El gobierno ha señalado también que los incrementos de precios de productos básicos como petróleo, níquel, cobre y zinc impactaron la inflación interna porque la recuperación de la vitalidad económica impulsada por el paquete de medidas oficiales, produjo un incremento de la importación de estos rubros. Ello pudiera ser cierto después de que el PIB creciera un potente 10,7% en el último trimestre del 2009, pero no es la causa de la consistente presión inflacionaria que lleva 16 meses seguidos.
La realidad es que la inflación parece instalada en el país asiático y los socios chinos comienzan a instar al gobierno a tomar medidas restrictivas de la liquidez que eviten un recalentamiento pernicioso en el momento en que la economía se recupera de la crisis mundial. Un colapso en China, aun moderado, pudiera dar al traste con los esfuerzos de austeridad que se sostienen en los países desarrollados, para poder, ellos también, mantener la cabeza fuera del agua.
El gobierno tarda en reaccionar pero se comenta que ya está considerando la elevación de las tasas de interés retenidas desde diciembre del año 2007. De hecho, aunque algunos afirman que ello ocurrirá con seguridad en el segundo trimestre del año, esta medida pudiera no ser todo lo efectiva que se necesita para corregir el rumbo. Porque el problema no es coyuntural, ni está motorizado solo por el incremento mundial de los precios de los productos básicos. Los controles sobre el capital y el subdesarrollo del sector financiero tienen mucho que ver con el sesgo inflacionario de la economía en su conjunto.
Ya el sector planificador del gobierno ha comenzado a dar algunos pasos hacia el enfriamiento y desde inicios del 2010, el Banco Central ha ordenado tres veces a los agentes financieros comerciales incrementar sus reservas de capital, lo que efectivamente ha reducido la capacidad de otorgar créditos a las empresas.
El desmantelamiento de las políticas de estímulo a la exportación y al crecimiento, incluyendo el desmontaje de la política cambiaria es lo que debería ser puesto en ejecución para provocar estabilidad y corregir el recalentamiento. Ello es lo que reclaman los socios chinos cuyo bienestar está íntimamente ligado al suyo.
Wen Jiabao ha asegurado que todos los esfuerzos serán hechos para mantener la inflación en las cercanías de 3% este año sin abundar en más detalles.
El dilema es estrictamente interno: o bien escoger entre mantener tasas de interés negativas y erosionar con ello los ahorros de los hogares o retirar progresivamente los programas de sostén y enfrentar una caída en el empleo que pudiera ser igualmente perniciosa.
El problema inflacionario y el enfriamiento económico llevan implícita una arista social enormemente compleja de manejar.