La historia sólo podía acabar mal. Una cosa es jugar al póker con los amigos, y otra meterse a private equity de andar por casa sin las espaldas cubiertas y con los pies de barro intentando echarse faroles con enemigos poderosos curtidos en mil batallas.
Esta semana saltaba la noticia y probablemente la sorpresa. Luis del Rivero, presidente de Sacyr y uno de los principales accionistas de la constructora era destituido. Es lo que puedes esperar que suceda cuando te lanzas al ataque sin las espaldas cubiertas y por el camino te has dejado unos cuantos enemigos.
La historia de Sacyr con Del Rivero al frente no podía acabar bien, es más las cosas empezaron a ir mal con su intento de hacerse con el control del BBVA. Animado por el Gobierno, que una constructora quiera controlar al segundo banco del país, es una temeridad más propia de país tercermundista que de país desarrollado. Eran otras épocas, las del crédito barato y la de unos empresarios y un Gobierno que pensaba que las temeridades no se pagan, al menos no se pagan cuando el viento sopla a favor, cuando deja de soplar aparece el desastre.
El intento de control del BBVA fracasó, pero Del Rivero salió indemne del intento y con Sacyr ganando unos cuantos millones de euros en la jugada. A alguien se le debió encender la luz. Era más fácil ganar dinero jugando al monopoly de las altas finanzas que construyendo autopistas o vías de tren. Por el camino, entre Repsol y BBVA, tuvimos el aperitivo del intento de toma de control de la constructora francesa Eiffage, entrando cual elefante en una chatarrería, y salvado del desastre a última hora, vino la entrada en Repsol.
Sacyr la compra del 20% de Repsol:
¿Qué hacía Sacyr comprando el 20% de Repsol? Yo aún no lo sé, la operación no tenía ningún sentido. Obviamente ningún sentido desde el punto de vista industrial, y si se quería plantear como una operación de private equity, era simplemente desastrosa. Apalancando al máximo la compra, con 4.900 millones de deuda, (con préstamo de 350 millones de euros del ICO incluido, tela marinera a lo que dedicamos el dinero público) y entrando sin controlar el consejo de Repsol, en una compañía que a diferencia de las eléctricas sus resultados y por lo tanto sus dividendos son bastante cíclicos.
Operación mal ejecutada con el activo equivocado. Si no acababa en desastre era por obra y gracia de un milagro que de momento no ha llegado.
Del Rivero contra el mundo:
Después de años embarrado en Repsol, y aportando cada vez más garantías evitar la ejecución del préstamo sindicado, la renovación del préstamo sindicado el próximo diciembre cada vez se estaba volviendo más complicada, con tipos de interés más altos exigidos por la banca, el dividendo de Repsol no iba a dar más de si. Así que a Del Rivero le tocaba realizar lo que no había hecho desde el principio, intentar controlar el Consejo de Repsol, sorprendiendo a todos, a finales de Agosto anuncia un acuerdo con Pemex para cargarse a Brufau.
Su objetivo, poder controlar Repsol y exprimirla al máximo para poder pagar su préstamo. Entre otros venta del 30% de Gas Natural y obviamente colisión directa con La Caixa, porque puede que a La Caixa no le acabe de importar lo que le pase a Brufau o a Repsol pero Gas Natural no se toca.
A Del Ribero, le falla el fondo y las formas. Las formas porque ni avisa a La Caixa de sus intenciones, el fondo porque cuando estas apalancado hasta las orejas y en los tiempos que corren no puedes pretender hacerle la cama a una de las instituciones financieras más poderosas del país, demasiado gente le debe demasiados favores a La Caixa. Encima con ZP y Sebastián más que amortizados, y con Felipe González de consejero de Gas Natural, meterse en una guerra sin aviso era suicida… el último farol de un jugador de póker.
El otro problema, es interno y lo tenía en su propia casa. Del Rivero controla el 12,5% de las acciones de Sacyr (incluso gran parte de estas acciones son compradas a crédito), pero ha manejado la compañía como dueño y señor. Necesitado de la entrada de accionistas en Sacyr para evitar que la constructora sucumbiera bajo el peso de la deuda, encima Del Rivero se ha dedicado a pisarles los callos a Juan Abelló y Demetrio Carceller, dos de las principales fortunas de España que hasta le han llevado a los tribunales y unas cuantas cajas de ahorros, Unicaja, Novacaixagalicia, Bankia y Banca Mare Nostrum, que suman un 12,3%, y que no están para muchas bromas. Lo último que querrán en estos momentos es ponerse a pelear con La Caixa.
La historia no podía acabar bien y no ha acabado bien. Sin embargo Del Rivero, fuera de la presidencia, aún puede intentar dar guerra en Sacyr. Pero debería ir con cuidado, no tiene ni la potencia financiera ni los amigos para entrar en una guerra y más con la mayoría de sus acciones de Sacyr compradas a crédito, corre el riesgo de acabar quedándose con una mano delante y otra detrás.
El ridículo de Pemex:
Por cierto a todo esto, el que también ha quedado con cara de ser el más bobo, es el Director General de Pemex, Juan José Suárez Coppel. El méxicano ha quedado retratado, ha metido a Pemex en una inversión de 2.600 millones de dólares sobre la que no informó al Consejo de Pemex ni pidió autorización para llegar a tener el 9,9% de Repsol y controlar junto con Del Rivero el consejo de administración de la petrolera española.
Sin embargo se equivocó en su apuesta a caballo ganador. Traicionó a Brufau mintiéndole descaradamente, y se buscó a un aliado con los pies de barro que ahora se le ha esfumado. Ahora se ha quedado sin control, con 2.600 millones de dólares más invertidos en Repsol, enfrentado a todo el mundo y por perder hasta perderá el puesto en el Consejo que Pemex tenía en Repsol. Un desastre.