¿Qué les pasó a esos colonos? Las fantásticas teorías del pasado deben dar paso a las evidencias recogidas por los esforzados trabajadores de tres campos científicos: la arqueología, el análisis de polen y la paleontología.
Las excavaciones arqueológicas modernas en Pascua han continuado desde la expedición de Heyerdahl en 1955. Las más tempranas fechas obtenidas por radiocarbono, asociadas con actividades humanas, son de alrededor del 400 al 700 d.C., en acuerdo razonable con la fecha aproximada del 400 d.C. estimada por los lingüistas. El período de construcción de las estatuas alcanzó su máximo alrededor del 1200 al 1500, con una que otra, si es que hubo alguna, que se erigiera después. Las densidades de sitios arqueológicos hacen pensar en una población grande; una estimación ampliamente citada por los arqueólogos es la de 7.000 personas, pero otras estimaciones llegan al rango de 20.000, lo que no parece inverosímil para una isla de la fertilidad del área en que está la Isla de Pascua.
Los arqueólogos también han contratado a los actuales pascuenses para realizar experimentos orientados a deducir cómo pudieron haber sido talladas las estatuas, y cómo pudieron haber sido erigidas. Veinte personas, usando solamente cinceles de piedra, pueden tallar la estatua completa más grande en un plazo no mayor de un año. Habiendo bastante madera y fibra para hacer sogas, equipos de a lo sumo unos cientos de personas podrían cargar los moais en trineos de madera, podrían arrastrarlos por huellas de madera lubricadas o con rodillos de madera, y podrían usar troncos como palancas para colocarlos en su posición, de pie. La soga podría haber sido hecha de la fibra de un pequeño árbol nativo, relacionado con el tilo, llamado hauhau. Sin embargo, este árbol es ahora sumamente escaso en Pascua, y para arrastrar una estatua se habrían requerido centenares de metros de soga. ¿Fueron los pascuenses los que convirtieron en el yermo actual al paisaje que alguna vez pudo albergar los árboles que fueron entonces necesarios?
Esa pregunta puede contestarse por la técnica del análisis de polen, que requiere la perforación de una columna de sedimento de un pantano o estanque, la que mostrará los depósitos más recientes encima y los depósitos relativamente más antiguos en el fondo. La edad absoluta de cada capa puede ser fechada por el método del radiocarbono. Entonces empieza el trabajo duro: examinar decenas de miles de granos de polen bajo un microscopio, contándolos, e identificando las especies de la planta que produjo cada uno de ellos, comparando los granos con el polen moderno de las especies de plantas actuales conocidas. En la Isla de Pascua, los científicos que realizaron esa tarea fueron John Flenley, ahora en la Universidad de Massey en Nueva Zelanda, y Sarah King de la Universidad de Hull en Inglaterra.
Los esfuerzos heroicos de Flenley y King fueron premiados por el impactante nuevo cuadro que surgió del paisaje prehistórico de Pascua. Durante por lo menos 30,000 años antes de la llegada humana y durante los primeros años de la ocupación polinesia, la Isla de Pascua no era en absoluto terreno baldío.
Todo lo contrario: un tupido bosque subtropical de grandes árboles y arbustos leñosos coronaba una tupida capa de arbustos, hierbas, helechos y pastos. En el bosque crecen árboles primorosos, los hauhau –que sirven para hacer sogas– y los toromiros, que dan una madera densa, muy buena como leña. El árbol más común en el bosque era entonces una especie de palma ausente ahora en Pascua pero que anteriormente era tan abundante que los estratos del fondo de la columna del sedimento estaban empaquetados en su polen. La palma de la Isla de Pascua está estrechamente relacionada con la Palma Chilena, que todavía sobrevive en Chile, la que crece hasta 82 pies [25 m] de alto y 6 pies [1,80 m] de diámetro. Los troncos altos y sin ramas de la Palma de Isla de Pascua habrían sido ideales para transportar y erigir los moais, y también para construir grandes canoas. La palma también habría sido una valiosa fuente de alimentos, ya que sus parientes chilenas producen abundantes nueces comestibles y savia de la que los chilenos hacen azúcar, jarabes, miel, y vino.
¿Qué comían los primeros colonos de Isla de Pascua cuando no estaban saciándose con el equivalente local del jarabe de arce? Las recientes excavaciones de David Steadman, del Museo del Estado de Nueva York en Albany, han mostrado un cuadro del mundo animal original de Isla de Pascua tan sorprendente como el que Flenley y King dieron del mundo de sus plantas. Las expectativas de Steadman para Pascua estaban condicionadas por sus anteriores experiencias en la Polinesia, donde los peces son, abrumadoramente, la principal comida en los sitios arqueológicos, constituyendo típicamente más del 90 por ciento de los huesos de los antiguos basurales de la polinesia primitiva. El clima de Isla de Pascua, sin embargo, es demasiado fresco para que prosperen los arrecifes de coral tan apreciados por los peces, y su litoral de precipicios pronunciados no permite la existencia de aguas poco profundas, aptas para la pesca, salvo en muy pocos lugares. Menos de un cuarto de los huesos de sus basurales antiguos (del período del 900 al 1300) pertenecía a peces; en cambio, casi un tercio de todos los huesos provenían de marsopas.
Continuará