Por… Carlos Parodi
Para cualquier ciudadano que hace compras de bienes básicos como los alimentos, no es novedad notar que los precios han subido en los últimos años. El fuerte proceso de crecimiento económico mundial ocurrido entre 2002 y 2008 ha venido acompañado de excesos de demanda, sea con más dinero o con un uso más extendido de las tarjetas de crédito, que ha influido en el aumento de precios.
Ciertamente detrás del comportamiento descrito, está la demanda creciente de los China e India, que juntos constituyen el 40% de la población mundial y han crecido a ritmos importantes, así como los avances tecnológicos en el campo de las finanzas, que hacen más fácil comprar (¿se ha preguntado el lector hace cuánto tiempo se puede comprar con tarjetas de débito?). En términos simples, hay mayor demanda por bienes y servicios que antes. Eso no tiene que ser negativo, mientras los precios no suban a niveles que la gente se sobreendeude con las tarjetas o presione por mayores sueldos para mantener sus niveles de compra.
En el año 2011 la evolución en el precio de algunos productos a nivel mundial mostró signos preocupantes. Veamos algunos ejemplos; el aceite de soya aumentó 39%, el cobre 17%, el oro 28%, el petróleo 20%, el índice de alimentos preparado por la FAO 26%, el maíz 67% y el trigo 44%. Durante 2012 se han agregado dos factores más: por un lado, la sequía en los Estados Unidos, que elevará aún más los precios de los granos y por otro, los problemas políticos en el medio oriente que podrían hacer que Irán reduzca el suministro de petróleo al mundo; le basta con cerrar el estrecho de Ordmuz por donde pasa el 30% del petróleo que consume el resto del mundo y listo.
Sin embargo no todo queda ahí. En los Estados Unidos se anunció el “Quantitative Easing 3” hace unas semanas, que en términos simples significa una enorme inyección de dólares creados con la maquinita de hacer billetes y monedas para reactivar su economía (es la tercera vez desde 2008, de modo que imagínense cuántos dólares nuevos circulan por el mundo); algo similar ha anunciado el Banco Central Europeo, con el objetivo de rescatar a economías en problemas siempre y cuando se sometan a programas de ajuste. Es algo similar a lo ocurrido en el Perú entre 1985 y 1990, con la diferencia que el dólar es una moneda aceptada en todo el mundo, por lo que cualquier exceso “sale” de los Estados Unidos.
En otras palabras, tendremos problemas de menor oferta de bienes y servicios y de mayor demanda por las acciones de inyección de liquidez de los bancos centrales. Cualquier estudiante de economía sabe que esa combinación termina en inflación.
Ahora bien, nuestro Banco Central opera con un esquema de metas explícitas de inflación (inflation targeting, en inglés), que consiste en anunciar una meta anual de inflación y usar las herramientas de política monetaria para el logro del objetivo. Desde 2007, la meta es 2% +/- 1%, es decir, la meta anual es que la inflación se ubique en un rango entre 1% y 3%. En 2011, la inflación fue de 4.74% por encima de la meta, mientras que para este año se espera una cifra similar. ¿Puede hacer algo el Banco Central? No mucho, pues el origen de los problemas no es interno, sino externo. ¿Por qué los precios no suben más? Podríamos especular con dos razones: por un lado, los bajos aranceles que hacen que entren productos importados a bajos precios y por otro, la tendencia del tipo de cambio hacia la baja, que hace cada vez más barato importar.
Digamos que el mundo está “sobrecalentado”, expresión que admite distintas acepciones pero que en general se asocia a períodos de fuerte crecimiento de la demanda; en este caso, el crecimiento económico del período 2002-2008 ha estado acompañado de aumentos en precios; recordemos que algo similar ocurrió en el período 2006 a 2008, antes de la crisis financiera. Más aún en el caso peruano se ha agregado el boom crediticio que también permite comprar más. A propósito, un informe reciente del Fondo Monetario internacional señaló que cuando el crédito crece a ritmos anuales mayores que 15% existe un riesgo inminente de una crisis financiera; los datos en el Perú son los siguientes: en 2009, el crédito creció 9%, en 2010, 21.2%, 19.6% en 2011 y 18% en el período enero-setiembre 2012. Frenar el excesivo crecimiento del crédito y regularlo es una necesidad hoy, pues es el preludio de una crisis financiera, tema que ha sido analizado en este blog en varias oportunidades.
Suerte en sus inversiones…