Por…  Carlos  Parodi

 

De acuerdo con la última proyección del Fondo Monetario Internacional (FMI) correspondiente a octubre de 2012, el siguiente cuadro presenta la evolución del Producto Bruto Interno (PBI) en algunas zonas y países del mundo.

 

 


El cuadro es ilustrativo. La desaceleración económica mundial, es decir, el hecho que crezca cada vez menos se debe a una desaceleración en las principales regiones y países del mundo. China, que creció, en promedio, a tasas mayores que 9.5% anual desde 1995 crecerá menos de 8% en 2012. India y la Eurozona van en el mismo camino. Lo que es más grave el volumen del comercio mundial de bienes y servicios después de crecer 12.2% en 2010, solo lo hará en 3.2% en 2012.

¿Por qué importa? China e India representan el 40% de la población mundial. Ambos países, en especial el primero, es la “fábrica del mundo” y le venden su producción principalmente a los Estados Unidos y la Eurozona, economías que están en recesión y con problemas de sobreendeudamiento. Por lo tanto, las familias compran menos pues tienen que pagar deudas. En simple, compran menos a China, India y similares. Ello obliga a la “fábrica” a producir menos y por lo tanto a comprar menos materias primas al resto del mundo; en ese grupo de proveedores de productos mineros a la “fábrica” está el Perú, por lo que tiene que desacelerarse. El mundo, para bien o para mal, está más integrado que antes.

Pero, vamos con calma. ¿Por qué importa tanto la evolución del PBI cuyo comportamiento se ha convertido en una obsesión de los analistas? Porque “se supone” que a mayor PBI mayor bienestar, pero esto no siempre es así. En primer lugar, para que el crecimiento del aparato productivo genere más bienestar, debe aumentar el empleo adecuadamente remunerado. ¿Existe una fuerza de trabajo “empleable”? No dudo que todos quieran trabajar más y ganar más, pero si no tienen las calificaciones adecuadas, entonces el problema persiste. Y ahí entra la necesidad de reformar la educación en todos los niveles. La fuerza laboral debe estar adecuadamente educada para poder asumir trabajos que demandan mayores calificaciones. Además, si aumenta la producción, ¿necesariamente aumenta el empleo, en un mundo con cada vez más tecnología que “ahorra” mano de obra y baja costos?

En segundo lugar, ciertamente los aumentos en el PBI generan mayor recaudación tributaria, es decir, ingresos para el Estado. Y aquí viene la otra duda: ¿está el Estado en capacidad de gastar bien el mayor dinero que recibe? ¿Existe un alto nivel de gestión pública para mejorar los servicios que el Estado ofrece? ¿De qué sirve tener más dinero si no se sabe usar?

En tercer lugar, los aumentos en el PBI tienen mayor efecto sobre la reducción de la pobreza monetaria (véase post “¿cómo se mide la pobreza?”) si la desigualdad de ingresos es menor. Y es sabido que América Latina tiene la peor distribución de ingresos del mundo. Los servicios públicos de educación y salud, ¿son ofrecidos por el Estado con la calidad adecuada?

Existen varias razones más, pero con ellas es suficiente para precisar el punto. Para afirmar que el PBI aumenta el bienestar deben cumplirse los dos requisitos o canales señalados además de una mejoría progresiva en la distribución. ¿No habría entonces que complementar la obsesión por el PBI por una más relacionada con el bienestar de la población? ¿Por qué lo económico anda divorciado de lo social? Estas preguntas no implican dejar de mirar los indicadores económicos; significa prestarle igual o mayor atención a indicadores relacionados con la evolución social.

 

Suerte en sus inversiones…