La situación económica que estamos viviendo, la tan manida crisis, aparte de ser larga es grave y difícil de soportar. Los servicios de ayuda que tenemos estaban pensados para paliar situaciones adversas, pero nadie nunca pensó que serían tan generales y tampoco tan duraderas.
Cuando alguien perdía el trabajo, se le proporcionaba un subsidio y se suponía que antes de que este acabara, el afectado encontraría un trabajo. Pero como todos ustedes saben las previsiones se han truncado de manera rotunda y han girado hacia el peor escenario posible. Las pérdidas de empleo han sido dramáticas, hasta alcanzar los cuatro millones y medio de personas y la situación se está prolongando en el tiempo sin que haya visos de mejoría a corto plazo.
En un primer momento se afrontó la situación concediendo una ayuda extraordinaria de 420 euros al mes a quien no hubiera conseguido un trabajo al final del periodo de cobro de la prestación de desempleo. Pero en vista de que las necesidades son tan grandes y el periodo de aplicación tan dilatado que se han agotado las disponibilidades financieras. Los prestamistas presionan al Gobierno de ZP y esto ha hecho que nuestro Gobierno haya decidido eliminar estas ayudas extraordinarias. La ortodoxia financiera probablemente esté de acuerdo con la decisión, pero creo que no podemos quedarnos ahí. Creo que es injusto, insolidario e intolerable. No podemos pensar que es solo un problema financiero, es ante todo un problema humano, y no podemos espera que la solución venga de donde venía ya que las cuentas públicas no pueden encarecer nuestro endeudamiento hasta niveles insoportables.
Nadie duda de que la solución al problema del paro es crear puestos de trabajo, pero para que tal cosa suceda, tenemos que hacer otras muchas cosas, aparte de tener que hacer muchas cosas también para terminar con el drama humano que tenemos delante de nuestros ojos y de nuestras conciencias.
Creo que, aunque les parezca extraño, en estos momentos esta justificado el establecimiento de un impuesto que vaya directamente a ayudar a las personas más desamparadas, sin empleo ni subsidio. Por supuesto tendría que ser temporal y progresivo, pero a la vez general y equitativo, debiéndose garantizar la más estricta observancia en las normas de concesión de ayudas. Pero sería la demostración de que vivir en sociedad impone unas obligaciones que sobrepasan las conveniencias económicas. Estoy de acuerdo en que hay que ser eficaces y responsables, pero no ciegos ni insensibles, ya lo dice un antiguo proverbio esquimal.
“la mejor forma de almacenar la comida que te sobra es en el estomago de tu vecino”
Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar
Feliz año nuevo