Por… Beatriz De Majo C.
La primera sesión del año de la Bolsa de Hong Kong cerró con un alza 1,63%. Las principales empresas acusaron ganancias importantes y el índice inmobiliario, el más golpeado durante 2011, registró la mayor subida, un 2,12 por ciento.
No podía ser de otra manera: acaba de arrancar el Año del Dragón, una bestia que había estado durmiendo durante una década, pero que no podía inaugurarse sino haciéndole honor a la tradición, con un gesto contundente de bienestar colectivo.
Es que en China, de todas las fieras, el dragón es la más temida, pero a la vez la más respetada, incluso amada, porque las tradiciones populares le asignan una carga de buena suerte para todos los ciudadanos. El Dragón es omnipotente.
Por eso, este año para los chinos será uno singular, particularmente en las regiones rurales, donde el arraigo cultural de estas creencias juega un papel importante. Porque, además, es el año de la fertilidad, de los nuevos planes, del crecimiento familiar. Es un buen año para tener descendencia, porque los nacidos en un año dragón tienen mucho más chance de ser exitosos, salidores. Son los líderes del mañana. Un nativo de Dragón es rimbombante, atractivo y repleto de vitalidad y fuerza.
La consecuencia más inmediata de la influencia de este Año del Dragón en el comportamiento individual de los chinos será el Baby Boom , que marcará 2012. Tratar de traer un Einstein al mundo, un Bill Clinton, un Salvador Dalí o una estrella de las artes marciales como Bruce Lee -todos ellos nacidos en un año del dragón- va a ser una tarea en la que miles de chinos se van a empeñar con tenacidad, independientemente de que el Estado preconice la política de un solo hijo a nivel familiar.
Hasta los que ya tienen un heredero no dejarán de esforzarse por procrear un nuevo vástago que lleve la suerte del dragón en la frente.
Y es así como este año la población china aumentará más que otras. Solo en Hong Kong se espera que la población china aumente entre 5% y 10%, como ocurrió en el año 2000, otro año “dragoniano”.
Se supone que los que nazcan bajo la égida del monstruo vendrán cargados de buena suerte, aunque ello no se traduzca necesariamente en suerte para el país.
No hay sino que imaginar la consecuencia que esto tendrá en los servicios relacionados con estos nacimientos en los hospitales, donde no se cuenta con los cuartos, quirófanos y médicos para atender la demanda incremental.
La presión poblacional se dejará sentir igualmente en los años por venir, cuando ello se refleje igualmente en mayor demanda educativa sin que la infraestructura sea capaz de absorber a los nuevos educandos. Una cantidad mayor de bebés dragones puede redundar en una pobre calidad educativa para los nacidos en este año.
Más allá del efecto poblacional, este Año del Dragón tendrá la marca de este animal también en el terreno del comportamiento político.
El dragón es símbolo de poder, ambición y dominio.
Ya lo dijo claramente Wang Chen, como vocero del Consejo de Estado: “China adoptará una postura más enérgica con el objetivo de elevar su voz en 2012, con el fin de obtener un mejor entendimiento por parte del resto del mundo sobre sus valores y modelo de desarrollo”.
Suerte en su vida…