Por Orpheo.
Eufemismo:(Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός).
1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.
El arte del eufemismo está de moda, en la vida civil y en la política (aunque en este último caso, algunos hayan hecho un arte de su utilización).
Quede claro, que esta es una visión personal del tema, y unas opiniones un tanto “sui generis”, pero de un tiempo a esta parte se ha puesto de moda no llamar a las cosas por su nombre y buscarles otras “denominaciones” que implique un mayor estatus aunque este sea solamente verbal o una interpretación más adecuada a los intereses del que “renombra”.
Es ya de índole común, llamar restauradores a los cocineros (para mi restaurador es que repara un lienzo, una escultura, un fresco…), estilistas a los peluqueros… y periodista a cualquier botarate que pegue dos gritos en un programa de televisión.
Y así nos va. Somos tan tontos como los personajes del cuento de Hans Christian Andersen, “El traje nuevo del Emperador”. Para el que no lo conozca, la trama se desarrolla a partir de una estafa de un par de pillos que dicen tejerle un traje al rey con una bellísima tela, invisible solamente para los necios y estúpidos, y dado que nadie quiere admitir serlo, nadie dice que rey va desnudo (Rey incluido). Al final del cuento, un inocente niño es el que desarma el castillo de naipes, al decir a voz en grito que el rey va desnudo, abriéndole los ojos a tanto hipócrita y petulante.
Pues bien, estamos instalados en la cultura de la estupidez y el eufemismo. Nos venden que una boñiga seca de colores o una taza de inodoro con una luz dentro es arte moderno, y callamos y aplaudimos. Lo mismo nos sucede con la política, nos venden una crisis como una leve desaceleración que pasa a mutarse en recesión por arte de birlibirloque, nos camuflan una guerra como labores humanitarias y escaramuzas con guerrilla como altercados con delincuentes comunes, y una subida de impuestos como un ajuste fiscal que solo afecta a los ricos (Obviamente los Hedge Funds y las SICAV son instrumentos de inversión proletarios).
Está claro que somos necios que nos negamos a ver que el emperador está desnudo, solo espero que algún inocente niño nos despierte de tanta estupidez.