“La larga depresión de la década de 1930, se debió totalmente al mal manejo que el gobierno hizo de la moneda, tanto antes como después de la crisis del 1929”
Friedrich A. von Hayek
El gran dilema se presentó cuando Inglaterra optó por volver a la convertibilidad de su Libra Esterlina. La intención de los ingleses era volver a la misma paridad anterior a la guerra, sin embargo, ante la emisión monetaria que habían llevado a cabo esto no era posible, teniendo que elegir entre dos alternativas. provocar y financiar una deflacción quitando de circulación la cantidad necesaria para volver a la paridad inicial o aceptar una devaluación de la Libra Esterlina. Ninguna de las dos opciones convencia a las autoridades inglesas, por lo que optaron por una salida que terminaría siendo la principal causante de la crisis del treinta, ayudada por la política de comercio exterior de Estados Unidos.
Al finalizar la guerra, Estados Unidos pasó de ser un país deudor a ser uno acreedor, siendo Europa su principal acreedora. En el gobierno norteamericano, algunos legisladores republicanos tenian claro que para que Europa pudiese pagar sus deudas debía de poder exportar, por lo que sin estar a favor de una reducción se oponían a un incremento de las barreras arancelarias a las importaciones. Sin embargo, en 1920 las elecciones dieron la victoria a Warren G. Harding, partidario de elevar las protecciones arancelarias. En 1921 se sancionó un aumento de las tarifas a las importaciones agrícolas, y en 1922 se sanciona una de las leyes más fuertes en la historia americana de protección industrial. Estas leyes se conocen como la Fordney-McCumber-Tariffs.
Lo que los legisladores se olvidaron, es que toda traba a la importación es también una traba a la exportación. Si Europa no podía vender sus productos a Estados Unidos, difícilmente podía contar con las divisas necesarias para importar los productos norteamericanos. La situación era aún más delicada debido al alto nivel de endeudamiento europeo. Incluso después de finalizada la guerra, varios países europeos debieron recurrir a nuevos préstamos debido a su precaria situación, la ley Fordney-McCumber no hacía más que empeorar las cosas.
Finalizada la guerra, el sistema monetario internacional había quedado totalmente desarticulado y los países luchaban por retornar de una forma u otra al patrón oro. De una situación con la Libra Esterlina como moneda de transacción internacional convertible en oro y el resto de las monedas también convertibles al metal precioso, se había llegado a una situación sin convertibilidad y con un grado de depreciación monetaria, además de las dificultades económicas heredadas de la guerra.
En 1922 se reunió en Génova un grupo de expertos en temas monetarios que planteó modificaciones al sistema del patrón oro, sugiriendo un sistema de patrón cambio oro. Este cambio del paso de patrón oro, al patrón cambio oro, daba una mayor flexibilidad a la creación de oferta monetaria de los países, ya que autorizaba a mantener reservas en divisas convertibles a oro, además del oro mismo. También permitía fijar una paridad y la intervención en el mercado para contrarrestar las fluctuaciones en la cotización del metal precioso. Sin embargo, en esta convención se cometieron varios errores conceptuales que se terminaron pagando muy caro.
continuará….
Cachanosky, Nicolás: (2007) Teoría Austríaca y el problema del ciclo económico.