“La larga depresión de la década de 1939, se debió totalmente al mal manejo que el gobierno hizo de la moneda, tanto antes como después de la crisis del 1929” Friedrich A. von Hayek
¿Qué sucedía mientras tanto en Inglaterra?. Gracias a la política de la Reserva Federal, la cotización de la libra frente al dólar comenzó a mejorar. No porque se desarrollase la economía inglesa, sino por la depreciación del dólar, es decir, no era la libra la que se acercaba al dólar, sino el dólar el que se caía hacia la libra. Este cambio en las cotizaciones afectó a la balanza de pagos inglesa, sus importaciones se vieron alentadas mientras que sus exportaciones desalentadas. No era la libra la que mejoraba su posición relativa, sino que el dólar empeoraba la suya.
En 1925, el Banco de Inglaterra comienza a incrementar y disminuir sucesivamente la tasa de redescuento, hasta que finalmente decide reducirla en 1927 dejándola en ese nivel hasta 1929. El déficit de su balanza de pagos y este juego con la tasa de redescuento dieron origen a una acumulación de libras en los bancos europeos, que al contrario de Inglaterra mantuvieron sus tasas de redescuento relativamente altas.
Uno de los principales países en absorver estas libras era Francia. Otro país que se comportó políticamente distinto a Inglaterra fue Alemania, que además había recibido un préstamo en dólares en apoyo a su plan Dawes para pagar las reparaciones de guerra a Francia y otros países. Mientras Inglaterra optó por una política expansiva, Francia y Alemania siguieron el camino opuesto absorviendo los capitales ingleses. Las inversiones se desalentaban en Inglaterra y se incrementaban en Francia y Alemania. Dada la situación inglesa, los franceses comenzaron a ver peligroso mantener tantas libras entre sus reservas, por lo que comenzaron a cambiarlas por oro, poniendo en apuros al Banco de Inglaterra, que debía entregar oro a cambio de sus libras.
Mientras tanto, la política de dinero fácil de Estados Unidos llevaba a un alza de las cotizaciones, y a finales de 1928 y principios de 1929 ya alarmados por los precios que habían alzcanzado las cotizaciones, las autoridades de la Reserva Federal decidieron revertir su política vendiendo títulos públicos. Sin embargo, ya era demasiado tarde para intentar solucionar las cosas. La “iliquidez” creada por la disminución del circulante llevó a los bancos a aumentar sus pedidos de redescuentos y préstamos a la Reserva Federal, que nuevamente optó por una política de dinero fácil pero elevando la tasa de redescuento. Junto a estos nuevos redescuentos, los créditos otorgados a los corredores de bolsa por ahorristas y empresas comenzaron a tener tasas de interés más superiores. Este aumento de la tasa de interés alteró la dirección de los flujos de capitales, ahora en vez de ir hacia Europa, se dirigían hacia Norteamérica. Los mercados de Europa comenzaron a verse presionados por esta fuga a elevar sus tasas de interés. Ante este aumento generalizado de las tasas, los capitales ya no tenían mercados claros hacia los cuales fluir y comenzaron a verse los efectos recesivos en la economía. El único país que mantuvo su produccón en crecimiento fue Francia. Estas contracciones en la economía comenzaron a verse reflejadas en las cotizaciones de las acciones, aquellos que habían contribuido con créditos a los corredores de bolsa comenzaron a retirarlos rápidamente acentuando aún más la caída de los precios.
Sin embargo, no es la caída de las acciones del 29 lo que causa la recesión de la década del 30. La recesión económica y la desocupación no son una consecuencia de la bajada del precio de las acciones, sino todo lo contrario. La bajada de las acciones son una consecuencia de los problemas económicos que se venían gestando por las políticas de dinero fácil aplicado por las potencias mundiales.
Lo que ocurrió en la caída de 1929 fue consecuencia del manipuleo monetario por parte de los distintos gobiernos durante la década del 20. Lo que en esta época definitivamente no hubo fue un libre funcionamiento del mercado y la economía. La fuerte protección norteamericana a las importaciones y las políticas de dinero fácil no hicieron más que sembrar la semilla de la “Crisis del 30” que se vio reflejada en la caída de la bolsa de Nueva York. Evidentemente no es una política muy eficiente reavivar la economía de un país quitándole valor y poder adquisitivo a su propia moneda.
Afirmar que las causas de la crisis del 30 se encuentran en el derrumbe de precios de las accciones en el famoso Jueves Negro, o en una caída de la demanda agregada, es desconocer la influencia que el largo plazo tiene en todo el proceso económico.
Cachanosky, Nicolás: (2007) Teoría Austríaca y el problema del ciclo económico.