Por… Iván Alonso
Ha vuelto a ponerse de moda una vieja canción de ese cancionero criollo que hace las veces de debate nacional. Y dice así: no podemos seguir siendo exportadores de materias primas; tenemos que exportar productos con valor agregado. Las letras de las canciones nos conmueven, pero no siempre nos dan la mejor lección de vida.
¿Somos esencialmente un país exportador de materias primas? A juzgar por la composición de nuestras exportaciones, parecería que sí. Si por materias primas entendemos las llamadas exportaciones tradicionales (minerales, petróleo y derivados, productos agrícolas y pesqueros), vemos que éstas representan entre 70% y 80% del valor total. Pero sería un error saltar de allí a la conclusión de que no estamos exportando productos más elaborados. En los últimos diez años, nuestras exportaciones no tradicionales se han cuadruplicado. Y a diferencia de lo que ocurre con las tradicionales, el aumento de los precios internacionales no es un factor tan importante para explicar ese crecimiento como lo son la introducción de nuevos productos y el ingreso a nuevos mercados.
La idea, por otro lado, de que deberíamos convertir las materias primas en productos más elaborados antes de exportarlas, para no depender tanto de la volatilidad de sus cotizaciones internacionales y, sobre todo, desarrollar nuestra producción industrial, parte de una concepción equivocada de lo que significa el valor agregado. Éste es simplemente la diferencia entre el valor de mercado de un producto (final o intermedio) y la suma de los valores de mercado del capital, el trabajo y los demás insumos utilizados en su elaboración.
Las materias primas que exportamos también tienen valor agregado. Para el fabricante de tubos de cobre, el metal mientras esté en el subsuelo no tiene ningún valor. Se le agrega valor cuando se lo extrae y procesa hasta convertirlo en cátodos con más de 99% de pureza por los que ese mismo fabricante paga tres o cuatro dólares la libra. Pero, entonces, ¿por qué no agregarles más valor aun fabricando nosotros mismos los tubos? Porque quizás el costo del capital necesario para instalar aquí la fábrica es mayor que el que se paga en otras latitudes.
Cuando el mercado no da el paso siguiente en esa cadena de elaboración del producto es porque, a ojos del empresario que tendría que arriesgar su plata en el intento, ese paso adicional no agrega más valor, sino que más bien lo destruye. Los recursos que como país tendríamos que utilizar con ese fin probablemente agreguen más valor dedicándose ya sea a elaborar otros productos o inclusive a extraer más materias primas. Lo verdaderamente importante es usar nuestros recursos allí donde agregan el mayor valor posible.
Suerte en su vida y en sus inversiones…