Por… Xavier Sala i Martín
Cristóbal Montoro era el ideólogo económico del ala liberal del PP. Como tal, fue el encargado de diseñar y escribir la parte económica y fiscal del programa electoral del Partido Popular. Si leen ustedes, verán que la idea que fundamenta todo el programa era “la curva de Laffer” (ver aquí la explicación de lo que es la curva de Laffer). Es decir, el PP predicaba que si subían los tipos impositivos, se dañaba tanto la actividad económica que la recaudación final (que es el producto de un tipo mayor multiplicado por una actividad menor) acababa bajando. Por eso el PP dijo durante la campaña electoral que para reducir el déficit lo que había que hacer era no subir sino bajar los impuestos.
Claro que luego el PP ganó las elecciones y protagonizó el primer gran salto mortal intelectual de la legislatura: ¡subió inmediatamente el IRPF! ¿Donde estaba don Cristóbal y su teoría de Laffer? Pues escudándose detrás de un argumento absurdo, sobado y siniestro: “El déficit era mucho mayor de lo que esperábamos!” ¿Cómo? ¡Señor ministro! ¡No sea usted bobo! Si para aumentar la recaudación lo que se necesita es bajar el IRPF, la lógica de parvulario indica que cuando usted descubre un déficit “mucho más grande de lo esperado” lo que tiene que hacer es “bajar los impuestos mucho más de lo esperado”!!! Si usted sube el IRPF, ¡la crisis se va a agravar y la recaudación va a bajar! Por cierto, han pasado ya unos meses. La crisis se ha agravado… y la recaudación ha caído.
De hecho, la recaudación ha caído tanto que vienen los socios europeos y obligan al PP ha incumplir otra de sus promesas: la subida del IVA. Aquí, Montoro tenía una oportunidad de oro para demostrar que sabe algo y hubiera podido salir y explicar que AL MISMO TIEMPO QUE SE SUBE EL IVA, se reducen los impuestos del trabajo. Y la combinación de ambos impuestos podía dar lugar a una “devaluación fiscal” que abarataba los productos españoles respecto de los alemanes y eso contribuye a aumentar la competitividad española. Eso hubiera sido una manera inteligente de justificar el cambio fiscal. ¡Pero no! En lugar de eso, va el ministro y dice que “si el IVA lo pagaran más los que lo tienen que pagar, no lo tendríamos que subir tanto!”.
Y aquí ya es donde yo me pierdo. Me pierdo no solo por la falta de coherencia económica de ese argumento sino por su falta total de ética. Es decir, va el ministro y nos dice que en España hay dos tipos de ciudadanos: Los que pagan en A (los honestos que pagan IVA) y los que pagan en B (los que evaden). Y como nosotros, los miembros del gobierno, somos unos incompetentes supinos incapaces de realizar nuestra labor de evitar que la gente B evada impuestos, lo que haremos será… ¡castigar a la gente A y subirles los impuestos a ellos! ¿Se puede ser más injusto? Señor Montoro: si usted es incapaz de cumplir con su obligación de eliminar la evasión del IVA por parte de los ciudadanos tipo B, ¡confiese que es usted incapaz de realizar su oficio y váyase a su casa!¡Pero no les cargue los costes de su inutilidad a los ciudadanos que cumplen con su obligación de pagar el IVA! ¿De verdad piensa que subir los impuestos a los ciudadanos A va a hacer que paguen los B? ¿Pero en qué planeta vive usted?
Tenemos pues a un ministro de hacienda que miente de forma sistemática, que es incapaz de cumplir su obligación de hacer que los ciudadanos B paguen lo que deben y, encima, no tiene ningún rubor al justificar un aumento del IVA haciendo pagar justos por pecadores. Mentiroso, incompetente e injusto. Cada uno de esos atributos, por separado, deberían ser suficientes para obligar a que un ministro de hacienda dimita de su cargo. Don Cristóbal Montoro ha conseguido reunirlos en una sola persona.
Nos vemos en el Foro de Bolsa!