en una nueva luna.Toda la vida involucionante y evolucionante de la Tierra vino de la Luna. Cuando la gran vida abandonó a la Luna, esta murió, se convirtió en un desierto. En la Luna existieron siete grandes razas. El alma lunar, la vida lunar, está ahora involucionando y evolucionando en nuestra Tierra actual. Así­ es como se reencarnan los mundos.

Dicen los aztecas que los hombres de la primera raza fueron devorados por los tigres, que los de la segunda raza se volvieron monos, que los de la tercera se volvieron pájaros y que los de la cuarta se convirtieron en peces. Nosotros decimos que los hombres de la actual quinta raza se convertirán en chivos. Actualmente estamos en la quinta raza, sexta sub-raza, cuarta ronda planetaria.

La primera raza fue gigantesca y de color negro, empero estuvo muy civilizada. Esta fue una raza andrógina, asexual, semi-fí­sica, semi-etíérica. Los individuos podí­an reducir su tamaño al de una persona normal de la actual raza aria. Los rituales y sabidurí­a de la primera raza fueron maravillosos. Los templos y construcciones fueron portentosos. La barbarie no existí­a en aquella íépoca. Dicha raza divina fue devorada por los tigres de la sabidurí­a. El regente de esa raza fue el dios azteca Tezcatlipoca. Cada individuo era un verdadero Maestro de sabidurí­a. La reproducción se realizaba por el acto fisí­paro, el cual es semejante al sistema de reproducción de las cíélulas orgánicas mediante el proceso de división celular. Así­, el organismo padre-madre se dividí­a en dos. El hijo andrógino sostení­ase por un tiempo del padre-madre. La primera raza vivió en la Isla Sagrada situada en el casquete polar del Norte. Todaví­a existe dicha isla en estado de Jinas.

La segunda raza fue gobernada por el dios azteca Quetzalcoatl. Esa fue la humanidad Hiperbórea. La segunda raza fue arrasada por fuertes huracanes. Los degenerados de la segunda raza fueron los monos, antepasados de los monos actuales. Esa raza se reproducí­a por el proceso de brotación, tan común en los vegetales. De todo tronco brotan muchas ramas.

La tercera raza fue arrasada por el sol de lluvia de fuego (volcanes y terremotos). Esa fue la raza Lemur. Dicha raza fue gobernada por el dios azteca Tláloc. Esta raza fue hermafrodita y se reproducí­a por el sistema de gemación. La Lemuria fue un continente muy extenso situado en el ocíéano Pací­fico. Los hombres líémures que se degeneraron tuvieron despuíés rostros semejantes a pájaros. Por eso los salvajes, recordando la tradición, se adornan con plumas en la cabeza.

Los hombres de la cuarta raza fueron los atlantes. Esa raza vivió en el continente Atlante situado en el ocíéano Atlántico. La ciencia ya ha podido comprobar que en el fondo del ocíéano Atlántico existe un continente sumergido. La raza Atlante estuvo gobernada por el dios azteca Atonatiuh. Dicha raza terminó con una gran inundación. Son descendientes de esta raza las tribus precolombinas de Amíérica, los chinos primitivos, los primitivos egipcios, etc.

Nosotros, los arios, somos la quinta raza. Nuestra actual raza terminará con un gran cataclismo.

La sexta raza vivirá en una Tierra transformada y la síéptima será la última. Despuíés de estas siete razas, la Tierra se convertirá en una nueva luna.
« Última modificación: Enero 12, 2014, 07:36:35 pm por Scientia »