Por… Beatriz De mjo C.
Setenta por ciento de la energía que consumen los chinos
es de origen térmico, generada por las plantas de carbón cuyo precio ha crecido
20% en el último año. El precio de la energía para el usuario final está
controlado por el gobierno, que ha decidido trasladar a los consumidores, en
incremento en los costos, a través de un alza en las tarifas de un 2 por
ciento.
Es evidente que este desajuste lo que ha provocado es una menor generación
energética y no es difícil intuir que las pérdidas operativas y financieras de
las empresas generadoras son, evidentemente, enormes. En el campo de la
generación hidroeléctrica, las cosas no pintan mejor, debido a la larga y
penosa estación de sequía y ello afecta particularmente a la región de
Guandong, donde se encuentra el grueso del parque industrial nacional.
Los altos precios del petróleo tampoco dejan ver un mejor panorama. Las
empresas que han pretendido migrar temporalmente al diésel para su consumo
energético se han encontrado con que los costos del combustible no les permiten
operar eficientemente.
La consecuencia de todo lo anterior es un déficit de aprovisionamiento
energético, un fenómeno que China enfrenta regularmente cada año en el verano,
pero que este año reviste características críticas y tiende a instalarse
perniciosamente para años venideros.
Desde 2004, los chinos no habían conocido un año de tantos recortes eléctricos
como el actual y quienes lo han dimensionado aseguran que el desabastecimiento
de 2011 equivale a la demanda total de la electricidad que utiliza una ciudad
de 30 millones de habitantes. Razones hay para estar preocupados y para que se
hayan adelantado medidas para paliar al déficit. Es así como los racionamientos
de electricidad, que son comunes durante los meses de julio y agosto, este año
se hayan adelantado y se están aplicando desde mayo.
El gas, como fuente energética alterna, aún no está maduro para asumir parte
del relevo: aunque existe gas en el subsuelo, los ductos para transportarlo
tardan años en ser construidos. Allí también hay una disyuntiva en torno a la
instauración de una política de precios que sirva para estimular la búsqueda
prospectiva y la inversión en explotación gasífera.
La solución para disminuir el consumo energético sería sincerar al alza los
precios que son controlados por el Estado, lo que al mismo tiempo aportaría
oxígeno a las finanzas de las empresas generadoras de energía. Pero el impacto
de estos precios sobre la inflación global, la que aun el gobierno no logra
entrar en cintura, es un precio muy alto para pagar. Esa, la inflación, se ha
convertido en el mayor quebradero de cabeza de los funcionarios en Pekín.
Las empresas generadoras pudieran estar exagerando el tamaño de la crisis, y
estar provocando un “estira y encoge” con sus contrapartes
gubernamentales para conseguir la revisión al alza de los precios. La realidad
es que el año pasado perdieron más de 5.000 millones de dólares
Pero con la demanda energética en crecimiento de manera vertiginosa el problema
de escasez de suministro que hoy es estacional y coyuntural, pudiera
convertirse en estructural. Un dato para conservar: en abril, el consumo de
energía estuvo 13,4% por encima del estimado de crecimiento del PIB.
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