Por… Hernán González Rodríguez
La primera revolución industrial comenzó en Gran Bretaña a finales del siglo dieciocho cuando se pasó de tejer telas a mano a fabricarlas en telares. La segunda se inició a comienzos del siglo veinte cuando Henry Ford creó el ensamblaje en línea de sus automóviles. Estas dos revoluciones enriquecieron y urbanizaron a la humanidad. Ahora a comienzos del siglo veintiuno, la producción se está digitalizando y robotizando más aún para utilizar nuevos materiales mediante un nuevo proceso llamado impresión tridimensional.
La producción antigua se basaba en tomar un gran número de partes para atornillarlas y soldarlas entre sí. Estas partes se fabricaban vaciando metales y plásticos en moldes o empleando maquinas como fresadoras y tornos.
Ahora se elabora el plano de una pieza por medio de los programas de Computer Aided Design -CAD- este diseño se carga en la computadora y esta máquina va vaciando un polímero o un metal en capas tridimensionales sucesivas hasta que completa la pieza. Los precios de las impresoras 3D ascienden desde unos 2.000 dólares. Resultan ser ideales para los modelos a escala.
Vaciar piezas en moldes prefabricados y en línea resulta mucho más rápido que utilizar la impresión 3D, pero cuando se requiere una producción ajustada a requerimientos específicos de cada cliente, o cuando se requieren repuestos de urgencia, la nueva metodología resulta ser superior.
La nueva revolución, afirma la revista The Economist, en el artículo que aquí resumo, afectará no solamente la manera de fabricar piezas, sino el lugar donde se fabricarán. “Las fábricas venían siendo trasladadas a los países con bajos salarios para reducir costos. Pero la mano de obra será cada vez menos importante. La primera generación de los iPad de Apple requería cerca de 33 dólares en mano de obra, y de estos, tan solo los 8 dólares del ensamble final se realizaban con mano de obra china”.
Y continúa la revista mencionada: “La producción está regresando a los países ricos, porque la sofisticación de los nuevos productos requiere que los diseñadores y los fabricantes laboren en el mismo sitio. El Boston Consulting Group estima que en 2020 entre 10-30% de los computadores y de la maquinaria que los estadounidenses ensamblan hoy en China, se fabricarán totalmente y de nuevo en casa”.
Se avizoran otros cambios gigantescos en los nuevos materiales, los cuales serán más fuertes, livianos y duraderos que los existentes hoy. Los nanotubos de carbono son cilindros recubiertos como por una malla de gallinero con hexágonos, cuyo diámetro es la diezmilésima parte de un cabello. Soportan más tensión que el acero y con ellos están reemplazando al aluminio en la fabricación de aviones y automóviles. Se habla, así mismo, de virus genéticamente diseñados para producir bienes como baterías.
“Está siendo retado el cuento romántico de que resulta más visionario dedicar los países a los servicios en lugar de enfocarlos en la manufactura de bienes, porque las diferencias entre ambos sectores son cada vez más tenues. Una fábrica que vende motores de avión como la Rolls Royce ya no vende solo el motor, vende, sobre todo, sus servicios para mantener su producto mientras este empuje un avión por los aires. En este escenario corresponde a los gobiernos mantener el orden público, educar, legislar con equidad y claridad y apoyar a sus empresarios”.
Suerte en su ida y en sus inversiones…