Por… Mike Whitney
Las ejecuciones de hipotecas, los impagos o los chanchullos están al orden del día. Las hipotecas se ejecutan a un ritmo de más de 300.000 por día, y subiendo. Una enorme acumulación de hipotecas “ocultas” se mantienen artificialmente fuera del mercado para sostener los precios. Ello generará un goteo de esas hipotecas puestas lentamente en el mercado que mantendrá deprimido el mercado de la vivienda durante toda una década. La gente que es propietaria de inmuebles no puede endeudarse por estar estos totalmente devaluados. Todo apunta a una depresión del gasto a largo plazo.
A las empresas les está resultando más difícil refinanciar sus deudas, los préstamos bancarios sufren ratios de morosidad históricos, y el mercado inmobiliario ha implosionado. La actual destrucción de crédito no tiene precedentes, es ya a gran escala y sigue creciendo. El agujero de capital es mayor que la FED (la Reserva Federal de EEUU) y mayor que el Tesoro. Es imposible cubrirlo solamente con una mayor liquidez.
De momento, el gobierno puede arreglárselas con el PIB con un estímulo de 800.000 millones de dólares, pero ¿qué ocurrirá cuando la voluntad política de seguir ampliando el déficit toque a su fin? ¿Qué ocurrirá cuando los inversores extranjeros pidan a la FED que deje de emitir cheques sin fondos?
En realidad, la FED no ha arreglado nada. Los bancos siguen con el agua al cuello, el producto ha batido su récord de caída y el paro sigue subiendo hacia el 10 por ciento. El plan de rescate de varios billones de dólares del presidente de la FED Ben Bernanke solamente ha servido para sostener un sistema frágil, y nada más. Los problemas económicos subyacentes siguen siendo los mismos. El planteamiento de la FED basado en la monetización (impresión de papel) ha relanzado las cotizaciones en bolsa, pero no ha hecho nada para estimular la economía. Eso es así porque las burbujas financieras tienen un impacto insignificante en la demanda agregada; no hay un efecto dominó. La economía real sigue con el encefalograma plano mientras Wall Street está de fiesta. El plan de Bernanke ha sido simplemente una operación de lavado de cara.
El gobierno no puede endeudarse indefinidamente. En algún momento el PIB tendrá que volver a depender del crecimiento salarial y del crédito. Dado el sesgo político e institucional en contra del trabajo (y la oposición a que los salarios crezcan con la productividad), la única forma de impulsar la economía es a través de la expansión del crédito. Y ahí está el problema. Los hogares han perdido cerca de 14 billones de dólares de riqueza desde que empezó la crisis y no están en condiciones de retomar el endeudamiento a los niveles anteriores a la crisis. Los consumidores están reduciendo el gasto y tratando de devolver sus préstamos. No tienen otro remedio.
Suerte en sus inversiones…