“Políticos somos vuestros jefes estáis despedidos habéis dejado de representarnos“, algo así rezaba ayer una pancarta en la concentración de la Puerta del Sol y creo que probablemente este es el sentimiento común, junto con la indignación, que aglutina a las miles de personas que se concentran en las diferentes plazas de España estos días, cada uno de ellos con sus diferentes reivindicaciones. El día después y tras la resaca electoral volvemos a la cruda realidad.
Es cierto España no es Grecia, ni Irlanda ni Portugal, es mucho más grande que ellas, pero me temo que va a tener el mismo destino. No es agradable escribir esto, y me suelen caer palos por todas partes, pasó cuando explicábamos que el sector inmobiliario español iba a morir, o cuando nuestra banca estaba moribunda, y pasa ahora cuando escribimos que España va a necesitar un rescate y que en estos momentos estar en el euro nos condena.
Obviamente nos podemos equivocar, esperemos que si, siempre que escribimos sobre esto, no faltan los comentarios que intentan ver un mensaje político partidista. Creo que es absurdo, pensar esto, simplemente escribimos lo que pensamos sin pensar quien está gobernando el país. Si algún interés particular tenemos es que a nuestro país le vaya lo mejor posible ya que de momento trabajamos y vivimos en él y una crisis cómo esta tarde o temprano nadie puede escapar de ella.
Dicho esto, y que quede por delante que soy optimista, las cosas hoy en día son como son y España está como está.
Básicamente y resumiendo, tenemos un problema de competitividad (este es el factor más importante) y secundariamente tenemos un sector inmobiliario muerto y un sector financiero tocado. El resultado más impactante de todo ello es una tasa de paro superior al 20%.
Tenemos un nivel de deuda soberana más reducido que otros países, pero si tienes en cuenta la deuda privada estamos entre los países más endeudados del mundo.
Y al igual que Grecia, Irlanda o Portugal, hace aproximadamente un año, nuestros acreedores nos obligaron o nos impusieron tomar una serie de medidas de reducción indiscriminada de gasto que ya estamos viendo en Grecia que resultados está dando. Entramos de lleno en la espiral Griega, más impuestos + recorte indiscriminado de gasto igual a menos crecimiento y más paro.
Los datos del primer trimestre del 2011 sobre como han evolucionado los ingresos del Estado lo dicen todo:
Ingresos IRPF (-19,4%)
Ingresos impuesto Sociedades (-42,7%);
IVA de Operaciones Interiores (- 22,4%) y del -40% en Impuestos especiales.
En conjunto los ingresos caen el 16,2%, cuando lo previsto es que retrocedan el 12,8% en el conjunto del ejercicio para cumplir los objetivos de déficit.
Sobran las palabras. Lo fácil será intentar incrementar impuestos o reducir aún más el gasto con lo que aceleraremos la espiral de destrucción de valor.
Lo que nos está sucediendo a nivel país, sucede muchas veces a nivel empresa. Los acreedores toman las riendas y exigen recortar gastos de forma indiscriminada, la prioridad es pagar sus deudas, y con el recorte la empresa empieza a encogerse a perder cuota de mercado y con un tamaño cada vez más reducido la deuda se hace más difícil de pagar. Generalmente la mejor opción es recortar costes con sentido que no afecten a la posición competitiva de la empresa e invertir para mejorar su posición competitiva e intentar que crezca para que el nivel de deuda sea asumible. Los acreedores también tienen que ayudar, reestructurando la deuda o aceptando quitas.
Mientras no hagamos esto, nuestra prima de riesgo seguirá aumentando. Los recortes anunciados hace un año no han servido de mucho en este aspecto.