Por… Manuel Suárez-Mier
Entre las muchas tonterías que se han escrito desde el inicio de la actual crisis financiera global destaca la de descalificar a la economía de sus aspiraciones científicas por la falla de la mayoría de los economistas en predecir la hecatombe de los mercados financieros.
La economía aspira a ser ciencia por el análisis que realiza de la manera en que distintos incentivos condicionan predeciblemente el comportamiento humano frente a la existencia de alternativas múltiples y con la restricción impuesta por la escasez de recursos.
El hilo conductor del comportamiento económico son los precios, ya sea explícitos o tácitos, de todo aquello que afecta el entorno de los seres humanos, y lo que es perfectamente predecible es cuál será la reacción de las personas frente a cualquier cambio en los precios relativos.
Los intentos fallidos de muchos economistas por predecir el futuro son explicables por lo rudimentario de los instrumentos disponibles para tal propósito, que no pasan de ser proyecciones más o menos lineales de las tendencias de lo que ha venido ocurriendo en el pasado.
Esta larga explicación viene a cuento por la inveterada costumbre de principios de año de intentar predecir qué pasará en los próximos doce meses, por lo que me permitiré echar mi cuarto a espadas y hacer mis pronósticos de lo que me parece probable que ocurra en el 2011 en materia económica.
En primer término, me temo que habrá un recrudecimiento de la crisis que no se ha superado en ningún sentido sustantivo pues el tema fundamental que la provocó, el enorme y creciente endeudamiento de naciones y personas, no se ha corregido, sino todo lo contrario, se ha agravado en forma notable.
Creo que la crisis se manifestará tanto en Europa, dónde las fichas de dominó seguirán cayendo una a una, siguiendo con Portugal y España, como en EE.UU., dónde las finanzas de estados de colosal tamaño como Illinois, California, Nueva Jersey y Nueva York enfrentarán la quiebra inminente.
Los rescates que previsiblemente se intentarán en ambos casos pondrán en entredicho la solidez de las finanzas de lo que hasta el momento no había sido objeto de la menor duda, Francia y Alemania en Europa y las del gobierno federal por lo que se refiere a EE.UU.
El problema que plantea este escenario es que no queda nada claro cómo pueden proteger su patrimonio los ahorradores del mundo entero. En principio, parecería que invertir en mercados emergentes fuera la solución, pero es útil recordar que al iniciarse la crisis en EE.UU. en 2008, una de las primeras y paradójicas consecuencia fue la caída de los mercados emergentes.
Ello se debió a lo que se califica en la jerigonza financiera como flight-to-quality (¿escapar hacia la calidad?) pues al extenderse el pánico en los mercados, los inversionistas decidieron tirar sus activos en los mercados emergentes para invertir en bonos del Tesoro de EE.UU.
En el escenario que estoy oteando para el año que comienza, sin embargo, lo que estaría en entredicho sería precisamente la solidez de las finanzas del gobierno federal estadounidense porque, finalmente, los inversionistas caerían en cuenta de que es posible que EE.UU. no pueda pagar su deuda.
La principal razón por la que EE.UU. tiene un récord crediticio ejemplar es porque nunca ha dejado de pagar puntualmente sus deudas desde que su primer secretario de Hacienda, Alexander Hamilton, limpió la debacle financiera que resultó de la forma en la que se financió su guerra de independencia.
La solidez financiera de EE.UU. consolidada en 222 años fue una de las causas que le permitieron convertirse en la primera potencia económica que es hoy, y que su moneda fuera aceptada por el resto del mundo como si tuviera un valor intrínseco comparable al oro, que se usó por tantos años como medio de pago.
Ese record envidiable puede irse por la borda en caso de que suficientes inversionistas concluyan que EE.UU. carece de la voluntad política de corregir su gigantesco déficit y atender el creciente problema de su deuda, lo que puede ocurrir con el rescate financiero de los estados en quiebra antes citados.
La combinación y refuerzo mutuo de los aprietos financieros por venir en Europa y en estados clave de EE.UU., serán la causa de la difícil situación que se avecina en este 2011, que puede culminar en el recrudecimiento de la crisis, sin alternativas claras de hacia dónde buscar refugio.
Suerte en su vida y en sus inversiones…