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Autor Tema: Iridiologí­a: los ojos, espejos del alma  (Leído 705 veces)

Scientia

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Iridiologí­a: los ojos, espejos del alma
« en: Abril 25, 2012, 07:25:47 pm »
http://www.akasico.com/noticia/1117/Ciencia/iridiologia-ojos-espejos-alma.html


Iridiologí­a: los ojos, espejos del alma



Desde la antigí¼edad, muchos investigadores se han interesado por el estudio de nuestros ojos y, más concretamente, del iris de los mismos. Su esfuerzo quedó materializado con la aparición de la iridiologí­a, míétodo de diagnóstico según el cual mediante un examen detallado de las alteraciones y anomalí­as cromáticas del iris pueden detectarse trastornos y enfermedades. Pero, además, estos signos caracterí­sticos revelan interesantes particularidades acerca de nuestra personalidad y estado emocional.
A travíés del iris logramos ver de quíé manera la persona se relaciona con el mundo, cómo se expresa, cómo aprende y quíé tipo de gente le atrae. Asimismo, seremos capaces de observar la transferencia geníética de rasgos fí­sicos y comportamientos de generación en generación. Con esta información podemos comprender a edad muy temprana los rasgos y habilidades especí­ficas que un niño ha recibido del padre y de la madre.

Patrones básicos

Marisol González Sterling, basándose en el míétodo Rayid, reconoce tres patrones básicos en el iris que se describen metafóricamente como «Flor», «Joya» y «Arroyo».

Joyas: analí­ticos y verbales
Se caracterizan por las concentraciones de color –manchitas– en forma de puntos en las fibras del iris; pueden variar del dorado claro al negro (arriba, a la derecha). Estos individuos responden con expresiones como «pienso que», «he oí­do» y «Aaaahh». Son personas racionales que usan pocos gestos fí­sicos. Subconscientemente aprenden mejor con instrucciones descriptivas o visuales. Tambiíén poseen una gran capacidad para el análisis y la expresión verbal. De todos los tipos, los «joyas» son quienes cambian más lentamente. Han de analizar cada una de las partes de cualquier cosa antes de aceptarla e incorporarla a su estructura. El temperamento «joya» es perceptivo e inquisitivo. Su naturaleza intensa y unidireccional permite que su mente penetre en los lugares más recónditos de la imaginación humana. A menudo son filósofos, crí­ticos y planificadores. Su individualidad única se ajusta bien a la resolución de problemas y a la creatividad mental. Su gran habilidad para la oratoria les dota con rasgos de persuasión e inspiración que pueden hacer de ellos excelentes lí­deres. A veces su autocontrol les puede dar la apariencia de que son distantes o pretenciosos. Cuando estas habilidades verbales y analí­ticas no son expresadas, los «joyas» pueden desarrollar sentimientos de intensa ansiedad y frustración.

Flores: se relacionan con el mundo de una manera visual y emocional
«Flores» son aberturas curvadas o redondeadas en las fibras del iris (imagen, en la página siguiente). Las personalidades tipo «flor» son emocionales y espontáneas. Responden a la vida con sentimientos y comunicación visual. A menudo usan descripciones como «ya veo»,«imagí­nate que» y «Ooooh». Gesticulan mucho y aprenden más rápido subconscientemente cuando reciben instrucciones auditivas especí­ficas.

Estas personalidades expresan alegrí­a y vitalidad. Se trata de individuos ostentosos y demostrativos que usan sus cuerpos como escaparates activos de sus emociones. Son los más sociables y espontáneos de los modelos que estamos mostrando. Sus rápidas descargas de energí­a impiden que el resto de nosotros nos quedemos atrapados en la monotoní­a de la vida diaria. Se mueven en cualquier situación con gran facilidad, contando chistes o historias a cualquiera que les escuche. Les encanta estar en escena y tener el mundo entero como audiencia.

Además de ser grandes amantes de la música, estas personas están dotadas de otros recursos para expresar su creatividad. Las maneras automáticas en que liberan sus ideas y emociones les hacen ser románticos con las personas y las cosas. A menudo son los animadores, inventores, escritores y artistas de nuestra cultura. A veces necesitan perí­odos de descanso para superar estados autoinducidos de agotamiento y depresión.

Arroyos: se relacionan con el mundo de una manera kinestíética.

Los «arroyos» designan variaciones sutiles en las fibras del iris que aparecen como rayas o zonas de color (derecha, debajo). Las personalidades «arroyos» son sensitivas y energíéticamente responden a los demás con gestos delicadamente controlados. Escogen expresiones como «me da la impresión», «tengo la sensación». Muy intuitivas, aprenden mejor cuando se les da la oportunidad de experimentar sus lecciones.

No hay nada en este mundo como la personalidad «arroyo», que combina las cualidades de los tipos «joya» y «flor». El tíérmino que mejor describe a los «arroyo» es sensibilidad: fí­sica, mental, e intuitiva. Esta cualidad les viene de ser automáticamente receptivos a todo lo que pasa a su alrededor.

Sienten de forma inmediata el menor cambio o incidente. De forma constante son «tocados» por todo debido a su sensibilidad; son los radares andantes de la vida.

Su sensibilidad acrecentada, y su reacción fí­sica tan sutil hacia la vida, les mantiene en estado de continuo movimiento y callada inquietud. Por ello, es raro que se queden quietos en un sitio el tiempo suficiente como para disfrutar de sí­ mismos. Sin embargo, quizá sean las personas más bellas.

El temperamento «arroyo» revela una gran lección que tiene que ver con dar y recibir. Sus cuerpos se convierten en canales de vitalidad natural mientras la energí­a de la vida late dentro y fuera de ellos. Esta transferencia desinhibida de energí­a vital entre los sujetos crea bienestar, fí­sico, mental y espiritual, por ello son tambiíén las personas fí­sicamente más atractivas.

Mezcla: punta de lanza
El tipo «mezcla» está formado por la combinación de «joyas« y «flores» (derecha). Se trata de individuos de mucho celo que suelen ser devotos de una causa. Pueden alternar tanto el íéxito como el fracaso en su vida personal. En cualquier momento pueden optar entre las palabras y los gestos usados tanto por «joya» como por «flor». Los «mezcla» aportan movimientos y cambio a la vida. Subconscientemente aprenden mejor cuando usan la inducción y el contacto. Son atraí­dos por personalidades de tipo «arroyo».

Este patrón es bastante fácil de identificar en el iris. Es el resultado de una sí­ntesis entre «joyas» y «flores». El comportamiento resultante de esta combinación difiere notablemente de los demás patrones. A veces, su naturaleza extremista les hace ser difí­ciles de enseñar o controlar. Sin embargo, una vez que su energí­a está equilibrada, pueden llegar a producir cambios nuevos y duraderos en la sociedad. Los «mezcla» toman decisiones más rápidamente que los «joya» y son más constantes que los patrones «flor».

Se trata quizá de los más singulares del mundo. Esta distinción se debe a que poseen ambos patrones, «joya» y «flor», de forma simultánea. La combinación de estos extremos opuestos puede impulsarles hacia grandes alturas de originalidad y realización, o hundirles en las profundidades del autoabuso y la autodestrucción. El patrón clásico es la mezcla de grandes íéxitos y fracasos. Son las paradojas andantes de la vida.

La combinación de sus opuestos les convierte con frecuencia en los paladines de las nuevas ideas y conceptos. La devoción y la lealtad son sus rasgos distintivos. Poseen la tenacidad de un bulldog para seguir luchando en contra de cualquier adversidad. Rara vez siguen los caminos normales de la vida, ya que tienden a ser pioneros. A menudo se convierten en inventores, exploradores o motivadores. Su tarea es expandir los lí­mites que el hombre se impone a sí­ mismo y romper el escudo de los valores tradicionales, por esta razón se merecen el calificativo de «punta de lanza».

Las personalidades «flor-joya» aprenden mejor cuando están en movimiento o cuando se les toca. Esta caracterí­stica, conducente hacia el extremismo, les atrae hacia la influencia estabilizadora y sensibilidad kinestíética del temperamento «arroyo». Les encanta la vida al aire libre, donde la conexión con la naturaleza aumenta su propia recepción intuitiva.