Beatriz De Majo C.
La verdad es que el sector exportador aporta una quinta parte del crecimiento del PIB chino y no más de la mitad, como sugiere el gobierno.
Los chinos son realmente buenos al comunicar sus datos numéricos. Buenos en sus propios términos, lo que no quiere decir que sean totalmente veraces. Tampoco ello quiere decir que son falaces o que juegan a la confusión planetaria. Lo que es un hecho incontestable es que el gobierno controlista de esa nación maneja sus propias variables numéricas con destreza digna de prestidigitadores al tiempo que juega a mostrar al mundo una maquillada cara que le sirve para su propósito de conseguir respeto universal por la talla y por lo influyente de todo lo suyo a escala planetaria.
Siempre hay algo de verdad en todo aquello que cuantifican y anuncian; lo que no siempre se sabe es cuál es el tamaño de lo que no es verdad en sus bien elaboradas estadísticas nacionales. Todo ello es catalizado, además, por el respaldo que le otorga la prensa de Occidente al perifonear todo aquello que suena estrambótico, estrafalario, o simplemente colosal y gigantesco como suele ser todo lo chino. La confusión frente a la métrica china, entonces, para terceros observadores, puede ser mayúscula o su interpretación muy alejada de la realidad.
Un reciente estudio de McKinsey arroja luces sobre uno de estos temas: la incidencia de las exportaciones chinas de su propio crecimiento y desarrollo. Lo que ocurre es que, aunque en efecto las exportaciones chinas sí son un remolque importante para su economía, estas son menos determinantes que lo que se ve a simple vista: muchos de los embarques de bienes chinos de exportación incluyen productos maquilados en suelo chino, agregándoles algo de valor. El asunto es que al no extraer el valor de estos rubros importados del total de las exportaciones, se sobredimensiona el aporte que las exportaciones hacen al PIB chino. Sencillo, ¿no?
El estudio de la firma investigadora concluye que al sustraerle al total de las exportaciones el valor de lo importado para producir bienes exportables, el sector le aporta entre 18 a 33% al crecimiento del PIB. Y esto resulta ser cerca de la mitad de lo que las cifras oficiales registran como aportes de las exportaciones nacionales a los incrementos del PIB. La medida usada por el gobierno concluiría que hasta 60% del crecimiento chino desde el año 2000 se debe a las exportaciones, lo que explicaría el porqué China fue uno de los pocos países que escaparon del derrumbe económico global de los años 2008 y 2009.
En todo caso una información en este terreno presenta riesgos de consideración: ¿Debe un inversionista apostarle al mercado de consumo interno del gigante chino, o debe, más bien, insertarse en la producción orientada a la exportación en sectores en los que el valor agregado en China es significativo? ¿O tiene más sentido, dados los incrementos de costos en la cadena productiva china, más bien considerar otras opciones en el mismo ambiente asiático como Taiwán, por ejemplo?
En síntesis, la métrica oficial china debe ser usada con extrema cautela por quienes desean adentrarse en negocios con el coloso o dentro del coloso. Razones hay para concluir, si se extrapolan estas mediciones de las exportaciones a otros sectores, que las desviaciones numéricas que maneja el país, pueden resultar en caminos estratégicos equivocados y costosos.
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