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Autor Tema: Influencia mental a distancia sobre los organismos vivientes.  (Leído 378 veces)

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Influencia mental a distancia sobre los organismos vivientes.

Ernesto Bonilla¹,².

¹ Centro de Investigaciones Biomíédicas, Instituto Venezolano de Investigaciones Cientí­ficas (IVIC, Sede Zulia). Maracaibo, Venezuela.

² Instituto de Investigaciones Clí­nicas “Dr. Amíérico Negrette”, Facultad de Medicina, Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.

Autor de correspondencia: Ernesto Bonilla, Instituto de Investigaciones Clí­nicas “Dr. Amíérico Negrette”, Facultad de Medicina, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. Telíéfono: 58-414-614-4972, Correo electrónico: embonilla2008@yahoo.com

Resumen. Este artí­culo revisa estudios relacionados con la influencia mental a distancia sobre los organismos vivientes, incluyendo las sugestiones mentales de sueño y despertar, la influencia mental a grandes distancias, las interacciones mentales con sistemas biológicos remotos, los efectos de la mente en la actividad fisiológica y el sentimiento de ser observado. Los efectos significativos de la influencia mental a distancia se han demostrado en varios ensayos bien controlados, doble-ciegos, realizados en el laboratorio, en humanos, animales, plantas y bacterias. Aunque la influencia mental a distancia parece contradecir nuestro sentido ordinario de la realidad y las leyes definidas por la ciencia convencional, se han propuesto varias hipótesis para explicar los efectos observados, entre las cuales se incluyen las hipótesis de los escíépticos, la de la transferencia de señales, la de los campos, las multidimensionales de espacio-tiempo y las hipótesis de la mecánica cuántica. En conclusión, a medida que los progresos en la fí­sica continúen refinando nuestra comprensión de la realidad, surgirá una explicación racional para esta interacción mental a distancia y, como lo ha mostrado la historia frecuentemente, cada vez que las fronteras cientí­ficas se expanden, los eventos sobrenaturales se transforman en paranormales y luego en normales.

Palabras clave: psicoquinesis, hipnosis, interacción mente-materia, el sentimiento de ser observado.

Distant mental influence on living organisms.

Abstract. This article reviews studies of distant mental influence on living organisms, including mental suggestions of sleeping and awakening, mental influence at long distances, mental interactions with remote biological systems, mental effects on physiological activity and the sense of being stared at. Significant effects of distant mental influence have been shown in several randomized controlled trials in humans, animals, plants, bacteria and cells in the laboratory. Although distant mental influence on living organisms appears to contradict our ordinary sense of reality and the laws defined by conventional science, several hypotheses have been proposed to explain the observed effects; they include skeptical, signal transfer, field, multidimensional space/time and quantum mechanics hypotheses. In conclusion, as the progress of physics continues to expand our comprehension of reality, a rational explanation for distant mind-matter interaction will emerge and, as history has shown repeatedly, the supernatural events will evolve into paranormal and then, into normal ones, as the scientific frontiers expand.

Keywords: psychokinesis, hypnosis, mind-matter interaction, the sense of being observed.

Recibido: 15-06-2013 Aceptado: 10-10-2013

INTRODUCCIí“N

El propósito de esta investigación documental es presentar evidencias experimentales que confirman que, en ciertas condiciones, es posible saber e influenciar los pensamientos, sentimientos, imágenes y conductas de los seres humanos y otros organismos vivientes, aun cuando el influenciador y el influenciado estíén separados por grandes distancias en el espacio y en el tiempo, más allá del alcance de los sentidos convencionales.

INTERACCIí“N MENTE-MATERIA

Psicoquinesis es el tíérmino más utilizado para señalar el efecto de la mente sobre la materia y cubre un amplio rango de fenómenos que pueden dividirse en dos grandes categorí­as: la micro psicoquinesis y la macro psicoquinesis. La primera se concentra más en la influencia directa sobre partí­culas atómicas o equipos electrónicos. Los ensayos más utilizados en los estudios micro psicoquiníéticos son los relacionados con las conductas de sistemas fí­sicos aleatorios, como la tasa de liberación de partí­culas radioactivas. La macro psicoquinesis se refiere más al movimiento de objetos de mayor tamaño, como los dados. La distinción entre ambas se basa en el hecho de que uno puede observar el efecto (macro psicoquinesis) o necesita de una evaluación estadí­stica para determinar si ha sucedido algo no habitual (micro psicoquinesis) (1-3).

El fí­sico teórico Helmut Schmidt (2,3) realizó una serie de estudios relacionados con los efectos psicoquiníéticos sobre generadores electrónicos de eventos (GEE) aleatorios. Estos generadores son los equivalentes a los equipos que lanzan monedas o dados al azar. Pero, a diferencia del azar obtenido por procedimientos mecánicos, los GEE se valen de un proceso fí­sico, como es la declinación de la radioactividad de los materiales radioactivos. La emisión de partí­culas individuales, a partir de una fuente radioactiva, no puede ser predicha ni controlada por ningún procedimiento conocido. Los GEE son blancos excelentes y sensibles para los estudios de la psicoquinesis y los resultados obtenidos en estas investigaciones han sido reproducidos y han resultado estadí­sticamente significativos.

Jahn y col. (4) publicaron una revisión de los experimentos realizados en su laboratorio durante 12 años, con el objeto de investigar la interacción mente-materia. Más de 100 voluntarios intentaron influir mentalmente a generadores de números al azar (GNA), que son equipos electrónicos que generan miles de secuencias 1 o 0, por segundo. En los ensayos, los participantes trataban de influir intencionalmente a los GNA para que generaran más 1 o más 0. A pesar de que el efecto lucí­a pequeño, cuando analizaron toda la información de la base de datos, los resultados indicaron que la probabilidad de que no eran debidos al azar fue de 35 millones a 1.

Durante los últimos 50 años, se han realizado cientos de ensayos de micro psicoquinesis en los cuales se han utilizado los GNA. Bosch y col. (5) combinaron 380 estudios en los cuales se examinó si los GNA podí­an ser influenciados por la intención. Encontraron que el efecto era estadí­sticamente significativo pero muy pequeño y que la explicación más apropiada para los resultados de este meta-análisis era el reporte selectivo. Radin y col. (6) señalaron que los estudios analizados por Bosch y col. (5) revelaban la existencia de un efecto psicoquiníético genuino, que los ensayos eran de una elevada calidad metodológica y que los efectos se distribuyeron heterogíéneamente; es decir, tení­an un amplio rango de tamaños. Sin embargo, diferí­an sobre el origen de esa heterogeneidad. En efecto, Bosch y col. (5) propusieron que, posiblemente, el reporte selectivo de los ensayos estaba inflando los resultados del meta-análisis y que los estudios no reportados pudieran llegar a la cifra de 1544. Radin (7), por el contario, señaló que si se consideraban 59 estudios (el mismo número de investigadores que publican en ese campo) no reportados, y no 1544, como refieren Bosch y col. (5), y cada uno de ellos hubiera dado un resultado negativo, no se habrí­a alterado el resultado final, por lo que creí­a que no estaban justificadas las conclusiones de estos autores sobre la posibilidad de que esos resultados fueran debidos a prejuicios de los investigadores.

En 1991, Radin y Ferrari (8) publicaron los resultados de un meta-análisis de 73 experimentos de macro psicoquinesis realizados por 52 investigadores entre los años 1935 y 1987. Unas 2500 personas intentaron, por más de 50 años, influir mentalmente para que la cara superior de los dados que eran lanzados sobre una mesa mostrara el número que se sugerí­a mentalmente. Se realizaron 2,6 millones de lanzamientos de dados sometidos a la influencia mental de los participantes en los estudios y un poco más de 150.000 dados lanzados en estudios control durante los cuales no se realizó ninguna influencia mental. El meta-análisis mostró que los efectos absolutos fueron significativos aunque no de gran magnitud pero, la probabilidad de que los resultados habí­an sido debidos al azar fue de 1096 a 1. Por el contrario, los resultados de los experimentos control fueron los esperados si hubieran sido debidos al azar.

La posibilidad de influir sobre los GNA ha sido la base para el diseño del Proyecto de la Conciencia Global (PCG) dirigido por Roger Nelson (9). Se trata de un experimento en el campo de la conciencia, para registrar continuamente el grado de coherencia mental global, resultante de los eventos que atraen la atención mundial (muerte de la Princesa Diana, Tsunami del Pací­fico, la caí­da de las Torres Gemelas de Nueva York, el funeral del Papa Juan Pablo II, las celebraciones de Año Nuevo, etc.). Para lograrlo, se utiliza una red de 75 GNA distribuidos en diferentes partes del mundo y conectados, ví­a Internet, con un servidor situado en la Universidad de Princeton. El PCG postula que en cuestión de minutos despuíés de un evento mundial significativo, un porcentaje muy elevado de la población mundial conocerá los detalles de ese evento, gracias a los medios de comunicación y, como resultado de la atención mundial y la coherencia mental que la acompaña, los GNA distribuidos por todo el mundo comenzarí­an a desviarse de la conducta debida al azar.

Cuando se evaluaron 185 eventos de resonancia mundial ocurridos entre los años 1998 y 2005, se observó una desviación muy significativa (p<0,0001) del azar, lo cual sugiere que cuando millones de personas tienen sus mentes enfocadas coherentemente en un evento importante, la coherencia fí­sica u orden mundial tambiíén aumenta. En esos eventos, todos los GNA se comportan de la misma manera, aun cuando estíén separados por cientos o miles de kilómetros y repartidos por todo el mundo (10). Estos experimentos sugieren que las interacciones mente-materia observadas en el laboratorio tambiíén aparecen en el contexto no controlado de la vida real y a escala global.

INDUCCIí“N DEL SUEí‘O A DISTANCIA

La inducción del sueño a distancia, acompañada o no de la sugestión mental de actos motores, es un ejemplo tí­pico de la influencia mental a distancia.

Los primeros experimentos sobre la inducción de sueño y despertar mediante la sugestión mental, fueron realizados en La Haya por Pierre Janet y M Gilbert (11) con la receptora Líéonie B, una campesina saludable de 50 años, en quien producí­an un sueño hipnótico en el momento que lo desearan. Gilbert hipnotizaba mentalmente a Líéonie, quien entraba en un trance hipnótico profundo y era capaz de realizar acciones especí­ficas sugeridas por Gilbert. Las distancias entre el hipnotizador y la hipnotizada variaron entre unos pocos metros hasta 300. En una serie de experimentos, las sugerencias para inducir el sueño hipnótico se produjeron en tiempos escogidos al azar. Tuvieron íéxito en 19 de 25 experimentos. En otra serie de ensayos, 16 de 20 fueron exitosos. Estos hallazgos fueron comprobados por Charles Richet en 1888 (12), con el mismo sujeto. Richet intentó producirle sueño mediante sugestión mental a una distancia de 1 a 2 Km y tuvo íéxito en 16 de 36 intentos.

En 1922, un experimento clásico en telepatí­a fue reportado por Brugmans (13). En este ensayo, un estudiante de fí­sica llamado Van Dam fue investigado para corroborar sus habilidades psí­quicas. El sujeto fue vendado y colocado en un cubí­culo cerrado con cortinas y se le pidió que pasara su brazo por debajo de estas para que seleccionara con un dedo uno de los cuadrados de una tabla de ajedrez de 6X8 que estaba sobre una mesa cercana. En cada una de las pruebas el cuadrado serí­a seleccionado al azar por el experimentador. Uno de los asistentes (el agente) sabí­a cuál era el cuadrado objetivo y tratarí­a de influenciar mentalmente a Van Dam, para que moviera su brazo y lo seleccionara. En algunos ensayos, el agente estaba en la misma habitación; en otros, se encontraba en una habitación situada en el piso superior. Se determinó la respuesta galvánica de la piel de Van Dam para comprobar si se producí­a una variación cuando la selección del cuadrado objetivo fuera correcta o incorrecta. De 187 ensayos tuvo íéxito en 60, en lugar de los 4 que se esperarí­an al azar. La diferencia fue muy significativa (121 millardos a 1). Los resultados fueron semejantes cuando el agente estaba en la misma habitación o en la habitación superior. Como lo señaló Radin (7) este estudio continúa siendo importante por los resultados significativos en condiciones bien controladas y porque la determinación de la respuesta galvánica de la piel abrió el camino a un mayor interíés por los míétodos fisiológicos para detectar los fenómenos inconscientes.

En 1927, Warcollier (14) reportó experimentos de transmisión de pensamientos en los cuales participó y que fueron realizados entre Nueva York y Parí­s, en ambas direcciones, a una distancia de 6.000 Km. La imagen transmitida era la página de un libro, un diagrama o un dibujo de algún objeto. En 15 ensayos realizados de Nueva York a Parí­s hubo coincidencias en 5 casos (33,33%). De 20 experimentos entre Parí­s y Nueva York, solo 5 resultaron exitosos (25%).

Konstantinides (15) reportó los ensayos organizados por la Sociedad Ateniense de Investigaciones Psí­quicas realizados entre Atenas y Parí­s (2101 Km), Varsovia y Atenas (1597 Km) y entre Viena y Atenas (1284 Km). Se transmitieron figuras geomíétricas, dibujos, cartas y objetos sólidos. Algunas veces, al receptor se le inducí­a un trance hipnótico con la esperanza de mejorar los resultados. La transmisión y la recepción de las sugestiones mentales fueron sincronizadas. Cada transmisión, en cualquier dirección, se realizó en dos oportunidades por un tiempo de 5 minutos cada vez, con 5 minutos de descanso entre ellas. Cuando compararon los objetos originalmente transmitidos con las reproducciones realizadas por los receptores, concluyeron que estos experimentos eran una evidencia de la posibilidad de influir mentalmente a distancia.

La sugestión telepática fue pronto ignorada en el Occidente, a comienzos del siglo XX. Sin embargo, esos estudios continuaron realizándose en la Unión Soviíética. Bekhterev fue el pionero de la investigación de la transmisión del pensamiento en ese paí­s y el primero en invocar la hipótesis electromagníética para explicar ese fenómeno (16). Fue esta hipótesis sobre la emisión de radiaciones electromagníéticas por parte del cerebro, la que sirvió de base para los trabajos de investigación del fisiólogo y psicólogo ruso Leonid Vasiliev, publicados en su libro “Experimentos en Sugestión Mental” (17). Vasiliev y col. fueron capaces de inducir actos motores, imágenes, sensaciones, sueño o vigilia y reacciones fisiológicas (cambios en la respiración y en la actividad electrodíérmica), en personas situadas en zonas remotas, a distancias que variaron de 20 metros hasta 1.700 kilómetros. Utilizaron habitaciones forradas con plomo o con hierro, para bloquear a los mediadores sensoriales convencionales o electromagníéticos. Todos los estudios de Vasiliev fueron realizados entre los años 1920 y 1930 en la Unión Soviíética, en donde se viví­a un clima de hostilidad contra todo lo que luciera no-fí­sico o paranormal. Vasiliev definió el fenómeno de “sugestión mental” o “transmisión directa del pensamiento” como la transmisión, de una persona a otra, de diferentes clases de impresiones, pensamientos y sentimientos, con la posibilidad de inducir un trance hipnótico. En todos esos casos, los efectos se lograron sin la intermediación de palabras, a distancia, independiente de la percepción mediante algunos de los sentidos.

En los años 1933 y 1934, Vasiliev y col. realizaron 260 experimentos sobre la inducción mental del sueño y del despertar en los receptores Ivanova, Fedorova y E.S. De ese total, 194 ensayos se acompañaron de registros gráficos. La inducción mental de sueño sólo fracasó en 6 ocasiones y la inducción del despertar, en 21. Contrariamente a lo esperado, la colocación de barreras metálicas (hierro o plomo) entre el hipnotizador y el hipnotizado, no produjo ninguna disminución de la transmisión telepática. Pensaron que se trataba de una región del espectro con una longitud de onda más corta (rayos X o gamma) lo cual era improbable o, alternativamente, de la región de ondas de un ancho de banda de kilómetros o de campos elíéctricos estático.

Cuando analizaron los experimentos realizados a distancias variables, Vasiliev y col. encontraron que los resultados eran casi idíénticos a los obtenidos a distancias más cortas (entre una habitación y otra contigua). Concluyeron que los resultados obtenidos por su grupo eran de importancia considerable para la determinación de la naturaleza energíética del factor que transmite las imágenes, desde el cerebro del emisor al del receptor. Al igual que las ondas de radio, operan a grandes distancias pero, a diferencia de ellas, no son bloqueadas por las barreras metálicas. En la gran mayorí­a de los ensayos, el dormirse o despertarse, ocurrí­a antes de un minuto de haberlo sugerido. En casos aislados, la realización de la tarea sugerida se retardó diez o más minutos. Los retardos en el efecto telepático eran aparentemente dependientes de las cualidades del emisor, es decir, de su habilidad para concentrarse en la sugestión que iba a ser transmitida (17).

Vasiliev tambiíén utilizó la hipnosis en su trabajo sobre la transmisión de imágenes mentales, que es un procedimiento común en las investigaciones modernas en las cuales se han usado las imágenes y los diseños. El estado hipnótico, sin embargo, consistentemente mejoró los valores de percepción extrasensorial. Reportó que la sugerencia telepática para dormir o para despertar era la tíécnica más confiable en sus experimentos. Vasiliev protegí­a al transmisor y/o al receptor en cámaras de Faraday y realizaba experimentos a distancias diferentes entre ambos, incluyendo una separación de más de 2.000 Km (de Sebastopol a Leningrado) entre hipnotizador e hipnotizado. A pesar de esa distancia enorme, el receptor experimentó un sueño hipnótico profundo cuando se le impartieron las instrucciones para dormir (17).

En la Unión Soviíética el uso de la hipnosis en la práctica psiquiátrica se mantuvo en boga por un tiempo mayor que en Occidente. Las demostraciones de Platonov (18) revivieron el interíés sobre la influencia mental a distancia. Tanto Platonov como Vasiliev fueron estudiantes de Bekhterev, bajo cuya dirección trabajaron en la investigación de los mecanismos de la sugestión verbal en el sueño hipnótico. La monumental obra de Platonov recogida en su libro “La Palabra como Factor Fisiológico y Terapíéutico” aún sigue siendo texto de consulta para todos los profesionales dedicados a la hipnosis míédica.

El problema que se le presentó a Vasiliev en la díécada de los 20 del siglo pasado era que, una vez que el fenómeno de la influencia a distancia se reprodujera confiablemente en el laboratorio, se hací­a necesario dar el siguiente paso para investigar sus bases fí­sicas. Tanto íél como Bekhterev creí­an que la respuesta a ese problema habí­a sido dada por el neurólogo italiano Cazzamalli (19), quien habí­a publicado varios trabajos que parecí­an favorecer la teorí­a electromagníética de la telepatí­a, que lucí­a como una variante de la teorí­a fluí­dica de Mesmer (16). Según Cazzamalli la información enviada desde el emisor al receptor era transportada por energí­a electromagníética, en forma de ondas de radio de 0,7 a 100 metros de ancho de banda. La obra de los investigadores rusos demostró que la teorí­a del italiano era incompatible con sus observaciones. En efecto, las barreras metálicas que detendrí­an todas las ondas de radio de esas frecuencias, no eran capaces de evitar las influencias mentales del hipnotizador sobre el sujeto hipnotizado a distancia.

Vasiliev y Platonov fueron muy cuidadosos para informar que estaban investigando un fenómeno que, aunque muy importante desde el punto de vista cientí­fico, no tení­a nada que ver con “idealismo” o “religión”. Pensaban que serí­a cuestión de tiempo antes de que se demostrara que estas observaciones tení­an una base “materialista” al igual que otros fenómenos de la naturaleza. El mismo Vasiliev estaba consciente del hecho de que las ondas electromagníéticas de baja frecuencia y gran ancho de banda no eran completamente absorbidas por las cubiertas de hierro o de plomo, de 1-3 mm de espesor, de las paredes de las cámaras donde realizaban sus ensayos y que la transmisión telepática por un campo electromagníético de baja frecuencia no estaba totalmente descartada (17).

En contra de las predicciones de la teorí­a electromagníética, una barrera más selectiva, como una cámara de Faraday, no interferí­a con la transmisión de la sugestión mental en ninguna de las instancias donde tal sugerencia fue efectiva sin utilizar dicha cámara. Este descubrimiento lanzó dudas sobre la teorí­a electromagníética para explicar los fenómenos telepáticos.

En relación a la sugestión mental de actos motores, Vasiliev reconoció la influencia que recibió de Joire, investigador de la Facultad de Medicina de Lille (Francia), quien colocaba una venda sobre los ojos de los sujetos y luego les ordenaba que realizaran algunos movimientos como, por ejemplo, elevar su mano y su brazo izquierdos o su pierna derecha, cruzar un brazo alrededor del pecho, caminar en una dirección especí­fica, acercarse a una de las personas presentes, etc. Joire inducí­a en los sujetos un estado de pasividad, removiendo mediante la sugestión todos los pensamientos extraños. Luego, se colocaba al frente o detrás del sujeto, a una distancia de 3 a 4 metros (20).

A diferencia de los sujetos de Joire, los de Vasiliev y su grupo eran hipnotizados previamente. Una vez que el sujeto se encontrara en un estado de hipnosis profunda (con amnesia posthipnótica para no recibir instrucciones de establecer una conexión emocional con el hipnotizador) sus ojos eran vendados; luego, se le sugerí­an mentalmente los movimientos que deberí­a realizar. Se evitaron todas las señales que pudieran darle al sujeto algún conocimiento sobre el comienzo y el final, o sobre las sugerencias que se le darí­an durante el experimento. Al finalizar, cuando Vasiliev le preguntaba al sujeto por quíé hizo un movimiento particular, invariablemente contestaba: “Usted me dijo que lo hiciera”. De 18 ensayos realizados por su colaborador, el Dr. Dubrovsky, 11 fueron exitosos, 3 parcialmente exitosos y 4 no exitosos. Observaron que la constante repetición de los ensayos, con el mismo sujeto, tendí­a a dar resultados menos evidentes con el correr del tiempo. Los mejores sujetos para las pruebas de sugestión mental de actos motores, eran menos efectivos en los experimentos sobre la sugestión mental de imágenes (16).

Los trabajos de Vasiliev y col. condujeron a las siguientes conclusiones:

1.  Una selección preliminar de sujetos sensibles, es un requisito esencial para investigar la naturaleza psicofí­sica del fenómeno telepático.

2.  El míétodo “hipnogíénico”, acoplado al registro objetivo de las respuestas del receptor, es perfectamente apropiado para usar en experimentos posteriores porque los resultados obtenidos con este míétodo son claros y repetibles.

3.  No es necesario que el emisor conozca la localización o la naturaleza del medio ambiente del receptor, pero debe haber visto al receptor para visualizar claramente su imagen al realizar la transmisión telepática.

4.  La distancia entre el receptor y el emisor no juega un papel importante en los resultados.

5.  No se pudo descubrir una radiación emitida por el cerebro que fuera responsable de la transmisión telepática de la imagen. La hipótesis de Cazzamalli no fue confirmada.

6.  El bloqueo del emisor o del receptor, mediante metales (plomo y hierro), no evita la ocurrencia del fenómeno telepático. Debe concluirse, entonces, que si la transmisión del pensamiento a distancia es efectuada mediante radiaciones de energí­a electromagníética, que emana del sistema nervioso central, esa energí­a deberí­a buscarse en la región de ancho de banda cercana a los kilómetros, o en la región de los rayos X. Sin embargo, pensaron que ninguna de esas posibilidades era probable.

En la íépoca de Vasiliev se desconocí­a que las ondas electromagníéticas de baja frecuencia y gran longitud (varios cientos de metros o más), no son absorbidas completamente por el hierro y el plomo de 1 a 3 mm de grosor, que cubrí­a las paredes de la cámara usada para los ensayos. Por esta razón, la transmisión de imágenes mentales, mediante un campo electromagníético de baja frecuencia, no estaba descartada por los experimentos que realizaron en su laboratorio.

En los años sesenta del siglo XX Yuri Kamensky condujo experimentos telepáticos desde Moscú hasta Leningrado (800 Km de distancia), utilizando como sujeto a Karl Nikolaev quien estaba conectado a monitores de actividad fisiológica que determinaban la respuesta biológica a la transmisión telepática. En uno de los experimentos, Kamensky imaginó que estaba estrangulando a Nikolaev, quien inmediatamente se sintió sofocado, y su electroencefalograma mostró cambios dramáticos. En otro ensayo Kamensky imaginó que estaba golpeando fí­sicamente a Nikolaev, quien inmediatamente se cayó de la silla, sintiendo dolores en las partes corporales donde era golpeado. Aun cuando Nikolaev no fue formalmente hipnotizado, confesó que necesitó alrededor de media hora para lograr un estado de relajación adecuado (21).

INFLUENCIA MENTAL SOBRE LOS SERES VIVIENTES

En 1959, el míédico checo Stíépan Figar midió el flujo sanguí­neo en la punta de los dedos, en un par de individuos aislados, con el objeto de determinar si habí­a una conexión telepática inconsciente entre ellos. Estas personas no se conocí­an y no sabí­an la naturaleza del experimento. Figar encontró que cuando a uno, del par de sujetos, se le pedí­a que realizara cálculos aritmíéticos mentalmente, la presión arterial del otro variaba notablemente (22).

Braud y col. (23) observaron que los sistemas vivientes tambiíén pueden ser utilizados como blancos en la investigación de los efectos psicoquiníéticos. En efecto, influencias psicoquiníéticas exitosas se han comprobado en una gran variedad de sistemas biológicos tales como bacterias, hongos, cíélulas de diferentes tejidos, plantas, animales y algunas reacciones fisiológicas en los seres humanos.

Braud y Schlitz (24) realizaron su primer estudio experimental sobre la influencia mental a distancia en la actividad electrodíérmica (AED), que es debida a cambios, habitualmente inconscientes, en la actividad elíéctrica de la piel, producidos por la actividad del sistema nervioso simpático y las glándulas sudorí­paras. Comprobaron que la AED varió según la intencionalidad del influenciador que estaba situado lejos del influenciado. El influenciado mostró mayor AED durante los perí­odos de incremento de la intencionalidad y menor actividad durante los perí­odos de calma. Concluyeron que los procesos mentales de una persona (atención e intención) son capaces de interactuar efectivamente con las actividades fí­sicas, mentales y emocionales de otro individuo, aún cuando estíé situado a una distancia fuera del alcance de influencias energíéticas o informacionales. Desde el punto de vista práctico, los experimentos sobre la influencia mental en los sistemas orgánicos pueden ser considerados como análogos de, por lo menos, algunas formas de sanación psí­quica. Mediante estos ensayos puede ser posible determinar la magnitud, permanencia, lí­mites y aplicación potencial de los efectos psicoquiníéticos biológicamente útiles.

Braud y Schlitz (24) escogieron arbitrariamente una conducta o actividad fisiológica (AED) y examinaron, por un perí­odo de tiempo, la respuesta obtenida en el blanco seleccionado. El experimento se dividió en un número idíéntico de momentos de influencia y de no influencia (control). Durante el perí­odo de influencia, un influenciador (situado fuera del rango sensorial del receptor), intentaba influir psí­quicamente la actividad escogida en el organismo blanco, en una dirección predeterminada. En todas las pruebas el influenciador recibí­a una retroalimentación instantánea del estado del receptor. Durante los perí­odos control, no se realizaba ningún intento psicoquiníético. El propósito de este estudio era comprobar si era posible disminuir psí­quicamente la AED de una persona receptora, solamente durante los perí­odos de influencia. Se realizaron 32 ensayos. La mitad de las personas tení­a una AED excesiva (sujetos muy activos); la otra mitad estaba conformada por individuos que tení­an una AED normal o baja (sujetos inactivos). Para cada una de las 32 sesiones se determinó la AED durante 10 perí­odos de 30 segundos de influencia y 10 perí­odos de 30 segundos de control. Los influenciadores (Braud y Schlitz), observaban un polí­grafo que trazaba la AED de las personas estudiadas y, por lo tanto, recibí­an instantáneamente información de la AED de los sujetos estudiados. Despuíés de registrar los niveles basales de la AED, el experimentador abrí­a un sobre que contení­a la información, que indicaba la secuencia de los perí­odos de influencia y de control en cada ensayo. Los sobres eran preparados previamente por otra persona, mediante una tabla de números aleatorios. Si se indicaba que el perí­odo de control estaba en progreso, el influenciador trataba de no pensar en el sujeto. Durante los perí­odos de disminución de la AED, el influenciador intentaba calmar psí­quicamente al sujeto para que se produjera un descenso de la AED, durante los 30 segundos correspondientes. Esto lo hací­a el influenciador relajándose e imaginando que el influenciado hací­a lo mismo; tambiíén podí­a enviar mensajes o sentimientos de calma al sujeto influenciado o visualizar al polí­grafo produciendo un trazado plano, libre de AED. Se comprobó que las personas que tení­an “necesidad” de reducir la AED (los sujetos activos) evidenciaron una reducción significativa de su AED (p<0,001). En los sujetos inactivos, no se observaron diferencias en las magnitudes de los efectos. En los experimentos de autocontrol, en sujetos activos se logró una desviación del 19% de la AED, pero no fue significativamente mayor que la producida por un influenciador.

Cualquier interacción telepática entre dos personas, podrí­a ser vista como una influencia mental directa de una de ellas sobre el cerebro de la otra. Para comprobar que los blancos más efectivos para estas influencias pudieran ser otros cerebros, otras neuronas o materiales similares a estos, serí­a necesario conducir experimentos, en los cuales se podrí­a intentar influenciar directamente a las neuronas o a otras preparaciones similares, mantenidas fuera del cuerpo.

SANACIí“N A DISTANCIA

En el año 2002, Benor (25) revisó 61 estudios de curación a distancia y consiguió efectos positivos significativos en humanos, animales y plantas.

Achterberg y col. (26) estudiaron 11 sanadores que tení­an más de 23 años realizando esa actividad Cada uno de ellos, seleccionó a una persona conocida, por quien sentí­a simpatí­a y compasión, como el receptor de sus esfuerzos de curación a distancia. Describieron sus esfuerzos de curación como el enví­o de energí­a, buenas intenciones o pensamientos y oraciones por la salud del receptor, quien estaba dentro de un equipo de resonancia magníética funcional, aislado de cualquier forma de contacto con el sanador, quien dirigí­a sus intenciones con intervalos de 2 minutos, escogidos al azar. Durante el perí­odo de curación, las áreas del cerebro más activadas fueron las cortezas cingulada anterior y media, el precúneo y las áreas frontales. La diferencia fue estadí­sticamente significativa (p<0.00127). Concluyeron que la conexión intencional de un sanador con una persona aislada sensorialmente, puede correlacionarse con cambios en la función cerebral de ese individuo.

En el año 2008, Radin y col. (27) realizaron un estudio doble ciego para investigar los efectos de la intención en el sistema nervioso autónomo (SNA), del sanador y del receptor de la sanación a distancia. Exploraron tambiíén el papel que juegan la motivación y el entrenamiento en la modulación de esos efectos. Los valores de la conductancia de la piel se determinaron en cada miembro del par. Mientras el receptor se relajaba por 30 minutos, en una habitación distante y aislada electromagníéticamente, el sanador dirigí­a su intención hacia el receptor, durante perí­odos de 10 segundos. Treinta y seis parejas participaron en 38 sesiones. En 22 parejas, una persona del par era un paciente con cáncer. En 12 de estas parejas, la persona sana fue entrenada para dirigir su intención de sanación hacia el paciente y se le solicitó que practicara esa intención diariamente por 3 meses, antes del experimento (“grupo entrenado”). En las otras 10 parejas, el par fue examinado antes de que el sanador fuera entrenado (“grupo de espera”). Catorce parejas sanas no recibieron entrenamiento (“grupo control”). Como resultado, se encontró que la conductancia de la piel aumentó durante los perí­odos de intención (P = 0.00009). Las desviaciones fueron mayores y más sostenidas en el grupo entrenado; los efectos fueron más moderados en el grupo de espera y aún más pequeños en el grupo control. Los autores concluyeron que la intención dirigida hacia una persona distante se correlacionó con la activación de su SNA. La fuerte motivación para sanar y ser sanado y el entrenamiento en cómo cultivar y dirigir la intención compasiva, podrí­an incrementar este efecto.

Tsubono y col. (28) estudiaron el efecto de la sanación a distancia, practicada por un sanador japoníés profesional, en pacientes que sufrí­an de dolor crónico (sin causa aparente, o que persistí­a durante un largo periodo despuíés de un traumatismo o una intervención quirúrgica). Los participantes fueron reclutados a travíés de mensajes en la radio o en los periódicos locales. Los sujetos se dividieron en un grupo tratado y un grupo control, usando un procedimiento doble ciego. Los pacientes se entrevistaron con el sanador en una sesión inicial donde tambiíén realizaron una meditación por 20 minutos. El sanador regresó a Japón despuíés de la sesión y comenzó la sanación a distancia, solo al grupo de tratamiento, por un perí­odo de 2 meses. A todos los participantes se les pidió que realizaran una meditación de 20 minutos cada dí­a durante esos 2 meses. Se reclutaron 17 pacientes, pero sólo 16 completaron el estudio. Al comparar el dolor durante el perí­odo de pretratamiento con el dolor postratamiento, se observó un efecto significativo debido a la sanación a distancia (P<0.056). Reportaron tambiíén una mejorí­a significativa del dolor en el grupo tratado, al compararlo con el grupo control (P<0.0016).

Easter y Watt (29) exploraron la importancia de la expectativa en la respuesta a la sanación a distancia. Examinaron dos hipótesis: 1. Los participantes, que sabí­an que pertenecí­an al grupo que recibí­a la sanación, reportarí­an una mejorí­a mayor que la de aquellos que sabí­an que no estaban recibiendo la sanación a distancia. 2. Los participantes que creí­an en la sanación a distancia, reportarí­an mayores beneficios que los no creyentes. Se reclutaron 60 pacientes de una clí­nica de reumatologí­a. Los que pertenecí­an a la “condición de sanación” recibieron sanación a distancia de sanadores expertos, mientras que los participantes del grupo control no recibieron ninguna intervención. La mitad de los participantes sabí­a el grupo al que pertenecí­a; la otra mitad lo desconocí­a, Como resultado de este estudio se comprobó que el saber que se estaba recibiendo una sanación a distancia estaba asociado con una mejorí­a en los pacientes que pertenecí­an a la “condición de sanación”. Los pacientes que no sabí­an si estaban recibiendo la sanación no mostraron evidencias de mejorí­a. La creencia en la sanación a distancia no tuvo ningún efecto sobre los resultados. Los autores concluyeron que la mejorí­a reportada en el dolor y el bienestar parecí­a ser debida a que los pacientes sabí­an que pertenecí­an a la “condición de sanación” más que a la sanación a distancia per se.

El estudio de la sanación a distancia se ha hecho difí­cil debido a la poderosa influencia somática que ejercen factores como la sugestión y la expectativa (30). Por esa razón, es fundamental que la persona que está recibiendo los intentos de sanación no tenga conciencia de ellos. La forma más fácil de asegurar que se trata de un estudio doble ciego es situando al sanador y al receptor de la sanación en sitios separados y realizando los intentos de sanación en tiempos escogidos al azar y desconocidos por el receptor. El aislamiento a distancia, elimina la posibilidad de señales sutiles, no intencionales de parte del sanador (por ejemplo, cambios sutiles en su voz, en su respiración o en su lenguaje corporal), que no le permitan saber al receptor cuándo se están realizando los intentos de sanación. De esta manera, se elimina la posibilidad de que el receptor use la inferencia racional para determinar los momentos probables de los intentos de sanación. Además, la condición somática del enfermo debe ser medida objetiva y confiablemente para que los cambios observados puedan ser estudiados apropiadamente.

Pudiera existir oposición a la sanación por parte de los pacientes, de sus familiares o de los míédicos tratantes. Por ello, los investigadores han desarrollado una estrategia alternativa para el estudio de la sanación a distancia. Han diseñado y conducido estudios análogos de sanación, como la influencia mental remota sobre los sistemas vivientes (blancos biológicos), en condiciones muy bien controladas.

Muchos estudios análogos de la sanación se han realizado en los últimos 50 años y han sido revisados por Benor (31), Braud (32) y Solfvin (33). Influencias mentales remotas significativas se han observado en experimentos con bacterias, colonias de hongos, levadura, plantas, protozoos, larvas, hormigas, peces, pollos, ratones, ratas, gatos, perros, delfines y seres humanos. Experimentos adicionales han demostrado su efectividad en cultivos celulares in vitro (cíélulas sanguí­neas, neuronas, cíélulas cancerosas) y en la actividad de enzimas. El amplio rango de estos experimentos y sus resultados positivos sugieren que la habilidad para influenciar mentalmente a distancia, a los organismos vivientes, parece ser inherente a toda la humanidad.

LeShan (34) atribuyó los efectos de la sanación a los siguientes factores: 1. La intervención divina; 2. La intervención espiritual; 3. Algún tipo de mediador energíético y 4. El incremento de la auto-reparación por parte del enfermo, inducida cuando el sanador y el paciente comparten una experiencia unitaria. Esta última explicación es la preferida por LeShan. Según Braud (23), existen dos clases de explicaciones de los efectos obtenidos. La primera es que tales efectos son mediados por una forma rara de energí­a. Para este autor, quizás la única energí­a convencional que puede calificar como un mediador potente es la energí­a electromagníética de frecuencia extremadamente baja, la cual tiene excelentes propiedades de penetración y puede viajar a grandes distancias. Los mayores problemas con esta forma de energí­a son los siguientes: 1.Deberí­a comportarse de una manera muy rara con respecto al tiempo, para poder explicar los efectos mentales desplazados en el tiempo, que se han observado en ciertas pruebas; 2.Tendrí­a que transportar mucha más información que la que parece capaz de transportar; 3. Tendrí­a que ser codificada por el cerebro del influenciador y decodificada por el cerebro del blanco de la sanación. La segunda explicación propuesta por Braud (23) es que la mente es no-local y, en ciertas condiciones especiales, se manifiesta su naturaleza no-local. Según esta propuesta, la energí­a o información no viajarí­a de un sitio a otro o de una mente a otra, sino que estarí­a en todas partes. La mente del influenciador y la del influenciado podrí­an no ser distintas, separadas o aisladas como lucen, sino que estarí­an profundamente interconectadas, unificadas, omnipresentes y omniscientes. Lo que está disponible para una mente estarí­a disponible para todas las mentes y podrí­a ya ser parte de todas las mentes, en lo que serí­a semejante a un holograma.

Los hallazgos en los experimentos sobre el efecto de la oración y la sanación a distancia, sugieren la existencia de una profunda interconexión entre las personas, la cual ha sido observada en las experiencias religiosas, mí­sticas y espirituales.

ANíLOGOS DE LA SANACIí“N A DISTANCIA

En 1997, Schlitz y Braud (35) publicaron una revisión sobre los análogos experimentales de la sanación a distancia y un meta-análisis de 30 experimentos en los cuales sanadores, psí­quicos y otros voluntarios auto-seleccionados fueron capaces de influenciar la actividad del sistema nervioso autónomo de personas distantes. Estas influencias mentales a distancia tienen implicaciones para el entendimiento de los posibles mecanismos de la sanación remota, la naturaleza de la relación mente-cuerpo y el papel de la conciencia en el mundo fí­sico.

Las investigaciones sobre la sanación a distancia, al igual que las de la telepatí­a, la psicoquinesis y la precognición han sido controversiales a travíés de la historia. Aunque gran parte del debate entre escíépticos y proponentes ha sido útil, porque ha conducido a diseños experimentales y a análisis más sofisticados, ha limitado la habilidad para conducir una evaluación clara y desprejuiciada. En general, el objetivo de estos experimentos es influir algún proceso que se pueda medir objetivamente en otro sistema viviente. Los mejores experimentos utilizan diseños controlados, que eliminan cualquier fuente convencional de efecto aparente, incluyendo las manipulaciones, la sugestión y la expectativa.

En los primeros ensayos de los análogos de la sanación a distancia, el sanador buscaba influir y mitigar un proceso deletíéreo en un organismo blanco, con el objeto de mejorar su vitalidad o disminuir la morbilidad y la mortalidad.

Grad (36), condujo una serie de experimentos con 300 ratones, en los que produjo quirúrgicamente pequeñas heridas en la piel; luego, los separó en tres grupos al azar. Uno de ellos fue tratado por el sanador húngaro Oskar Estebany, a quien se le pidió que sostuviera con sus manos las jaulas de los ratones de su grupo y tratara de acelerar la curación de las heridas. Un segundo grupo de ratones, fue tratado por unos estudiantes de medicina “escíépticos”. El tercero, permaneció sin tratamiento (control). Despuíés de un perí­odo de tiempo predefinido, las heridas de los ratones de los tres grupos fueron medidas y comparadas. Los ratones heridos tratados por Estebany, sanaron significativamente más rápidamente que los ratones de los dos grupos restantes. El tratado por los estudiantes de medicina, tardó más en sanar que el grupo control.

Grad tambiíén realizó ensayos en los cuales se le pidió a Estebany que influenciara el crecimiento de plantas (altura y densidad del follaje) medido por observadores independientes, que desconocí­an cuales eran las tratadas y cuales las controles. Los resultados del efecto del sanador fueron significativos. En uno de los experimentos más impresionantes, Grad le solicitó a Estebany que tratara solamente una solución salina, usada para disminuir la tasa de crecimiento de las plantas. Los frascos que tení­an la solución salina fueron esterilizados previamente y sellados, para evitar cualquier contaminación bacteriana o quí­mica por parte de las manos de Estebany. La temperatura de los frascos se mantuvo constante, para que no hubiera diferencias entre los frascos tratados por Estebany y los controles. Para cada sesión, el sanador sostuvo, por varios minutos, los frascos que iban a ser “influenciados”, durante los cuales trataba de cancelar sus efectos nocivos sobre el crecimiento de las plantas. Se comprobó que las plantas regadas con la solución salina tratada por Estebany, crecieron significativamente más que las plantas regadas con la misma solución, pero no tratada por el sanador.

Nash (37) reportó, en un estudio doble ciego, que el crecimiento de bacterias podrí­a ser mentalmente influenciado. Investigó si la mente era capaz de afectar la tasa de mutación de la Escherichia coli. Normalmente, la bacteria comienza su vida siendo incapaz de fermentar la lactosa (“lactosa negativa”), pero despuíés de varias generaciones se produce una mutación hasta hacerse “lactosa positiva”. Este proceso ocurre a una tasa predecible. Nash querí­a saber si podí­a ser acelerado o retardado, por la influencia mental de voluntarios. Sesenta estudiantes participaron en el ensayo. Cada uno de ellos recibió nueve tubos de ensayo que contení­an cultivos de E. coli, tanto lactosa negativa como lactosa positiva. A los estudiantes se les pidió que mentalmente incrementaran la transformación de las bacterias no mutadas, en los primeros tres tubos, de lactosa negativa a lactosa positiva. En los siguientes tres tubos de cultivo, intentarí­an disminuir el proceso de mutación. Los tres tubos restantes sirvieron de control y no fueron expuestos a ningún tipo de influencia. Cuando se analizaron los resultados, Nash descubrió una tasa de mutación mayor que la normal, en los tres tubos que habí­an recibido las intenciones positivas para mutar, y menor que la normal, en los tubos que recibieron la intención de inhibir el proceso. Los efectos más marcados se observaron cuando la influencia mental era para inhibir la mutación.

Braud y col. (23) realizaron experimentos con el pez elíéctrico Gymnotos carapo, colocado en un pequeño tanque de agua cubierto con placas metálicas a los lados. Los investigadores fueron capaces de utilizar el campo elíéctrico fluctuante del pez, como una señal de retroalimentación para los influenciadores humanos, situados en una habitación distante. Tambiíén realizaron varios experimentos en los cuales los influenciadores distantes afectaron la actividad locomotora de ratas del desierto que corrí­an sobre ruedas giratorias.

Los siguientes materiales utilizados como blanco fueron eritrocitos estresados por ósmosis, al colocarlos en una solución hipotónica. Los donadores de estas cíélulas, situados a cierta distancia, intentarí­an proteger a ciertas muestras de cíélulas mediante su influencia mental (23). Treinta y dos sujetos participaron en el estudio. Fueron escogidos de una población de individuos normales, saludables, sin problemas alíérgicos o inmunológicos u otra enfermedad aparente, libres de medicamentos (excepto anticonceptivos orales o antigripales, tomados ocasionalmente). La muestra consistió de 17 mujeres y 15 hombres. Los voluntarios donaron 4 muestras de 10 ml de sangre venosa. Los tubos se guardaron en un refrigerador a 4°C. Las 32 muestras de eritrocitos se guardaron en 20 tubos, que fueron sometidos a estríés osmótico con solución salina hipotónica. Los influenciadores intentaron proteger las cíélulas en 10 de los tubos, mediante estrategias de visualización e intención. Los 10 tubos restantes, se usaron como controles, no influenciados. La velocidad de hemólisis se midió fotomíétricamente durante 1 minuto, en cada uno de los tubos. Los voluntarios y los experimentadores desconocí­an los aspectos crí­ticos del experimento. Los sujetos voluntarios y los tubos se colocaron en habitaciones separadas, para eliminar influencias convencionales. Los sujetos intentaron retardar mentalmente la velocidad de hemólisis. Diecisíéis voluntarios intentarí­an influenciar (proteger) su propia sangre y los otros 16 influenciarí­an la sangre de otra persona. Los ensayos se realizaron entre las 14 y 42 horas siguientes a la toma de la muestra. Una sesión consistí­a de 4 perí­odos de 15 minutos (2 de control y 2 de influencia). El experimentador que realizaba las mediciones de la hemólisis, desconocí­a la secuencia de estos perí­odos. El sujeto sabrí­a su propia secuencia al consultar un sobre sellado, que recibirí­a despuíés que terminara la entrevista con el experimentador y íéste regresara a la habitación donde se encontraba el equipo de medición (una habitación separada, en el mismo edificio, cuyas ventanas permanecieron cerradas durante el experimento). La habitación donde se encontraba el sujeto no tení­a ventanas. Los resultados indicaron que un número significativo de los sujetos voluntarios lograron producir una disminución de la hemólisis, estadí­sticamente significativa, en los tubos “protegidos”, al compararlos con los “control” (p = 1.91í—10–5). En general, no se observó diferencia cuando el influenciador trabajó con su propia sangre, o con la de otra persona, aunque los resultados tendí­an a ser más significativos cuando se trabajaba con la sangre propia. En estos experimentos, la hemólisis ocurrió in vitro y fue producida por estríés osmótico. No es posible extrapolar estos resultados a los que se obtendrí­an si la hemólisis fuera producida in vivo, donde podrí­an contribuir otros factores, además del estríés osmótico. Los eritrocitos son cíélulas vivientes, carecen de núcleo, por lo que con la utilización de leucocitos o neuronas cultivadas se esperarí­an resultados más dramáticos.

Braud y Schlitz (24) publicaron un trabajo donde describieron los resultados de 13 años de experimentos realizados en su laboratorio que demostraron que las personas son capaces de ejercer influencias mentales directas sobre una variedad de sistemas biológicos, situados a distancia del influenciador y blindadas de toda influencia informacional y energíética convencional. La actividad, espontáneamente fluctuante del sistema blanco. era vigilada objetivamente durante los perí­odos de influencia y de control, escogidos al azar, mientras en una habitación distante, una persona intentaba influenciar la actividad del sistema en una forma preespecificada, utilizando procesos de intencionalidad, atención enfocada e imaginación del resultado deseado. El diseño experimental descartó las sugerencias sutiles, errores en el registro, efectos de la expectativa y de la sugestión, artefactos debidos a los estí­mulos externos, ritmos internos confusos y coincidencias. Los sistemas influenciados a distancia incluyeron la AED de otra persona (influencia y atención), la presión arterial, reacciones ideomotoras, actividad muscular, orientación espacial de peces, actividad locomotora de animales pequeños y la velocidad de hemólisis de los eritrocitos humanos. Estos experimentos eran considerados como análogos, en el laboratorio, de la sanación mental a distancia. En los 15 experimentos de AED, durante los cuales se realizaron 323 sesiones, el tamaño del efecto (r) varió de –0,24 a + 0,72 con un promedio de +0,25, valores que se compararon muy favorablemente con los tamaños de r reportados en la investigación biomíédica y conductual. Por ejemplo, los valores de r del estudio sobre los efectos cardiovasculares del propanolol y de la aspirina conducidos por Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de los Estados Unidos fueron de +0,04 y +0,03, respectivamente.

De todos los experimentos realizados durante este perí­odo, solo la influencia mental sobre el temblor no fue significativa, en ninguno de los 2 experimentos realizados (19 Sesiones). La AED provocada por la atención, fue significativa en todos los ensayos (78 sesiones) realizados, con una r=0.18. Los resultados de la orientación espacial de los peces Gymnotus carapo, fueron significativos en 3 de los 4 experimentos realizados (40 sesiones) con una r=0,56. Los estudios sobre la actividad locomotora de las ratas del desierto, fueron significativos en 3 de los 4 experimentos (40 sesiones), con una r=0,58. En total, durante estos 13 años de investigación se realizaron 37 experimentos y 655 sesiones; se usaron 449 tipos de receptores, 153 influenciadores y 13 experimentadores. El tamaño promedio del efecto r fue de +0,33, con un 57% de experimentos que resultaron estadí­sticamente significativos en el grupo de las 8 áreas de influencia examinadas.

Para explorar la interrogante de la influencia mente-materia sobre los sistemas vivientes y no-vivientes, Radin y col. (38), utilizaron cultivos de astrocitos, para determinar si estas cíélulas crecí­an más cuando eran expuestas a intenciones de sanación, al compararlas con las no expuestas. Para sus sistemas no-vivientes, utilizaron GNA. Tambiíén investigaron si las intenciones de sanación, practicadas repetidamente en el mismo sitio, pueden cambiar ese espacio para transformarlo en un lugar de sanación, porque existe la creencia de que, con la exposición constante, estos sitios generarí­an sanaciones similares a las producidas por un sanador. Esta idea está apoyada por todos los relatos de curaciones espontáneas, ocurridas en sitios sagrados como Lourdes (Francia) y Fátima (Portugal). Para este estudio, utilizaron 4 sanadores practicantes de Johrei (práctica espiritual de sanación originada en Japón), que postula la existencia de una energí­a universal o fuerza espiritual, que puede ser cultivada y dirigida por la intención, con el objeto de sanar el cuerpo y afectar favorablemente el espacio fí­sico donde se realizan los tratamientos. Los astrocitos fueron cultivados en 16 frascos sellados, que contení­an la solución nutritiva para mantener a las cíélulas vivas. Dos frascos, escogidos al azar, se usaron como control; 2 frascos adicionales, se colocaron en la incubadora. Los 12 frascos restantes, se pusieron en una caja aislada tíérmicamente que fue llevada a los laboratorios del Instituto de Investigaciones Noíéticas, situado a 64 Km de distancia en Petaluma, California. Los frascos se almacenaron en el laboratorio y periódicamente, se tomaban grupos de 3 frascos que se colocaban en una cámara aislada acústica y electromagníéticamente, en donde se realizaron los tratamientos. Durante cada sesión de tratamiento, un practicante de Johrei dirigí­a sus intenciones de sanación, durante 5 minutos, hacia los frascos, que estaban a unos 66 cm de distancia. Luego abandonaba la cámara. Este proceso se repitió 4 veces diarias por 3 dí­as, alternando, al azar, las sesiones de sanación y las de control. Entre cada 2 sesiones de sanación, 4 practicantes de Johrei entraban a la cámara sellada, para realizar una meditación cantada y para enviarse intenciones de sanación entre ellos. Cada una de estas sesiones duraba una hora y cuarto; mediante ellas, los sanadores pretendí­an “condicionar el espacio” de la cámara, para incrementar los resultados favorables de las sanaciones. Despuíés de cada dí­a de experimentación, se regresaban todos los frascos al incubador, situado en el laboratorio de San Francisco, California, Diez dí­as despuíés, las cíélulas de todos los frascos fueron fijadas, para detener su crecimiento y luego fueron teñidas. Dos GNA estaban escondidos en la cámara aislada, detrás de una cortina. Un tercer GNA era un contador Geiger, situado a 2 metros de distancia de la cámara y conectado a una computadora. Los 3 GNA estuvieron funcionando antes, durante y despuíés que los practicantes de Johrei realizaban sus sesiones de sanación.

Como lo predijo la hipótesis del “espacio condicionado”, las cíélulas tratadas crecieron más significativamente, a medida que avanzaba el experimento. Por el contrario, las cíélulas control no mostraron esa tendencia. La exposición repetida al Johrei, provocó un incremento significativo del crecimiento de los astrocitos. Los 3 GNA produjeron una respuesta pico, estadí­sticamente significativa, en la mañana del tercer dí­a. Cada uno de los 3 GNA, independientemente, produjo el pico al mismo tiempo. Es decir, tanto los astrocitos cultivados, como los 3 GNA, se desviaron del azar al mismo tiempo, en el tercer dí­a. Este estudio sugiere que ciertas formas de intención enfocada influyen causalmente, tanto en los sistemas vivientes como en los no-vivientes.

Rubik y col. (39) realizaron un estudio para determinar la influencia del contexto de la sanación y del estado de bienestar de practicantes de Reiki sobre el crecimiento de bacterias sometidas a calentamiento. Se utilizaron medios de cultivos frescos de Escherichia coli K12. Las muestras fueron sometidas a calentamiento antes del tratamiento con Reiki, realizado por practicantes de esta tíécnica, por un perí­odo de hasta 15 minutos. Para estos experimentos, establecieron parámetros para que la tasa de crecimiento de la bacteria disminuyera hasta el 50% del nivel normal. Los controles no fueron tratados. Mediante un contador automático de las colonias de E. coli, se determinó el número de bacterias viables. Cada sanador irí­a al laboratorio en tres dí­as distintos, y trabajarí­a con un grupo de tubos de ensayo que contení­an la bacteria. La primera vez que fueron al laboratorio, los practicantes llenaron una forma estandarizada, para determinar su grado de bienestar. Luego, se les informó que dentro de una caja estaban unas cíélulas que habí­an sido estresadas con calor; se les pidió que practicaran el Reiki directamente a la caja que contení­a los tubos de ensayo con la bacteria. Sin que los practicantes lo supieran, habí­a otra caja con un número similar de tubos, en un lugar separado del laboratorio, para que sirvieran de control. Catorce practicantes de Reiki, completaron 3 tratamientos (n=42 tratamientos, con un número igual de controles) en un contexto de no sanación y otros 2 tratamientos (n=28) en los cuales los sanadores trataron, por 30 minutos, a un paciente que se quejaba de dolor (contexto de sanación). No se encontró diferencia entre los tubos control y los tratados, en el contexto de no sanación. En el contexto de sanación, los tubos de cultivos tratados con Reiki tuvieron muchas más bacterias que los controles (p<0,05). El grado de bienestar social (p<0,013) y emocional (p<0,031) del practicante, se correlacionó con los resultados del tratamiento con Reiki en los cultivos bacterianos, en el contexto de no sanación. El grado de bienestar social (p<0,031), fí­sico (p<0,030) y emocional (p<0,026) del sanador, se correlacionó con los resultados de los tratamientos en los cultivos de bacterias, durante el contexto de sanación. En los practicantes que reportaban una disminución de su grado de bienestar, el número de bacterias en los tubos control fue mayor que en los tratados. Cuando los sanadores comenzaban con un elevado estado de bienestar, despuíés de practicado el Reiki, el número de bacterias fue mucho mayor que en los tubos control. Estos investigadores, concluyeron que el Reiki mejoró el crecimiento de los cultivos bacterianos estresados por calentamiento, en un contexto de sanación. El grado de bienestar de los sanadores, se correlacionó con los efectos del Reiki sobre el crecimiento bacteriano y fue la clave para el logro de los resultados reportados.

META-ANíLISIS DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA INFLUENCIA MENTAL A DISTANCIA

Schmidt y col. (40) publicaron un meta-análisis de 40 estudios de influencia mental a distancia sobre los organismos vivientes; se reportaron 1055 sesiones individuales realizadas entre los años 1977 y 2000. Los resultados fueron significativos (p<0,001), lo cual descarta a la coincidencia como la responsable de este fenómeno. En el análisis de los ensayos sobre la “observación remota”; encontraron 15 experimentos (379 sesiones) conducidos entre 1989 y 1998. Los resultados tambiíén fueron significativos (p<0,01). Este grupo de investigadores concluyó que, en estas dos clases de experimentos, existe un efecto pequeño pero estadí­sticamente significativo y que, por lo tanto, no podrí­a descartarse la existencia de alguna anomalí­a relacionada con las intenciones a distancia. Este meta-análisis demostró que el pensar sobre otra persona, situada en un lugar distante influye sobre su sistema nervioso autónomo.

En el año 2012, Schmidt (41) realizó un meta-análisis de los experimentos de facilitación del enfoque de la atención. En este estudio, el participante enfocaba la atención durante un minuto sobre una vela encendida. Cada vez que notaba que su mente divagaba regresaba su atención a la vela encendida y presionaba un botón de alarma. Un segundo participante, situado en otra habitación, distante y aislada, actuaba como “ayudante remoto”. Este segundo participante disponí­a de un monitor que mostraba una de las dos condiciones experimentales: “control” o “ayuda”. Durante los perí­odos de “ayuda”, el “ayudante remoto” enfocaba su propia atención en un objeto similar (otra vela encendida) y mantení­a su intención, con el fin de que el participante distante se enfocara en su objeto y permaneciera libre de distracciones mentales, para que estuviera mejor preparado para lograr el íéxito en su tarea de prestar atención a la vela encendida. Durante los perí­odos “control”, el “ayudante remoto” ocupaba su mente en otros asuntos