Hay expertos que han pronosticado que el petróleo llegará a los 150 dólares . En Goldman Sach hablan incluso de que podría llegar a los 200 dólares, pero a qué es debida esta frenética subida del precio del crudo que parecía estar estabilizado hace unos años. Vamos a intentar explicarlo de una manera sencilla.
La economía mundial ha promediado un 5% de crecimiento medio los últimos cinco años, situación ésta que no se vivía desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción de la maltrecha Europa. Tenemos que tener claro que la demanda de petróleo a nivel mundial se ha disparado y la oferta es muy limitada. Se podría pensar al leer esto que crecer es malo, pero esto no es cierto. Cuando la tasa de crecimiento económico estaba situada en cerca del 5%, la oferta de crudo, promediaba un crecimiento del 7 u 8 %. Hoy en día, la producción del “oro negro” crece menos del 2%. Es decir tenemos menos petróleo para poder conseguir el mismo crecimiento.
Siendo esta la situación real, tendríamos que ir pensando en hacer un uso más eficaz del petróleo, cosa difícil, ya que la incorporación de China a la economía mundial ha producido un desequilibrio enorme. En China, aunque la inflación esté por las nubes, los precios de los combustibles se han mantenido fijos durante mucho tiempo, aunque la última subida (18%) ha sido enorme, aún, el precio del barril está un 45% más barato que en el resto del mundo. Situación ideal para que todos los chinos deseen comprarse un coche.
Pero no es sólo esto, las inmensas movilizaciones de campesinos hacia los centros industriales del país (necesidad de mano de obra,) han generado una inmensa clase media que ya no usa leña para calentar sus casas, quieren, como es normal, electricidad, gas, coche… ¿Cómo generar la cantidad de energía necesaria para satisfacer esta demanda? Además, todos sabemos que el petróleo se va a acabar, pero la escasez de petróleo no es el único problema, tampoco hay refinerías suficientes, ni la infraestructura existente es la más adecuada. Falta, o si hoy en día no falta, faltará de todo, si China sigue creciendo entre un 10 y un 12% anual y los orientales, no parecen dispuestos a reducir su crecimiento. La situación que se vislumbra podría tener similitudes con la estanflación vivida en los años 70, con un frenazo al crecimiento económico y una subida salvaje de los precios.
¿Y con todo esto, en España qué? Pues que la cuesta de enero durará por lo menos hasta el 2020 ya que para que caigan los precios se necesitaría un aumento impensable de la inversión en capacidad productiva o que entráramos en recesión económica, concepto éste, tabú para el Gobierno.
Pero es posible que la recesión fuera una opción, la última opción. Este hecho, retrasaría la entrada de los asiáticos en la clase media mundial aunque sería imprescindible una acción coordinada de distintos gobiernos, pero los chinos con el enorme superávit de caja que tienen pueden permitirse comprar todo el petróleo que necesiten. La única pega pudieran ser los problemas políticos internos que pudiera generarle la inflación.
Estando así la situación, ¿qué podemos hacer para poder seguir llenando el deposito? Pues sencillo, cambiar de coche, comprar uno de menos cilindrada, utilizarlo de una manera más eficaz, abusar del transporte público…
En fin, ya ven, hemos creído siempre que los árabes tenían la “sartén” del crudo bien cogida por el mango, pero resulta que la “sartén” era uno de los productos oferta de un todo a cien, chino por supuesto.
Salud y suerte en las inversiones, la vamos a necesitar.